Encuesta del PRD, ¡qué brillante!

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    1.- El objetivo. A pesar de que para muchos el objetivo sea “generar al candidato de la izquierda”, esto va más allá (no sólo por la parte legal: la encuesta no es un método inscrito para ello y no son tiempos aún de candidaturas).

    Le doy la razón a Ebrard al explicar que el principal objetivo es (a) mantener la unidad de la izquierda; pero hay que agregar otros: (b) dominar la agenda y crecer como opción al centrar la atención en su proceso y, el más importante (c) no generar un perdedor. No se pueden dar el lujo de que, teniendo dos abanderados de la izquierda, uno quede desplazado y perder el potencial que tienen hacia el 2012.

    2.- Las encuestadoras. La selección de empresas fue todo un acierto.

    Cumplían varios atributos:

    (a) cada aspirante le tiene confianza a la que propone; (b) ninguno veta a la empresa que sugiere el otro; (c) las dos firmas tienen prestigio y son miembros de la AMAI, lo que les asegura el reconocimiento gremial y, la más importante, (d) ninguna de esas empresas ha publicado una sola encuesta previa sobre las preferencias, lo que sí hemos hecho varios encuestadores, por lo que llegan “limpias” a este ejercicio.

    Es lógico imaginar que ambos aspirantes ya tienen encuestas, que han utilizado a estas encuestadoras y que incluso conocen los mismos datos, aunque no sea de la empresa que proponen. Si no es así, lo menos que se espera es que sepan el posible resultado que puede generarse con las preguntas y el cuestionario que plantean, pensar que no lo saben es juzgarlos mal.

    3.- Las preguntas. La primera de las sorpresas fue saber que serían “varias” preguntas, lo que podía ocasionar señales encontradas; la segunda fue saber que, violando toda lógica, ninguna de esas “variables” a considerar para elegir al “candidato de izquierda” era la preferencia de “simpatizantes de izquierda”, al menos se le podía haber dado algún peso (pero violaba puntos a y d del objetivo que persiguen al mostrar a alguien muy arriba de otro y etiquetar a alguno como el “deseado por la base”).

    Las variables -que, se ha dicho, servirán para la decisión y de las que es creíble que ambos tengan el posible resultado- serán:

    (a) ¿Quién es más conocido? Será AMLO; (b) ¿Quien genera mejores opiniones? Será Ebrard, ya que tiene mucho menos rechazo; (c) ¿Cómo les va cuando se enfrentan hoy a Peña y Vázquez Mota? En este caso, a los dos les va relativamente mal, pocas diferencias, tal vez uno o dos puntos arriba AMLO pero nada concluyente (destaca que seleccionen a esos dos contendientes; eligen a quienes otras encuestas muestran como favoritos, una cosa es criticarlas y otra actuar en función de ellas), y (d) ¿A quién prefieren “todos los ciudadanos”? Incluyendo a quienes nunca votarían por la izquierda; a los que están seguros de votar por el PAN o el PRI; cuando hablan de “población abierta” incluyen a perredistas, independientes y también a opositores, pero con esta decisión aseguran algo importante: las preferencias en favor de alguien no serán concluyentes, todas las encuestas serias presentan en esta variable una cerrada contienda o por lo menos sin un gran derrotado.

     

    A reserva de que sepamos si habrá más variables en el análisis y si se les dará algún peso a cada una en la decisión, es muy posible un resultado “no definitivo” (equivalente al “too close to call” de las encuestas de salida).

    4.- El costo. Lo que cuesten le saldrá barato al PRD. En términos económicos y políticos este método es muy barato, baste recordar sus elecciones de 1999, el 2002, el 2008 o las de hace dos semanas para concluir que cada que sacan a votar a sus “expresiones” salen a relucir sus diferencias y no sus acuerdos y terminan con más críticas que aplausos. Sin saber lo que cobrarán mis colegas, sé que será barato.

    5.- El resultado. Aunque se prevea el posible resultado en cada pregunta, no es posible predecir cuál será el anuncio que hará el PRD el 15 de noviembre, sin saber cómo ponderarán cada pregunta, pero hay tres escenarios:

    a) AMLO gana. En ese caso se impondría “la lógica” al ser el candidato que los simpatizates perredistas parecen querer en la boleta y además ser a quien pretenden postular los otros partidos de izquierda. El efecto inmediato sería la disminución del impulso que Ebrard ha tomado, ya que pasaría a ser otro espectador del proceso y probable candidato al senado o a dirigir la campaña.

    b) Ebrard gana. Generaría la reacción inmediata de militantes de izquierda que quieren a AMLO en la boleta, descalificando al Jefe de Gobierno y mostrando de nuevo la cara de un PRD dividido; se criticaría la decisión con el argumento de que no se tomó la opinión de los militantes, le quitaría lustro a la candidatura y el único que podría parar ese proceso sería, paradójicamente, López Obrador.

    c) No se puede declarar ganador. Incertidumbre; emoción; misterio; la atención pasa a este partido; ya no sería AMLO el seguro candidato; se alargaría la decisión y el 18 de diciembre iniciaría la precampaña con entusiasmo por la militancia, habría un interés público que no lograron en el 2005, cuando le dejaron ese espacio al PAN. En este caso, a diferencia de los dos anteriores, los 45 días de precampaña tienen no sólo sentido, sino interés y atención pública.

    6 Conclusión. Sigo pensando que no se pelearán, que irán en el mismo equipo de campaña y los veremos juntos en el 2012 (lo que no garantiza que todos los simpatizantes de ellos lo hagan, si el candidato no es el que apoyan). La popularidad de AMLO en el PRD es muy grande y por ello opino que la candidatura sigue en sus manos, la posibilidad de Ebrard pasa por ahí; si AMLO decide que no habrá encuesta que se la quite y si decide dejarle el lugar a Ebrard, deberá hacerle la campaña en la izquierda porque es a él a quien ese segmento quiere en la boleta. (Al revés, si es AMLO será Ebrard quien haga campaña más allá de la izquierda).

    Tal vez el 15 podamos ya conocer al candidato de la izquierda y, aunque así fuera, lo aquí expuesto sigue siendo válido, no sé quién diseñó este ejercicio pero quien haya sido debe ser reconocido: logró éxito al fijar agenda, generó la idea de una contienda real a pesar de la aparente ventaja de uno de los candidatos, lo hizo con grandes ahorros e incluso tiene la posibilidad de alargar esta novela hasta que la ley se lo permita. Por ello, independientemente del resultado, que nadie se atreva a llamarle un fracaso e insisto: ¡Qué brillante!