Gobierno educador

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Por: Jonás Larios Deniz*

Me gusta que los gobernantes pongan en su agenda de trabajo el tema educativo. Me gusta pensar que la educación sigue siendo la vía para el progreso, sobre todo para quienes no cuentan con capitales económicos o de otros tipos que les respalden en la vida. A la gente que poco tiene no le queda más que creer que la educación los llevará a un estatus de vida mejor o al menos de mayor dignidad.

Entre otras manías, hay una que me caracteriza: empujar a estudiar a las personas que se cruzan en mi vida; por supuesto mis estudiantes, hermanas, hermanos, amigas, amigos, novios, trabajadoras domésticas, vecinas, entre muchos otros. En algunos casos lo he conseguido con mucho éxito. Me toca orientarles, animarles, acompañarles a solicitar informes e incluso a gestionar recursos económicos para solventar los primeros gastos. Puedo ver que les asusta regresar a la escuela cuando se ha fracasado en ella; más aún cuando al fracaso en la escuela se suman los fracasos de la vida.

Nuestra trabajadora doméstica ha concluido en días pasados la secundaria abierta que ofrece el Instituto Estatal de Educación para Adultos, su última asignatura fue Matemáticas, misma que logró aprobar después de varios intentos y muchas pastillas para el dolor de cabeza. Hace unos días la encontré en casa preocupada, enferma. Tiene dolores de huesos, le arden los brazos y un cansancio extremo. “Yo le creo”. Se lo dije con la mayor empatía que me fue posible e inmediatamente aproveché la oportunidad para contarle la historia de Mario Anguiano Moreno, esa que a él le gusta mucho contar en sus apariciones públicas. La historia de un muchacho humilde de Tinajas, que estudió con ahínco y que lo llevó a convertirse en diputado local, presidente municipal y Gobernador del Estado de Colima. Yo volví a escuchar su relato la mañana del miércoles 18 de junio en la ceremonia de entrega de becas a estudiantes en la explanada del Cbtis No. 19. Nuestra trabajadora doméstica se quedó pensando en sus malestares, no obstante, expresó su interés por estudiar el bachillerato y después convertirse en enfermera o abogada. Pero… hay muchos peros. Tiene 39 años, es jefa de familia, un crédito infonavit que pagar, tres hijos que mantener. Hace apenas unos meses logró un divorcio, con muy pocos beneficios para su manutención y subsistencia. Entonces le dije que en Colima tenemos un gobierno educador, que hay becas para gente como ella, que después de grandes tropiezos sueña con tener una profesión. Igual que aquel muchacho humilde de Tinajas que logró ser economista, siendo un ranchero. La señora se animó un poco y me dijo: “Bueno, pero necesito que usted me ayude”.

El discurso del gobierno que educa es simple, pero respetuoso, honesto, franco, interesado en que la señora, que amablemente nos atiende en casa, sueñe y luche para llegar a ser enfermera o abogada.

 

* Profesor-investigador de la Universidad de Colima