KINTSUGI

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Rincón de la Conciencia

Por: Antonio Valdés

Para los japoneses, reparar las cicatrices de oro es una cuestión de honor. Rememorar el dolor, el duelo y la pérdida con dignidad es una parte fundamental del Kintsugi. Más allá de la técnica artesanal de unir nuevamente las piezas rotas para recuperar una taza o un vaso, esta filosofía implica un proceso de aceptación profundo.

Quienes tienen heridas de por vida saben que superar el duelo es difícil. Requiere de compostura, disciplina y autoconocimiento. Es así como la técnica artesanal se manifiesta en la vida de los japoneses: el proceso y las imperfecciones no se ocultan, sino que son motivo de orgullo. En lugar de recordarles que alguna vez estuvieron rotos, les reafirma que pudieron sobreponerse a la adversidad —y que hay una marca vitalicia que lo atestigua.

Al igual que la forma de restaurar las heridas de la cerámica japonesa que nació hace muchos años con que le envió este desafío a sus artesanos para salvar dos tacitas que apreciaba mucho por ser herencia de sus antepasados. Y uno de ellos dijo. Resaltemos las grietas las llenamos de oro y la vida es así ¿no? Mire mi señor, no se puede quitar lo que pasó negativo, pero podemos resaltarlo con oro al hombre le gustó la idea y hasta hoy existe el arte del Kintsugi.

También vemos que Dios tiene sus métodos para restaurarnos nuestra vida como pueden ser divorcios, enfermedades que dejaron ciertas secuelas, pérdidas significativas de algún ser querido, sentirnos abusados, defraudados, o lastimados por alguien en que depositamos nuestra confianza. Y para mí eso es la verdadera Resiliencia.

Una persona con Kintsugi o Resiliencia de verdadera, no habla mal de su primer matrimonio, no, no tiene como hablar mal, lo máximo que va a decir es –Aprendí mucho- (él o ella y yo, aprendimos). Porque gracias a esos errores que cometimos es que ahora puedo disfrutar bien mi relación actual, claro si en realidad hicimos Kintsugi. Y no habla mal del pasado porque hizo Kintsugi, lo resaltó con oro y esta incluso agradecido con todo ese proceso de enseñanza. Permite que esa heridas Dios las cure con oro y verás que lo que un día causo dolor ahora produce satisfacción y orgullo.

 

¡Gracias por las cicatrices de oro!

 

*Las opiniones expresadas en este texto de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles CN COLIMANOTICIAS.