Jessie y Kimberly

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Por: Jonás Larios Deniz*

Cuando se pregunta a una mujer embarazada si tendrán un niño o una niña, con frecuencia responden que lo que sea está bien, que lo único que esperan es que nazca bien. Específicamente se refieren a que nazcan completos y con todos sus órganos vitales funcionando; sin embargo, a este concepto de estar bien, se ha sumado la orientación sexual e identidad de género. Hace unas semanas asistí a la fiesta de cumpleaños del hijo de una amiga muy querida; el festejo fue ambientado con motivos de la película “Toy Story” y el pequeño cumpleañero, vestía el traje de Woody, el sheriff vaquero. No obstante, cuando lo llamamos para entregarle su regalo diciéndole Woody, mi amiga nos corrigió, señalando que le gustaba que le llamaran Jessie (la muñeca vaquera intrépida y alegre) y se refirió a él de esa manera. ¡Jessie! ¡Jessie! Y el pequeño vino a recoger su regalo. Felicité a mi amiga, supe que estaba defendiendo a su hijo y protegiéndolo de los posibles ataques de prejuicios de amigos y familia. El niño, ahora autoidentificado con Jessie (la muñeca vaquera), apenas cumplía tres años. En los últimos años, frente a la rudeza con que se discrimina a niños, niñas y adolescentes por su condición homosexual un mayor número de padres y madres buscan defender y proteger a sus hijos homosexuales o hijas lesbianas de los ataques que viven en la calle, en la escuela e inclusive, en la propia familia. En Colima, un grupo de padres y madres de homosexuales y lesbianas han venido trabajando para concientizar y sensibilizar a la población del sufrimiento que provocan los ataques homofóbicos y de la importancia de fomentar el respeto hacia todas las personas, sin importar diferencias de ningún tipo. En días pasados, este grupo de padres junto con miembros del Comité Estatal de Diversidad Sexual en Colima (CEDISE) y personal de la Secretaría de Desarrollo Social de Colima (SEDESCOL), se manifestaron en el jardín Libertad entregando mensajes a los transeúntes y haciendo visible su existencia como organización que quiere crecer, incorporando en sus filas a madres y padres que no sepan cómo defender a sus hijos e hijas homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales, travestidos, transgénero e intersexuales. En este evento, la madre de una hija transgénero expresó lo siguiente: “No fue fácil para mí darme cuenta que tuve un hijo con caracteristicas físicas de varón pero que se sentía y vivía como mujer. Como madre, volteaba alrededor y veía las burlas, gestos, ademanes, críticas, negación de servicios y de oportunidades hacia mi hijo. No solo de gente distante y lejana, también de personas cercanas: familia, vecinos y amigos. Me dijeron que era una vergüenza tener un hijo así y como madre no supe qué hacer, ni cómo reaccionar. Decidí ocultar, hacer de cuenta que no pasaba nada, para que nadie nos criticara, ni lastimara. Pero, ¿cómo pedirle a mi hijo que se negara a sí mismo y viviera una vida de apariencias? No podía vivir, ni ser feliz negándose a sí mismo; era condenarlo a la infelicidad. Para ser feliz es necesario que la gente se acepte como es. Mi hija Kimberly pertenece al grupo lésbico, gay y transgénero; ellos y ellas son personas capaces, con talento, solidarios y con un alto sentido de responsabilidad como estudiantes, trabajadores, profesionistas y  servidores públicos que aportan al desarrollo de nuestro estado. Los padres y madres nos desconcertamos, nos confundimos, nos enojamos, nos entristecemos, no sabemos qué hacer cuando nuestros hijos nos dicen que son gays, lesbianas, bisexuales, travestidos, transgéneros, transexuales o intersexuales. Sentimos todo eso porque la sociedad en general, los medios de comunicación, la escuela, el barrio, los centros recreativos, etc. refuerzan la desaprobación hacia nuestras hijas e hijos. Hoy puedo decir: no se sientan solos, los invitamos al grupo de  padres y madres que tenemos, en él nos informamos y vamos conociendo más de estos temas y  esto me ha  servido  para entender más a mi hijo y aceptarlo plenamente como mujer”.  Este discurso descubre a una madre que también fue agredida por los prejuicios sociales, hasta que encontró un grupo de ayuda que le brindó información y solidaridad y le salvó de la tristeza y la vergüenza. Jessie y Kimberly tienen madres poderosas que pelearán contra el mundo para que no sean ofendidos en su dignidad como personas. ¿Alguno o alguna de las lectoras tienen un hijo o hija homosexual, lesbiana, bisexual, travestido, transgénero, transexual o intersexual? Si así fuera, lo más seguro es que esté siendo violentado o violentada y necesita ayuda.

 

* Profesor-investigador de la Universidad de Colima