Las computadoras blancas

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Por: Jonás Larios Deniz*

Con mucha frecuencia escucho los comentarios de queja de aquellos que tenemos cuarenta años y más en relación con “la mala educación” y más específicamente “el deterioro” de los hábitos y costumbres de las nuevas generaciones. Los que rondamos las cuatro décadas de vida recordamos con añoranza las tardes de juegos en las calles llenas de niñas y niños, vigilados por los adultos sentados afuera de las casas. Nos damos cuenta que el mundo cambió y que el siglo XXI, cada vez más urbano y más global, exigió nuevas formas de ser y de vivir. Viene a cuento lo anterior por nuestra constante tendencia a las comparaciones: nosotros no éramos mejores, cada generación es diferente.

En la actualidad, los medios electrónicos y dispositivos tecnológicos han invadido todas las actividades humanas. Las formas de vivir son orientadas o al menos influidas por la tecnología, así que quienes no somos nativos digitales, es decir, que nacimos antes de que la tecnología digital llegara, tendremos que hacer un esfuerzo para comprender las nuevas formas de convivir. No digo que los niños de hoy ya no deben jugar en los parques, o que los equipos tecnológicos deban sustituir las actividades recreativas, afirmo que estamos llegando a una experiencia digital masiva fundamental para el aprendizaje autónomo y la educación a lo largo de la vida. Reciemtemente veo, en el jardín de la colonia en que vivo, niñas y niños usando su computadora blanca, a veces también adultos, que la han pedido prestada a alguno de sus hijos.

Es importante incorporar la tecnología a las vidas de las familias colimenses y de todo el país. El gobierno de Mario Anguiano Moreno ha logrado una conectividad histórica en el estado, por lo que el Gobierno Federal levantó bandera blanca en materia de conectividad en espacios públicos en la entidad. Así lo informaron los medios locales en el mes de febrero de este año.

La familia de la señora Conchita, nuestra trabajadora doméstica, se empoderó con una de estas computadoras blancas. Ni sus hijos, ni ella, hubieran pensado nunca que podrían tener una, porque como ella dice: “las necesidades son muchas y nunca se acaban”. La señora Conchita tiene tres hijos; el mayor trabaja en una empresa ensambladora, el que sigue está en quinto año de primaria y el menor en cuarto. La computadora en cuestión es del segundo hijo, el que cursa quinto año, pero la presta al resto de la familia. El más pequeño ya quiere estar en quinto porque desea con todas sus fuerzas una computadora para él solito.

Recientemente apareció en los principales periódicos del estado la siguiente noticia: “Llegarán a Colima 14 mil tabletas electrónicas para alumnas y alumnos de los quintos grados de educación pública. Serán entregadas en el mes de agosto dentro del programa MiCompu.Mx”. Inmediatamente pensé que la familia de la señora Conchita ahora tendría una tableta electrónica además de la computadora blanca. Si hace un año le hubiera dicho que el gobierno les iba a dar a sus hijos computadoras y tabletas, me hubiera juzgado loco, no me lo habría creído.

En Colima no queda de otra: demos el siguiente paso, así como lo hicimos nosotros cuando niños; vayamos con nuestros hijos a los parques a jugar, a correr, a caminar y también a navegar en el internet para hacer la tarea y para recrearse. Uno de los mayores impactos del programa Micompu.mx es que las computadoras sean utilizadas por las familias completas para avanzar con paso más ágil hacia el México digital, sin complejos, sin excusas, sin pretextos.

Ni las computadoras blancas, ni las tabletas lo resuelven todo, pero en Colima hemos avanzado. Soy optimista, lo sé. Es la opción de vida que decido tomar como educador cada día.

 

*Profesor-investigador de la Universidad de Colima