LA CHAPUZA ACUSA

0

Por José Díaz MadrigalDurante el decenio de los setentas y los primeros años de los ochentas del siglo pasado, fue la época de máximo esplendor del sindicato de los petroleros mexicanos; dirigido por La “Quina” Hernádez Galicia, quien apoyaba su cacicazgo en dos incondicionales, El “Burro” Barragán Camacho y el carismático Héctor El “Trampas” García.El Trampas fue un líder petrolero de estilo diferente a La Quina y Al Burro, éstos dos aparecían en público como los hermanos caradura; mientras El Trampas era de aspecto bonachón, alegre y jalador. Sin embargo tras de esa apariencia tranquila e inofensiva, estaba un personaje que hacía verdadero honor a su apodo. . . Era un tramposo, embaucador y ratero.El sobrenombre se lo ganó a pulso desde la juventud. En los juegos que participaba con amigos y compañeros, siempre ganaba por medio de trinquete, de engaño, haciendo trampas y así se le quedó. Ya en la vida laboral en Petróleos Mexicanos, su personalidad afable lo hizo escalar altas posiciones dentro del sindicato. Convirtiéndose en una ficha importante en el robo a Pemex, por muchos años.De repente los vientos políticos cambiaron y, una nueva administración federal, que trajo como lema de campaña: La renovación moral de la sociedad, se propuso hacer limpia de corrupción en Pemex. Entonces La Quina ofreció como chivo expiatorio Al Trampas, destituyéndolo de su cargo y enviándole al extranjero. Pensando que con esa acción, se iban a calmar las aguas, pero no, era tan grande el desfalco a Pemex, que las cosas empeoraron.Pasaba el tiempo y  El Trampas lejos de su terruño, se sentía traicionado, añoraba regresar. Se le ocurrió escribir una carta al presidente De la Madrid, en que detalladamente acusó todas las chapuzas que hacían en Pemex, para sustraer millones de pesos que eran de uso exclusivo de la camarilla del sindicato, de la que El Trampas formaba parte.El pez por su boca muere, El Trampas solito se acorraló. Sin que nadie se lo pidiera, desembuchó lo que sabía. Con esa aclaración, firmó la sentencia para irse al fresco bote, todo por andar de lengua suelta. Quizá prudentemente se hubiera aguantado fuera del país un par de años y, con suerte se olvidan de él. Su indiscreción lo llevó a la cárcel, donde se aventó una larga temporada.A últimas fechas al carismático presidente de México, que va cuesta abajo en su rodada -casi termina- se ha visto acorralado por varios pendientes que lo traen preocupado y de mal talante. Uno de ellos es la deshonestidad de la que acusan a sus hijos, que por las evidencias que existen, no tiene ni como taparlos. Aquí no aplica la honestidad valiente.Otro tema es la revelación que hizo el otrora acerrimo defensor de López Obrador, Carlos Navarrete; donde menciona las maletas llenas de dinero, que se tenían que entregar a Obrador, sin que éste rindiera cuentas de nada.El tercer motivo del mal humor, es el caso que destaparon periodistas estadounidenses, donde lo acusan de haber recibido dinero del narco en las campañas de 2006 y 2018.Pero de plano donde regó el tepache, fue la declaración que el mismo presidente hace, contando como le pedía a Arturo Zaldívar, el anterior presidente de La Suprema Corte para que le ayudara en casos concretos, en que el presidente de México tenía interés, con el propósito de que se resolvieran como él quería en el Poder Judicial.Al Peje se le chispoteó, con esa peculiaridad que tiene de hablar hasta por los codos. Aunque sistemáticamente se auxilia del eufemismo “respetuosamente” para ordenar algo que desea. Aquí se echó de cabeza él mismo, quedando expuesto como enemigo de la democracia y contrario a la división de poderes. Mostrándose como el gran corruptor que es, en este asunto, violando la soberanía del Poder Judicial.He ahí la razón por la que luchaba esforzadamente, defendiendo a la ministra copiadora de tesis -Esquivel- con el fin de poderla manejar a su antojo. Cosa que no sucedió, sin embargo López Obrador no pudo callar su frustración. Cuando menos lo pensó, soltó la lengua, exhibiendo lo que ordenaba a Zaldívar, que dicho sea de paso, merece que se le investigue; con los elementos legales que existen, se le pueden fincar responsabilidades,  puesto que “A confesión de partes  relevo de pruebas” dice un principio jurídico.Así al presidente de México, le está pasando como al Trampas García, que soltó la lengua y, sus propias chapuzas lo están acusando.