Y el cuerpo… relajado, relajado, relajado

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Por: Jonás Larios Deniz*

Muy entretenida fue la visita del Secretario de Educación del estado de Colima, Guillermo Rangel, al jardín de niños “Isaura Pamplona”, en la colonia Ramón Serrano, y es que las profesoras lo invitaron a bailar como parte de las actividades de activación física. El vídeo, tomado por la madre de familia Alma Delia Rincón, capta la alegría de los estudiantes, los profesores, del propio Secretario de educación y de su comitiva. La canción narra los pasos para comer un mango, desde que se corta del árbol hasta que se tira a la basura (o así lo entendí yo). El ritmo invita a menear hombros, brazos y cadera. Atrajo mi atención la sencillez de la letra y por supuesto, la energía que trasmite para relajar nuestros cuerpos bailando. Y es que bailar es una excelente oportunidad para socializar, oxigenar la mente y liberar endorfinas. El tema de la activación física está ya en la agenda cotidiana, pero es necesario enfatizar su presencia en nuestras vidas, yendo más allá: al ocio.  El ocio es una actividad que realiza cualquier persona como una necesidad para el bienestar ya sea corporal y emocional. A través de la historia el concepto ha sido tomado de diferentes maneras: en la antigüedad  solo las personas de altos mandos tenía derecho a la ociosidad, mientras las demás personas laboraban en el campo o en otro tipo de oficios. Con el paso del tiempo eso fue cambiando y convirtiéndose en tiempo de desperdicio ya que se estaba considerando al tiempo como beneficio y riqueza el que tomaba tiempo libre lo tachaban como un vicio ya que, en cierta manera, no hacía nada de importancia. En  la cultura moderna, el ocio se considera bueno para liberarse un poco del trabajo y relajarse para disfrute y descanso de la persona; cuando una persona no se da el tiempo de ocio ocurre un desequilibrio ya que los seres humanos tenemos necesidades que debemos satisfacer, tales como: asumir el propio cuerpo, independencia, motivación y autoestima (Espinosa Eabanal y otros, s/f: 187).

Hoy en día, el ocio es un factor de necesidad para uso humano, es el tiempo libre que tienen todas las personas para distraerse, constituye el espacio en el cual podemos acudir a realizar cualquier actividad que no represente tensión al cuerpo y se trata de olvidar por un momento las actividades laborales. Según el concepto lanzado por la Organización Mundial del Turismo (OMT) de las Naciones Unidas en 1994, la gran mayoría de las personas que realizan viajes ya sean lejos o cerca y a distintos lugares, lo hacen por ocio.  El ocio como diversión y entretenimiento permite realizar actividades nuevas y conocer nuevos lugares; viajar mejora su estilo de vida debido al disfrute que ocasiona (Orduna y Urpí, 2010: s. p.). De acuerdo con Sue (1987), es una ganancia que se asuma al ocio como una distracción frente a la dificultad de definir el concepto de manera exhaustiva, y mejor aún si el propósito de la distracción es el esparcimiento. Distingue cuatro grandes categorías de actividades de esparcimiento: físicas, prácticas, culturales y sociales. Las primeras, relacionadas con el paseo y la necesidad de estar al aire libre, la práctica de un deporte fuera de competición realizado en familia (juegos de raqueta, p. ej.) y/o individualmente (jogging). La segunda categoría de actividades tienen un sentido práctico, utilitario y suponen la sana ocupación del tiempo libre en la casa, algunas actividades que se ubican aquí son la costura, jardinería, cocina. Ahora bien, las actividades culturales de esparcimiento suponen el crecimiento integral del individuo y un reto para desempolvar el sentido artístico. En este rubro se recomienda asistir al cine, teatro, conciertos, conciertos, espectáculos de variedad, alejándonos de la televisión y las redes sociales. Si esto no es posible por falta de recursos económicos, la lectura de un buen libro puede ser el deleite de una familia completa. Por último, el esparcimiento social, que supone la posibilidad de estar fuera de casa, para tener contacto con personas más allá de su familia; la relación social y el tipo de personas con quienes se relaciona puede estar dirigida por la pertenencia a clubes y/o asociaciones deportivos, políticos, cultural etc. La recuperación del concepto de ocio frente al de ociosidad es una urgencia para que las personas integren en su agenda diaria o semanal alguna o algunas de estas actividades de esparcimiento. Muchas personas se sienten culpables de llevar a cabo acciones de entretenimiento, cuando no han terminado sus “obligaciones laborales”. Inconscientemente dicen que el ocio es algo inútil, que es solo una manera de perder el tiempo; el concepto de ocio se reduce a “no hacer nada”. El reto es doble: a) incorporar el concepto de ocio a la idiosincrasia de las personas, en prácticas individuales y familiares; especialmente en los que son laboralmente activos y extienden su actividad y horarios de trabajo al hogar; y b) reducir el uso de la televisión y las redes sociales, fortaleciendo una agenda de actividades fuera de la casa.

 

 

 

*Profesor-investigador de la Universidad de Colima

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