CORRETIZA

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Por José Díaz Madrigal

Esperando turno de atención en una oficina gubernamental, me tocó de compañero de fila un señor de no más de 70 años. Para pasar el rato mientras nos atendían, se desarrolló un diálogo natural acerca de la inseguridad que hemos tenido en Colima, desde que arrancó el año.Con cierto aire de enfado y decepción comentó: fíjate que yo pertenecí al Ejército Mexicano cuando a los soldados nos respetaban, de volada se veía el aprecio que nos tenía la gente, por la confianza y seguridad que imponíamos, tan solo con nuestra presencia; en las calles de las ciudades o cualquier localidad del país, donde se requería que estuviéramos. Éramos bien recibidos y manteníamos el orden a donde llegábamos. Sin embargo a los militares de ahora, el pueblo los tiene menospreciados, a causa de que están con las manos atadas; traduciéndose en la práctica, como elementos inútiles que perdieron el respeto, honor y miramiento que se les tenía en otros tiempos.-Deja te platico, -continuó el viejo ex-militar- cuando fue gobernador de Guerrero el primer Rubén Figueroa allá por 1978, me asignaron a la 35 zona militar de Chilpancingo. Éste gobernante tenía fama de cacique autoritario, que poco toleraba que se le contradijeran sus indicaciones. En cierta ocasión un par de ayudantes de Figueroa, se presentaron al cuartel para llevar un recado del gobernador al comandante de la zona. Éste los hizo pasar a su despacho. Ya estando sentado con ellos, además de un asistente del general; los enviados le dicen: Mire general, manda decir don Rubén que tiene un asunto delicado que tratar con usted, así que le urge que vaya usted sin falta, a palacio de gobierno el día de hoy a las ocho de la noche. Aquel general fogueado a la antigua usanza, en que mucho importaban las formas y reglas de autoridad no escritas, de inmediato contestó: Díganle a Figueroa que no soy gato de ningún pinche gobernador, que sí le urge verme, que venga él a mí oficina.Aquellos emisarios salieron muy espichaditos, cabizbajos a llevar la respuesta a su jefe; que efectivamente más tarde acudió a las instalaciones militares, para entrevistarse con el general.De ese pelo eran los militares de aquella época, en que había un alto sentido de verdadera autoridad, disciplina y estricto orden. Hasta en la forma de vestir, eran más propios, con distinción, porte y elegancia; en cambio en la actualidad, de lejos se les nota lo guandajo y cuachalotes.Lo que parece es, decía don Jesús Reyes Heroles. Sí ahora los militares se ven de mala facha, desaliñados; además de estos adjetivos, también son maletas. Pero no son maletas por convicción propia, son maletas porque su comandante en jefe es maleta; sin sentido de honor y dignidad, transmitiendo a sus subordinados esta falta de amor propio. Convirtiendo aquellos otrora honorables y eficientes militares, en una corporación inservible, nomás de ornato.En días pasados, circuló en medios de comunicación y redes sociales, un video donde se ve a miembros del Ejército Mexicano, que les ponen una corretiza para sacarlos de un territorio que controla un grupo criminal, en la población de Nueva Italia Michoacán. En el video de corta duración, se observa a individuos arriba de varias unidades, armados; siguiendo a los de uniforme verde que van en dos camionetas de las fuerzas armadas, como almas que lleva el diablo, acelerando a fondo dando la apariencia de soldados juilones, llenos de espanto.Los hechos ocurrieron a la salida de la población antes mencionada, para tomar la desviación a Apatzingán, la llamada Tierra Caliente. Los delincuentes envalentonados por la huida de los militares, no dejaban de gritar insultos y ofensas.Comentando el tema con personas que tienen familia en Apatzingán,  donde existe un gran regimiento militar. Con frustración y desprecio refieren de los soldados: guachillos pedorros pa’nada sirven, debieron haberle topado a los malandros, sí éstos disparan, tienen la obligación de defenderse y, si la cantidad de malhechores les gana, pedir refuerzos. El asunto es que optaron por una vergonzosa corretiza.El Ejército Mexicano representa la ley, tienen el deber y obligación de poner orden. Los soldados de plano, no se merecen esas humillaciones.