TONALTEPETL

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Por: Gustavo L. Solórzano

Con cuarenta y siete años de trabajo ininterrumpido, el Ballet Folklórico de Villa de Álvarez es sin duda el más antiguo de nuestro estado. Fundado por  “El Consentido” Manuel Hernández Luna, el Ballet ha sobrevivido gracias al tesón familiar, al gran amor que Manuel le tiene a nuestras tradiciones dancísticas y desde luego a las generaciones de jóvenes que a lo largo de esos años han desfilado por esa destacada agrupación.  Muchos estados de nuestro México, Colombia, Texas, Oklahoma y los Ángeles, por mencionar algunos lugares significativos, han sido testigos del gran profesionalismo que con la representación de nuestro estado, ha realizado el Ballet de Villa de Álvarez, por cierto, llamado así en honor al municipio, nada que ver con que las instituciones gubernamentales.

Recientemente una representación del Ballet asistió a Venezuela y entre otras cosas fueron distinguidos con las llaves de la ciudad. Honor que no sin duda, cualquiera recibe. Con ochenta y dos elementos en la actualidad, el Ballet Folklórico de Villa de Álvarez, tiene en su haber ser el más antiguo en su participación en la Feria de Todos Santos, hoy IFFECOL,  y desde luego en su propia tierra. Diversos mosaicos llenos de colorido musical han sido su mejor carta de presentación. El fuerte apoyo de su familia ha permitido que Manuel siga firme en sus convicciones artísticas y que su sencillez profesional le abra puertas por doquier. Primeros lugares, reconocimientos diversos tanto nacionales como extranjeros, forman parte del acervo profesional de este maravilloso y talentoso Ballet. Indudablemente orgullo de nuestro estado, va desde aquí mi admiración y respeto para la gran familia villalvarense por tener en casa a una institución de tanto prestigio, felicidades Manuel por tu cotidiana entrega y por tu amor a lo nuestro. Adelante con tus éxitos que también son de Colima.

Cambio de tema para hablar de otra prestigiada persona; Doña María Ahumada de Gómez, fue una mujer de temple, de voluntad férrea y corazón noble, amaba a México y nuestras tradiciones. Es sabido que de su propio ingreso costeaba las excavaciones que, en su tiempo, representaban los principios de lo que hoy es el museo de las Culturas de Occidente. “Sabes güero”, me dijo un día, “la realidad es que al gobierno no le interesa nuestra historia, no tenemos ni una ayuda, me dicen que no hay presupuesto”. Naturalmente que a ella eso no la arredraba, por el contrario, era un acicate que le motivaba para seguir en su proyecto, sin duda con tantas carencias sus logros son admirables; si hubiera tenido apoyo tendríamos un museo de grandes dimensiones. Eso sin contar con las piezas que se “perdieron en el tiempo” o  aquellas que se perdieron en la “evaluación” que por en su tiempo les hizo el equivalente al INAH de hace casi cuarenta años.

“Sabes güero, así me decía siempre con afecto correspondido, mandamos las piezas a México para que checaran su antigüedad y nos regresaron copias”. Clara en su lenguaje sabía adaptarse a las circunstancias de su tiempo y sobre todo defender su postura. “prefiero vender alguna pieza para costear la investigación por fuera, que volver a mandarle piezas a los chilangos perdonavidas”. La conocí gracias a mi querido amigo José Luis Ramírez Ramírez, q.e.p.d. quien en ese tiempo trabajaba para la Secretaría de Educación bajo el mando del siempre “Caballeroso” Juan Oseguera Velázquez. Profesor michoacano que amó intensamente a Colima. Juntos iniciamos un proyecto allá por 1985 que consistía en realizar recorridos culturales por los principales lugares históricos de Colima.