De la celebración de la erradicación de la violencia contra la mujer…

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La Panga

Por: Mayahuel Hurtado Ortiz 

El 25 de noviembre estaremos celebrando el Día Internacional para la erradicación de la violencia contra las mujeres, y cada año nos encontrarnos con la misma pregunta ¿Cuándo se podrá decir que vivimos libres de violencia? 

Y es que no podemos olvidar que desde hace siglos es un tema que se ha ido sofisticado, ahora la violencia tiene diferentes nombres o modalidades y es considerada en algunos países un delito que alcanza penas de cárcel máximas, pero son pocas las mujeres que se atreven a denunciar la violencia, y muchas menos las que prosperan en una denuncia, bien sea porque desisten o los sistemas judiciales no cuentan con el presupuesto y personal calificado y suficiente para atender estos temas, como ocurre en nuestro país. 

Pero aún hay mucho por trabajar para lograr esta promesa en el mundo, debido a que un porcentaje muy importante de países, en donde la violencia ejercida contra la mujer es algo que no se considera grave, ni alcanza a ser considerado un delito, sobre todo en aquellos países cuyas costumbres y culturas justifican el que una mujer sea agredida de forma verbal, física, económica y emocionalmente hablando. Es ahí donde diariamente miles de mujeres son agredidas, y  cientos de ellas están en riesgo de muerte, pero los datos fríos nos indican que decenas de ellas acaecieron víctimas de feminicidio. 

António Guterres, Secretario General de la ONU dijo lo siguiente:

“La violencia sexual contra las mujeres y las niñas tiene sus raíces en siglos de dominación masculina. No olvidemos que las desigualdades de género que alimentan la cultura de la violación son esencialmente una cuestión de desequilibrio de poder”.

Definitivamente una postura que justifica años de violencia contra la mujer y desvia el problema central, lo politizar y en nada ayuda a su erradicación, que significa “eliminación o supresión completa y definitiva de algo que es inmaterial, negativo o perjudicial y afecta a muchas personas.

Y le pregunto a usted amable lector, lectora ¿Se ha logrado? 

En nuestro país, sigue siendo una práctica frecuente los diferentes tipos de violencia, resaltando la, sexual, emocional y económica, y en los casos más críticos, la máxima expresión de la violencia: el feminicidio. 

Pero tiene que surgir una noticia de carácter nacional, como la de la joven Alexis, ocurrida hace unos días en Cancun, para que se despierten del letargo que pone en riesgo diariamente a miles de mujeres, que son niñas, adolescentes, jóvenes y adultas, no importa el nivel socio económico, cultural, académico, ni la zona habitacional, mucho menos la educación que recibieron en casa o en la escuela, mujeres siguen muriendo y los Congresos Locales, Federales y el Senado no ha sido capaz con el 50 por ciento de los lugares donde hay  toma de decisiones, cambiar una realidad que ha arrebatado de una familia a una hija, hermana, esposa o madre. 

Las leyes siguen siendo muy blandas para castigar la violencia en sus modalidades diversas, en donde miles de expedientes quedan archivados por falta de pruebas como lesiones, o un mal diagnóstico hecho por el área de psicología, falta de testigos y ya ni que decir si esto es un feminicidio, las investigaciones son lentas, porque el personal de la Fiscalía se tiene que partir en dos o tres o quizás más para atender a los diferentes crímenes que surgen en un día. 

¿Y donde está ese presupuesto que tanta falta hace? actualmente lo encontrará en millones de becarios que reciben ese recurso, que indistintamente su edad, su actividad y su necesidad (a falta de un estudio socio económico real), están recibiendo un recurso que hace falta en educación, salud y seguridad. ¿O dígame usted amable lector, lectora, si cuando usted era estudiante, le pedían un buen promedio y realizaban un estudió detallado para que calificará para una beca académica o deportiva? 

Es impresionante ver como el ejecutivo federal que sí tiene la obligación de velar por la seguridad de los ciudadanos, está más avocado a los apoyos sociales que garantizan un voto el día de las elecciones, que a frenar la incidencia de la violencia contra las mujeres. 

Con todo respeto ahí están las cifras, la toma de decisiones, las mujeres muertas, las leyes blandas y la falta de recursos para que la Fiscalía  realice la investigación y den pronto con los responsables. 

Se requiere de inyectar recursos a las Fiscalías en cada entidad, a las diferentes instituciones que están enfocados en las mujeres, al sector salud y educativo para que orienten y atiendan a las mujeres que están en la espiral de la violencia y lo desconocen, que se cree una unidad especializada en el sector salud que atienda a estas mujeres y de un segundo diagnóstico para que la Fiscalía pueda actuar de manera rápida y certera y que se garantice su tratamiento, porque estar sometida a la violencia no se supera con buenas intenciones, ni viendo un programa televisivo, ni acudiendo a una conferencia.

El daño a veces es tan profundo que requiere de mucho tiempo salir del abismo.

Esperemos que este próximo paquete fiscal que se vota al final del año, los legisladores hagan realmente historia y destinen presupuestos a esta lucha que muchas vidas ha costado.

La forma en como se reaccione al tema, les permitirá a los gobiernos estatales y municipales actuar de manera oportuna y trabajar desde el seno de la familia no sólo con la cultura de la paz, sino además, con la del respeto a la mujer.

Iniciando por las mujeres de la casa, de la cuadra, de la colonia o barrio, de la escuela y de la ciudad, todos dispuestos a proteger a las mujeres, generando comunidades que a través de las redes sociales puedan advertir sobre algún riesgo o buscar de forma rápida a una mujer reportada como desaparecida y ayudar a las autoridades. 

Yo soy una sobreviviente de la violencia, pero no quiero ni siquiera por error, abrir ese baúl de recuerdos, tengo la llave sepultada en un jardín, algún día podré contar mi historia que es de varios episodios, lo haré cuando esté lista, cuando las lágrimas y la impotencia no me recuerden la difícil lucha que tuve que librar para estar viva, para salir adelante, para recuperar mi amor propio y volver a sonreír.

Por eso desde esta trinchera no dejaré de insistir en la lucha de los derechos de las mujeres y la protección para todas.