RANCHO DE VILLA

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Por José Díaz Madrigal

Todos los martes del año, se observa por la ruta que conduce al Rancho de Villa, a muchas personas caminando a pie para visitar, rendir culto y pedir algún favor o también para pagar mandas y dar las gracias al Señor de la Expiración. Es una tradición muy propia de la gente de Colima que lleva  cientos de años. Esta práctica religiosa de los colimotes, se sustenta  en la fe, los milagros y la devoción que se le tiene al Señor del Rancho de Villa.El Señor de la Expiración, es una imagen que representa a Jesús en la Cruz al momento de morir, de ahí deriva el nombre. Existen en el santuario tres imágenes del Señor de la Expiración: La peregrina que es la representación itinerante que llevan a capillas y sembradíos, La original o el Cristo quemado y la tercera es la imagen que está en el altar.La peregrina como su nombre lo indica, es la que sacan del templo; estando el Rancho de Villa ubicado en un entorno primordialmente agrícola, se le reconoce como un protector para aliviar problemas de sequía; de tal modo que por ese motivo la milagrosa imagen ha salido en peregrinación desde el siglo XVIII, y a partir de entonces se fijó como su día de culto el martes, ya que después de su primera salida regresó al santuario un día martes. Ese es el fundamento el porque los devotos acuden al templo los días martes, para solicitar y agradecer favores. El peregrinar anual de la veneranda imagen, termina con su traslado desde su último lugar en que estuvo, hasta el santuario del Rancho de Villa el martes siguiente al 6 de Enero.En la década de los treinta del siglo pasado, cuando todavía era azuzado desde el gobierno perseguir a los Católicos; agraristas aborregados del cardenismo, incendiaron el altar y las imágenes del Señor de la Expiración y la Dolorosa. Siendo este el Cristo quemado que se venera en el santuario.El Rancho de Villa nació en la época de la colonia, fundado por el jalisciense Jacinto de Villa. Era este un criollo originario de la población de Cocula, donde aprendió a cultivar la tierra y a la crianza de ganado; estando aún joven se enseñó a trabajar la herrería, así como también el oficio de minero; más tarde quizá se enroló en el negocio de los arrieros. El caso es que se avecindó en el chico Colima de aquel entonces, en el último tercio del siglo XVII.Por el tiempo que se estableció en Colima, esta era un villorrio de alrededor de mil habitantes; aquí se desempeñó en diversas actividades, sin embargo la que más ejercía era la de herrero para toda la población; pero sobre todo para el convento de La Merced -no la iglesia que está frente al Jardín Núñez- todavía se observan sus ruinas por la calle Gildardo Gómez, entre 16 de Septiembre y Torres Quintero y, también para el convento-hospital de San Juan de Dios -actual recinto de la logia de Masones- ambos conventos destruidos por el juarismo.Debido a su conocimiento de minería, una persona de la Magdalena -actual Pueblo Juárez- lo invitó a participar en sociedad para la explotación de una mina de por esos rumbos. La primera vez que fue al yacimiento ferroso, pasó a lado de lo que hoy es el Rancho de Villa, quedando embelesado por lo hermoso del lugar. Era este un paraje majestuoso, lleno de robustas parotas, gigantescas higueras y frondosos zalates; con múltiples ojos de agua susurrante y cantarina, poblado de abundante fauna silvestre tales como armadillos, pericos, loros, guacamayas y cotorras escandalosas.De tanto pasar por aquel edén, don Jacinto de Villa se hizo el propósito de comprar el precioso bosque. En Enero de 1701 entra en tratos con el dueño que era José Beltrán, hombre pudiente del antiguo Colima; cerrando la operación comercial de 880 hectáreas en 200 pesos en oro, el día 14 de Enero de ese año. Don José donó todo el importe de la venta del terreno, para las obras materiales de la parroquia de Colima.A pesar de que Jacinto estaba ocupado en la mina, se dio tiempo para trabajar la tierra recién adquirida. Construyó un rancho de pajarete done alternaba con su familia días en Colima y días en el rancho. Así se le fueron agregando nuevos vecinos al rancho. Jacinto era fervoroso devoto de Nuestro Señor Crucificado, levantó un altar para los servicios religiosos del Crucifijo, devoción que heredó a sus hijos y las siguientes generaciones. Siendo este el origen de tan arraigada veneración al Señor del Rancho de Villa.