A ESTOS HOMBRES SE LES RESPETA

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Por José Díaz Madrigal

Aquella madrugada de la segunda semana de abril, les tocó caminar bajo la luna por encima de su fase de cuarto creciente. Habían salido del campamento a pie, poco antes de las dos de la mañana; es a la hora que empieza a soplar el Terral, ese viento helado que procede de allá de mero arriba, como del pico de los volcanes; tal vez por eso no ventearon el peligro cuando a las 4 de la mañana, los 3 hombres que venían de las faldas del coloso, cayeron en un retén de guachos ubicado a 2 kilómetros al norte de la Hacienda de Chiapa.Corría el año de 1927, recién iniciado el movimiento Cristero, en que se luchó por defender la libertad religiosa que ahora tenemos y gozamos todos los mexicanos. Los 3 varones que fueron capturados por los federales, estudiaban hasta antes de enrolarse en la guerrilla, en el Seminario de Colima. El más joven de ellos Rafael Borja, originario precisamente de la Hacienda de Chiapa, tenía 18 años de edad. Los otros 2 acompañantes Pedro Radillo y Marcos Torres, eran compañeros de estudios, cursando el mismo año en la facultad de filosofía.Luego de la captura, los condujeron a un cuarto sin ventanas de la vieja hacienda. Rafael traía terciado un costalillo grande, lleno de cartuchos percutidos para reformar en Colima. Sin acobardarse, Rafael dice con hombría al capitán del grupo: Esos cartuchos son míos y estos vales que me acompañan, me los encontré en el camino que van también para Colima, por ese motivo íbamos juntos. Lo que expresó Rafael, lo hizo con tanta seguridad, sin nerviosismo, que momentáneamente le creyeron.Más tarde ese mismo día, el jefe del pelotón comunicó a Rafael que estaba condenado a morir. Sin ninguna mueca de pesadumbre, recibió la noticia. Fue conducido al paredón, caminando con gallardía. Previo a la descarga asesina, gritó: ¡Viva Cristo Rey!Luego le llegó el turno a Pedro Radillo. Recibió la sentencia de muerte, pero cuando lo llevaban a ejecutar, brincó una cerca de piedra y se les peló internándose en un tupido cañaveral. Marcos Torres era habilísimo para fingir, después de varios días, sus captores creían que nada tenía que ver con los Cristeros; en un descuido que lo dejaron sólo, se esfumó. Meses después, éstos 2 fugitivos se volvieron terribles guerrilleros que no daban tregua al ejército federal.Marcos Torres se reincorporó de inmediato al movimiento, regresó a su base en Caucentla, kilómetros arriba de Tonila. Sin embargo a Pedro Radillo le afectó un choque emocional -se diría hoy: Crisis postraumática- que no quería salir de su escondite en Colima. Posteriormente se enteró que la soldadesca callista habían ahorcado a su amigo Tomás de la Mora.Pedro acudió a ver a su compañero del Seminario, caído en cumplimiento de su deber. Contempló por mucho rato los restos mortales de aquel joven mártir. En silencio y en oración Pedro se fortaleció y como quitado con la mano, desaparecieron sus miedos y temores.Saliendo de la casa de Tomás, hizo el siguiente razonamiento: El verdadero carácter de los hombres no es ajeno a la lucha, tengo que pelear; a las fieras sanguinarias y crueles como las que nos asustan y roban la paz, se les tiene que cazar para que no hagan más daño. Con éste pensamiento, Pedro Radillo era otro, se transformó; ese mismo día se remontó en busca de Marcos Torres para unirse a él.De nuevo en el frente de los alzados, se convirtió en una máquina de guerra. Pedro empezó a dar muestras de un valor temerario, parecía inspirado por un ardiente deseo de elevarse pronto a la Gloria, desafiando al enemigo a cada instante, sin temor a la muerte ni a los balazos.El general callista Jesús Ferreira, era un conocedor de muchos vericuetos del rumbo de los volcanes. En cierto círculo de la sociedad colimota se le tenía respeto, porque era un militar con sentido de honor, pero en el bando equivocado; puesto que éste general subordinado del callismo represor, peleaba no por el pueblo, sino por limitar la libertad del mismo. Ferreira había trazado un plan de guerra para peinar los volcanes y sus alrededores, preparó un ejército de mil soldados, quinientos de caballería y quinientos de infantería.El 3 de Abril de 1928, mañana se cumplen 95 años de ese agarre. Ferreira desplegó en forma de abanico una parte de la infantería en dos columnas. Mientras subían, dejaron un puesto de control en el fondo de una barranquilla flanqueada por unos peñascos, en éste lugar estaban escondidos Pedro Radillo y 2 compañeros, esperaron a que se alejaran el resto de la tropa y con tiros certeros Radillo acabó con el retén.Ferreira dio indicaciones para rodearlos, otro escuadrón de soldados fue en auxilio del retén, atacando con vigor se generalizó el tiroteo. Desde las piedras que servían de parapeto, salían los disparos del pequeño grupo de Pedro. Un capitán de apellido Almeida, pidió autorización para atacar desde otro punto, se le autorizó y se le unió otro capitán de apellido Ezquerra.El general escuchando lo tupido del tiroteo, se dirigió a brindar apoyo. Cuando iba a echar canilla, vió el reguero de soldados muertos. De pronto cesaron los tiros. Radillo le dice a su asistente, vete al campamento sin que te vean y déjame tu pistola. El otro compañero estaba mal herido, sin fuerza. Pedro quedó dueño del fortín peleando y rifándose la vida él solo.En ningún momento abandonó el fortín,  cuando le quedaron 3 tiros y sangraba por las heridas de bala, dejó de disparar. El capitán Ezquerra trató de entrar, Radillo le metió un balazo en media frente. Almeida creyó que había disparado el último tiro, se asomó y Radillo le quemó un plomazo en el puro pecho, brincó otro teniente, Pedrito disparó el tiro final a la cara desplomándose. Luego se aventó un capitán de apellido Esparragoza, Radillo le arrojó su pistola vacía en el rostro. Llegaron más soldados y sin ningún respeto disparaban a los dos cuerpos sin vida, los dejaron como criba.Instantes después, llega Ferreira, le preguntó a Esparragoza ¿entre cuántos Cristeros mataron a éstos 56 soldados? -fueron sólo estos dos, general-Capitán Esparragoza ¿porque acribilló a éstos hombres después de muertos? Eso que usted hizo es una bajeza criminal.¡A éstos hombres se les respeta!