ALERTA MUNDIAL

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TAREA PUBLICA

Por CARLOS OROZCO GALEANA

Difícilmente pasan inadvertidas las múltiples experiencias que viven este año numerosas regiones del mundo azotadas por huracanes, desbordamientos de ríos, deslaves, temblores, incendios forestales y demás movimientos terrestres, incluyendo desplazamientos territoriales y descongelamientos en zonas frías del planeta.

Todo en conjunto, debiera constituir un motivo de alerta mundial pues en el presente año las condiciones de habitabilidad para los seres humanos han cambiado notablemente. Como ocurre siempre, son los más pobres los que sucumben a la furia de la naturaleza porque no tienen lugares seguros donde vivir y solo esperan que no les toque a ellos lamentar pérdidas de seres queridos, aunque no se han salvado de sufrir daños mayúsculos habitantes de Polonia y Alemania, por citar solo dos países azotados por las inclemencias.

Esas repercusiones climáticas las hemos presenciado en muchas partes. En México, por ejemplo, ha habido sequías, derrumbes de cerro, precipitaciones pluviales increíbles e inundaciones en zonas urbanas y rurales, sin que autoridades ofrezcan explicaciones convincentes ni avisen a tiempo para prevenir los sucesos, si acaso periódicamente investigadores de instituciones educativas de nivel superior, que son confiables porque se basan en parámetros científicos, advierten de los riesgos pero generalmente no les hacen caso. Vivimos en México. Es increíble cómo, por ejemplo, ninguna autoridad pudo prever el desbordamiento del Río Tula en Hidalgo, que inundó un conocido hospital del IMSS y originó la muerte de 14 pacientes de covid. Todas las autoridades se “pasaron la bolita”.

Sin duda el mundo está en peligro, enfrenta una alerta roja por el peligro del cambio climático ha expuesto el presidente norteamericano Joe Biden tras evaluar los daños causados por el huracán Ida en Nueva York y Nueva Jersey. “Tenemos que escuchar a los científicos, a los economistas y a los expertos en

seguridad nacional”. Biden tiene claro que el calentamiento global es hoy una realidad, una amenaza concreta que solo podrá enfrentarse con la ejecución de infraestructura y fondos para una economía verde, pues “los desastres vendrán con más frecuencia y ferocidad”. Y da una pauta por si algún gobierno, incluido el mexicano, quiere caminar por la ruta de la eliminación del peligro del calentamiento global: construcción de centrales eléctricas a prueba de inundaciones, edificios elevados sobre el nivel del suelo y líneas eléctricas subterráneas.

Biden sigue la pauta marcada por la Organización de las Naciones Unidas, que considera que el tiempo de hoy es un momento decisivo para afrontar con éxito el mayor desafío de nuestro tiempo: el cambio climático. Cada día, en diferentes puntos de la geografía mundial, el planeta nos manda mensajes sobre las enormes transformaciones que está sufriendo: desde cambiantes pautas meteorológicas que amenazan la producción de alimentos hasta el aumento del nivel del mar que incrementa el riesgo de inundaciones catastróficas. Los efectos del cambio climático nos afectan a todos. Si no se toman medidas drásticas desde ya, será mucho más difícil y costoso adaptarse a sus efectos en el futuro.

“Los gases de efecto invernadero (GEI) se producen de manera natural y son esenciales para la supervivencia de los seres humanos y de millones de otros seres vivos ya que, al impedir que parte del calor del sol se propague hacia el espacio, hacen la Tierra habitable. Después de más de un siglo y medio de industrialización, deforestación y agricultura a gran escala, las cantidades de gases de efecto invernadero en la atmósfera se han incrementado en niveles nunca antes vistos en tres millones de años. A medida que la población, las economías y el nivel de vida – con el asociado incremento del consumo— crecen, también lo hace el nivel acumulado de emisiones de ese tipo de gases”.

Estas razones, que son una advertencia clara, no pueden ignorarse si en verdad los países desean proteger a sus pueblos de las consecuencias del calentamiento global. Es tiempo de analizar a fondo esta cuestión con la participación de expertos ( muchos jefes de estado son ignorantes del CC ), que marquen caminos nuevos

de cooperación e inviertan en tecnologías nobles desechando las que originan expulsión de gases tóxicos.

Ciertamente, la humanidad está en peligro por las actividades humanas irresponsables. En afán de autoprotección, los foros de análisis que periódicamente se organizan, deben ofrecer seriedad, acatarse los acuerdos tomados so pena de merecer penas económicas que hagan reaccionar a los países incumplidos.

Nos jugamos el todo por el todo. Si bien las actuales generaciones padecen consecuencias del abandono de políticas previsoras y efectivas sobre el calentamiento global, las que las sucedan tendrán enfrente problemas más feroces, al decir de Joe Biden.

Los jefes de estado han de convertirse en verdaderos estadistas, no hacerle al cuento; comprometerse a invertir recursos en forma inteligente, no gastarlos por puro capricho en tecnologías obsoletas, mirar al futuro con las energías limpias. Este es un paso decisivo para proteger a nuestra humanidad.