TAREA PÚBLICA

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REPROBADOS

Por: Carlos Orozco Galeana

Como si faltaran más informaciones para apuntalar la idea de que México transita por un gran bache en su educación,  en la Ciudad de México  se quedaron sin opción de ingresar al bachillerato unos 50 mil jóvenes por no alcanzar el puntaje requerido. El promedio de los 317 mil concursantes fue de 68 aciertos sobre 128 reactivos contemplados en la prueba, es decir, una cifra arriba del 5.0.  Con tantito y más exigentes que se hubiese puesto la SEP, se quedan sin alumnos para el siguiente ciclo varias instituciones de educación superior.

A nivel Unam, ha de saber el lector que los estudiantes que acepta ingresan a licenciatura con un promedio general de 3.5 y 4.5 en una escala de medición de 10. Muchos de esos miles, nuevos ingresantes,  leer y escriben deficientemente.  ¿Sabrán investigar a la hora que sus maestros les comienzan a exigir trabajos donde tengan que pensar un poco más que de costumbre? Si apenas saben expresarse oralmente y por escrito, adivinará usted lo trágico en que se convierte una evaluación mínima para ellos.

En el nivel de educación normal, acaba de informarse que más de la mitad de los aspirantes a plaza no son “idóneos”, es decir, no reúne las cualidades básicas para  desempeñarse como maestros frente a grupo de manera formal, reconocidos por la Sep, y con derechos y obligaciones como antes ocurría.

Al margen de todo ello, debemos preguntarnos sobre lo que está pasando para que nuestros estudiantes carezcan de aptitudes fundamentales para dar ese paso vital hacia las licenciaturas o hacia el profesionalismo y aspirar a labrarse un futuro.  Esto último  está a nivel  de sueño guajiro para millones de egresados que no tiene cabida en el mercado de trabajo, ya sea porque este luce restrictivo o porque los demandantes no tienen la calidad suficiente para cubrir los puestos de trabajo.

¿Por qué nuestra educación luce estancada? ¿Por qué a pesar de que el país ha aumentado su gasto educativo no progresa?  ¿Por qué culpar solo a los maestros del desequilibrio?

La evaluación Pisa nos recuerda lo mal que andamos. Citado por la mayoría de analistas como un referente muy útil, revela que la educación nacional es mal en todos los sentidos, en todas las mediciones, en todas las comparaciones y en todos los niveles. Dato revelador, fundamental:  en mediciones de matemáticas, ciencia y comprensión de lectura para adolescentes de 15 años, México registra el último lugar de la OCDE, pero queda un poco arriba de Argentina, Brasil y Colombia, lo que no debe ser un gran consuelo.   Pero en matemáticas, la cosa está que da escalofrío.  “En el apartado   clave del número de jóvenes que en matemática suman más  de 625 puntos de un total de 800, solo hay 4,500 mexicanos en un universo mundial   de 2 millones de alumnos. Y añaden Héctor Aguilar Camín y Jorge Castañeda en su texto Una agenda para México, pág.93:  La India tiene 140 mil jóvenes  con esos promedios y Corea del Sur 125 mil. Está dicho todo.

Una referencia última sobre este tema son los resultados  de la prueba Planea, que sustituyó a la denominada Enlace: la mitad de los alumnos que terminaron bachillerato se quedó en el nivel uno de matemáticas: solo saben multiplicar o sumar con números enteros y 43 por ciento es incapaz  de comprender información implícita en un texto, reveló la Sep.

El gobierno federal  debe abocarse a examinar y reestructurar planes y programas de estudio, revisar qué es lo que  ha fallado para que nuestros jóvenes no adquieran el aprendizaje para transcurrir de un nivel a otro con buen aprovechamiento. Los maestros se dan cuenta de las deficiencias de los alumnos al comenzar su licenciatura: no redactan en forma entendible un solo párrafo y a la hora de explicar lo que leen lo hacen en forma inconexa.

Si nuestra educación no se recuperar pronto, la brecha entre México y sus socios comerciales aumentará y en la competencia global no le irá bien.  Gilberto Guevara Niebla dijo hace más de 25 años que el país vivía una “catástrofe silenciosa” por su mala educación, y por lo visto, nadie le hizo caso.