PERIODISTAS: VIOLENCIA Y MUERTE

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Después de 27 años de vida, el periódico Norte de Ciudad Juárez anunció el cierre de su edición impresa ante la inseguridad  y la falta de garantías para elaborar su trabajo. El asesinato de Miroslava Breach,  así como la  violencia  contra los periodistas en general, han impedido que en ese diario haya libertad para hacer libremente el trabajo periodístico.

“He tomado la decisión de cerrar este matutino debido a que, entre otras cosas, no existen las garantías ni la seguridad para ejercer el periodismo crítico, de contrapeso” explica el texto de despedida firmado por el dueño del periódico Oscar A. Cantú Murguía.

“Todo en la vida tiene un principio, un fin y un precio que pagar. Y si este es la vida, no estoy dispuesto a que lo pague ni uno más de mis colaboradores, tampoco con mi persona” añade el editor.

En su adiós el periódico sostiene que “se nos dejó solos” en su lucha por evidenciar la corrupción del mal gobierno. “En estos 27 años, con sus muy honrosas excepciones, se nos dejó solos. Luchamos contracorriente, recibiendo embates y castigos de particulares y gobiernos por haber evidenciado sus malas prácticas y actos de corrupción, que solo jugaron en detrimento de nuestra ciudad y de quienes habitamos en ella” señala el impactante editorial.

El asesinato de Miroslava Breach se produjo cuatro días después del ataque contra Ricardo Monlui, otro periodista que murió a tiros en el Estado de Veracruz el pasado 19 de marzo. Cecilio Pineda, un periodista del sureño Estado de Guerrero, fue ejecutado también el pasado 2 de marzo. Con estas muertes suman ya 30 periodistas asesinados durante el mandato de Enrique Peña Nieto. Según organizaciones de Derechos Humanos, 123 informadores han muerto desde el año 2000.

El lector conoce que la actividad periodística es una de las más peligrosas que se practican en América Latina. Detrás de cada crimen, hay intereses que juegan a favor de que las cosas no se toquen. Los comunicadores han sido ejecutados incluso en sus centros de trabajo, adentro o al salir de sus hogares y es claro que cada uno de esos hechos deleznables es bestial y  conlleva intimidación.

En la mayoría de los casos, hay omisiones de los gobiernos para averiguar qué causales influyeron en la eliminación de periodistas. De hecho, como dijo el reconocido escritor  Sergio González Rodríguez,  fallecido este domingo  2 de abril,  los ciudadanos tocan a las puertas de las instituciones y no hay nadie que  responda detrás de las mismas. Todo es aridez, el Estado con su silencio e inefectividad para hacer la justicia,  se hizo del lado de los violadores de la ley. Además, en los últimos tiempos  quien quiere callar para siempre  a un periodista sabe que puede hacerlo sin recibir  castigo.

Es lamentable la desaparición de  cualquier diario en el país que tenga un compromiso real de servir y orientar a la sociedad, como El Norte de Juárez. Es un pésimo mensaje que manda a sus ciudadanos el recién desempacado gobernador Javier Corral que como senador y diputado federal era un  gallito de  pelea ante poderes fácticos como Televisa pero que como mandatario deja mucho que desear. Corral está acorralado y asustado. Casi para terminar este comentario: la Comisión Nacional de Derechos Humanos expuso que en los últimos seis años de 798 agresiones a periodistas, solo en tres casos  se ha dictado condena.  ¿Así o más impunidad?

Es lamentable que sucumba la libertad de expresión al influyo de las balas y que los medios callen ante amenazas que pueden materializarse con bastante facilidad. Lo sabe bien Oscar Cantú, que da un paso de costado y ve por la vida propia y la de sus compañeros diaristas.

¿Qué tendrá que ocurrir para que cesen las agresiones contra periodistas en México? Que se haga valer con firmeza el Estado de derecho, se destierre la impunidad, se proteja a los medios y periodistas y se haga la justicia.