DE REVERSA. . .

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Por José Díaz Madrigal

La semana que terminó, diversos medios de comunicación dieron la noticia que México cayó dos niveles en la clasificación de las 15 economías más grandes del planeta. Ésta no es una información sin importancia, puesto que se quiera o no, en la actualidad vivimos en un concierto de naciones interdependientes y, claro que lo somos porque como nación, no estamos cerrados a ningún país; teniendo vínculos en mayor o menor medida con muchos de ellos. Es más, México es el país que tiene el mayor número de tratados de libre comercio en el mundo, aunque la gran parte de relación comercial se hace con el vecino del norte; no por eso son menos relevantes las que se hacen con otros pueblos.Nos desplazaron del número 15 al lugar 17. Hay dos países que con más limitaciones y menos ventajas que el nuestro, ganaron posición, arrejolandonos casi hasta la cola del grupo de los veinte. El primero que nos ganó fue Indonesia, este país nada compacto territorialmente, es un archipiélago de miles de islas; aunado a una multitud de lenguas regionales, supieron ponerse dé acuerdo en lo básico, apuntalando las condiciones para generar mayor riqueza nacional; con pocas trabas para la inversión privada, tanto de connacionales como extranjeros, trayendo con esto multitud de fuentes de empleo en general y a la vez se desencadenó por parte del gobierno el mejoramiento de servicios a la población.La otra nación que nos dijo quítate que ahí te voy, fue Irán, su economía vale más que la mexicana. El mérito de este pueblo, es que a pesar de las sanciones impuestas por parte -no todas- de la comunidad internacional a causa de su programa nuclear, de algún modo se las han arreglado para poder avanzar en su repunte económico, ganando escalones dentro del ranking mundial.¿Qué nos ha pasado a los mexicanos que de plano nos ganan países que estaban rezagados? Irán es un país más chico que México, tiene menos habitantes, la mayor parte de su entorno es desértico y al igual que nuestro país, exporta petróleo. Indonesia también exporta petróleo y tiene industria turística. Éstas dos naciones tuvieron un duro impacto por la pandemia, sin embargo, aunque todavía quedan restos de la enfermedad, han empezado a salir de esa crisis de salud.A nosotros como a ellos también nos golpeó la pandemia. Pero lo que México tiene de más, igualmente virulento, es que padecemos la 4T. Cuando López Obrador triunfó en la elección presidencial del 2018, hizo la promesa de transformar el desarrollo de México -tal vez dijo entre dientes, desarrollo pa’trás-. Antes de tomar posición del cargo, se fabricó una encuesta amañada para preguntar acerca de la cancelación del aeropuerto de Texcoco. Sin duda era un buen pretexto para calar su autoritarismo destructor, lo canceló. Parecía el banderazo de salida para muchas otras resoluciones políticas, despaturradas en términos económicos. El propio gobierno federal pudo haber tenido grandes beneficios remunerativos, ya que Texcoco no iba a ser un aeropuerto privado. Para no tener problemas en tribunales nacionales e internacionales, López Obrador pagó a los contratistas, aunque no estuviera concluido. Era la obra de infraestructura mexicana más importante de todo el país. El aeropuerto tenía todo para convertirse en una máquina de hacer dinero para la 4T, por las inmensas ganancias que dejaría y de refilón, tener enormes recursos para programas sociales. Un gobernante responsable, interesado en el progreso de México, era haber continuado con la construcción del aeropuerto. No, no lo dice pero da la impresión que tiene la idea, que a México le vaya mal.Ciego, terco y sordo; el inquilino de Palacio Nacional lo que quería demostrar con la cancelación, era quien mandaba, lo logró, a costo de arruinar el progreso y de paso se dió un balazo en la pata arruinando al gobierno mismo. Los inversionistas nacionales y extranjeros, tomaron nota de la burrada presidencial. La inversión privada y el crecimiento empezó a caer. Prueba de ello es el informe de degradación de la semana pasada.López Obrador por experiencia entiende que al pueblo le gusta que le echen mentiras -a él se le da muy natural- exhibiendo en sus mañaneras un falso triunfalismo. A los que no puede engañar, son a las instituciones internacionales, que se encargan de medir el desempeño de los países; bajando a México dos niveles en el índice económico global. Estos organismo internacionales, bien saben que los mexicanos vamos de reversa. . .