Llama el Papa Benedicto XVI a Buscar la paz Mundial en 2008

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    ‘Iniciamos este día un nuevo año y nos acoge la esperanza cristiana, lo iniciamos invocando sobre él la bendición divina e implorando el don de la paz: para nuestras familias, para nuestras ciudades y para el mundo entero’, indicó.

    En la homilía de la misa que presidió ante miles de fieles, el obispo de Roma recordó que este día la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Paz bajo el lema ‘Familia humana, comunidad de paz’.

    Aseguró que todos los seres humanos aspiran a vivir en paz, pero aclaró que desean la ‘paz verdadera, aquella anunciada por los ángeles en la noche de Navidad’.

    Benedicto XVI negó que la pacificación sea una ’simple conquista del hombre o fruto de acuerdos políticos’, sino que más bien, es un don divino que se debe implorar constantemente y un empeño a llevar adelante con paciencia.

    ‘La familia natural, fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, es la cuna de la vida y del amor, es la primera e insustituible educadora de la paz’, estableció.

    ‘Justamente por esto, la familia es la principal agencia de paz y la negación o, incluso, la restricción de los derechos de la familia, oscurecen la verdad del hombre, amenazada en los propios fundamentos de la paz’, apuntó.

    En la ceremonia estuvieron presentes funcionarios de la Curia Romana, cardenales, obispos y arzobispos; y un grupo, encabezado por el secretario de Estado vaticano, Tarcisio Bertone, concelebró con el Papa.

    Entre ellos destacaron el cardenal Renato Raffaele Martino, presidente del pontificio Consejo Justicia y Paz; el arzobispo Fernando Filoni, sustituto para Asuntos Generales de la Secretaría de Estado; y Dominique Mamberti, ministro de Exteriores papal.

    En su discurso, el pontífice aseguró que la humanidad es una ‘gran familia’, la cual, si desea vivir en paz, no puede dejar de inspirarse en los valores sobre los cuales se funda y se rige la comunidad familiar.

    ‘Pueda el nuevo año, que hoy esperanzados iniciamos, ser un tiempo en el cual avanzar en aquel conocimiento del corazón, que es la sabiduría de los santos’.

    ‘Podemos estar ciertos: si no nos cansamos de buscar su rostro, si no cedemos a la tentación del desánimo y la duda, si aún entre tantas dificultades permanecemos anclados a él, experimentaremos el poder de su amor y de su misericordia’, concluyó.