CHIVO EXPIATORIO

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Con solidaridad a Ángel Verdugo.

Por José Díaz Madrigal

Por definición, chivo expiatorio se refiere a una persona sobre la que se hacen recaer culpas ajenas; para librar a los verdaderos culpables. Quien se convierte en chivo expiatorio, es víctima normalmente de hostigamiento, presiones o artimañas de algún o algunos individuos, que hábilmente lo convierten en responsable de una acción; aunque propiamente no lo sea.

Solo para ilustrar el origen de esa tradición que viene del pueblo hebreo. Concretamente en el libro de Levítico que en esencia era el manual religioso para uso de los levitas, sacerdotes encargados del culto escogidos de entre los miembros de la tribu de Leví. La creencia general es que esta obra de inspiración divina, fue escrita por Moisés.

El ritual practicado en la antigüedad, se hacía para celebrar el Día de la Expiación. Consistía en elegir a dos chivos y, mediante el azar designar a uno de los animales para sacrificarlo a Dios con todos los honores de la liturgia y el otro a Azazel.

El que tocaba en suerte a Azazel, -que era la personificación de la maldad- recaía la culpa de todos los pecados de la gente. Durante el rito, el sacerdote ponía sus manos sobre la cabeza del animal, traspasando así, la culpa del pueblo al chivo; para luego llevarlo al desierto dejándolo en el abandono, apedreándolo para borrar y limpiar el pecado.

Hace días La Auditoría Superior de la Federación -ASF- presentó un estudio donde alertaba que la estimación respecto a la cancelación del aeropuerto de Texcoco, puede verse afectada por el incremento de otros factores.

Al estrenarse la actual administración federal, el presidente López Obrador por puro gusto, como diciendo aquí nomás mis chicharrones truenan, decidió cancelar la construcción del aeropuerto de Texcoco, que estaba destinado a ser uno de los más equipados y modernos del mundo.

El monto considerado por el gobierno de lo que iba a gastar en suspender dicho proyecto, con lo que ya se había hecho más lo que tendría que pagar en un futuro, era de alrededor de 100 mil millones de pesos; según se desprende de un documento oficial publicado en abril de 2019.

Pues resulta que al auditor Agustín Caso Raphael, junto a su equipo de colaboradores, todos de la ASF encargados de investigar detenidamente el asunto del aeropuerto no les cuadraron las cuentas de lo que había estimado el gobierno, y en vez de los 100 mil millones de pesos que se iban a gastar, los números se dispararon hasta la cifra de 331 mil millones de pesos, tres veces más de lo que planearon los del equipo gubernamental.

Los números son fríos y con toda la lógica se llegó a la conclusión que los auditores, tomaron en cuenta otros factores que el gobierno con chapuza no quiere aceptar.

A grosso modo las cifras que presentó la auditoría, son las siguientes: en Nueva York a los tenedores de bonos se les pagó 1,800 millones de dólares, a 20 pesos por dólar son 36 mil millones de pesos. 1,500 millones de dólares a la financiera mexicana llamada Fibra E, a 20 pesos por dólar son 30 mil millones de pesos. 75 mil millones de pesos se pagó como indemnización a contratistas.

Al juntar con aritmética pura, se suman las tres cantidades en pesos dando un total de 141 mil millones de pesos. Pero además en Nueva York se quedaron debiendo 4,200 millones de dólares, para pagarse en el correr de 19 años; que por ese lapso de tiempo, capital más intereses da un total de 190 mil millones de pesos.

Así pues, la suma de 190 mil, más 141 mil, son los 331 mil millones de pesos que arrojó como gasto y como deuda, siendo el resultado a que llegó el auditor Agustín Caso Raphael y su equipo de contadores de la ASF.

Era obvio que al presidente no le iba a gustar que lo pusieran en evidencia, así que no tardó en reaccionar, cuestionando primero al titular de la ASF, David Colmenares y después prácticamente invadiendo la soberanía del poder legislativo, ordenó a los diestros diputados de su partido, que le hicieran manita de puerco a Colmenares para que se retractara del informe que había emitido La Auditoría Superior de la Federación que él comanda.

Ante tal presión de los diputados morenistas a Colmenares le andaba dando el soponcio. Encogido y temeroso, optó por un chivo expiatorio que cargara la culpa y osadía de evidenciar a López Obrador. La víctima  naturalmente tenía que ser el jefe del equipo que revisó los gastos de Texcoco: Agustín Caso Raphael; mismo que está citado a comparecer en la cámara de diputados el próximo 9 de marzo.

Ojalá que este distinguido jefe de auditores, tenga la hombría de bien; de sostener el informe que presentó y les eche en cara a los diputados, el permitir a López Obrador, aventar a la basura miles y miles de millones de pesos del erario público, por un malsano capricho del presidente. De este modo, a Agustín Caso le queda perfectamente bien librada su honorabilidad y además quedaría bien parado ente todos los mexicanos.