Un Armeritense, 40 Años Abriendo Caminos

    0

    Nacido en 1944 en Armería, del pequeño estado de Colima, casado con una mujer de Chihuahua, Blanca Estela González, que conoció en la Ciudad de México; cinco hijos, tres de ellos casados y cuatro nietos que viven en Chihuahua capital, don Efrén Mirando, bautizado cariñosamente como don Sonrics, toda vez que lleva siempre en sus labios una sonrisa cubierto con un bigote cano, y unos ojos vivarachos, expresión de felicidad, a pesar de las adversidades de su vida, llegó a Chihuahua en 1968 a la edad de 28 años, ya con la especialidad y experiencia de operador de tractores, acumulados en el Distrito Federal y otros estados de la República, a donde lo mandaba la compañía El Águila, en la cual trabajó varios años.

    En la vida, infinidad de cosas son difíciles. Se muere uno y no terminamos de aprender. Hay cada día cosas que aprender, pero el cansancio y la edad la van desapareciendo, matizó con sabias palabras don Efrén Miranda, cuya experiencia vivificante acumulada en el trajín de la vida en la Sierra, la sostiene al citar el refrán del artista México americano Anthony Queen, nacido en Camargo, Chihuahua: Si las cosas se hicieran fácilmente, cualquiera las haría.

    Conocido en Obras Públicas de Gobierno del Estado como uno de los mejores elementos responsables que conduce cualquier maquinaria pesada en el trazo de caminos, además peleado por los residentes regionales, porque saben de su capacidad y compromiso en el trabajo, comentó el director de Obras Públicas del Municipio de Guachochi, Antonio Hernández, quien recordó el primero y último accidente, de las siete veces en que estuvo a punto de perder la vida en la Sierra Tarahumara don Efrén.

    El primero fue en el municipio de Ocampo en 1977, cuando se fue a un barranco de 200 metros de profundidad con todo y máquina. Una piedra agarró la banda y sacó del camino al tractor, cayendo a una ladera. Sólo sufrió algunas heridas y estuvo en reposo algunos días y volvió al trabajo en cuanto sacaron el tractor de la ladera, dijo sonriente don Efrén Miranda.

    El último percance fue el pasado 4 de noviembre del 2009, entre Puerto Bichi -encuerado/desnudo, en rarámuri-, y El Naranjo, en la región de Wérachi, donde están abriendo otro camino de terracería. Esa mañana, indicó Miranda Ávila, se sentó el cerro y se vino un desprendimiento de piedras o un tajo sobre el tracto en el momento que conducía el tractor Caterpillar Efrén Miranda. En esa ocasión no sufrió heridas, sólo el susto. Ocho días duró enterrado el tractor entre piedras y tierra deslavada de un risco por donde abrieron camino rumbo a El Naranjo, dijo el entrevistado el pasado domingo 17 de enero en plena acción, cuando laborada el pesado “mamut” de 30 toneladas.

    Otras anécdotas de Miranda Ávalos, de 66 años, fue la de Témoris, municipio de Guazapares, entre1986 a 1995, “donde no me dejaron salir durante 9 años. Allí trabajé en comunir a las comunidades con varios kilómetros en la Sierra Tarahumara. Salía y entraba otra administración, y no me soltaban; me volvían a contratar”, dijo contento don Efrén Miranda. Igual trato recibió en el lejano municipio de Chínipas, donde abrió brechas por barrancas y montes de aquella región septentrional de Chihuahua, que colinda con el estado de Sonora.

    Desde que cayó a Chihuahua, trabajó para el Gobierno del Estado, luego de que desapareció la empresa El Águila. Hubo un grupo de 16 personas que se quedaron sin trabajo, y por su experiencia en el manejo de maquinaria pesada, iniciaron labores con el Gobierno. Nos pusieron a prueba 10 años con trabajos eventuales, indicó el experimentado tractorista que a la edad de 16 años empezó a la aventura de trabajar en el DF procedente de Armería, Colima. Ya a esa edad trabajaba dragas, palas mecánicas, trascavos, motoconformadores y camiones muy grandes y pesados.

    “Antes eran trabajos muy pesados. No había sistemas computarizados. Ahora todo es automático, hidráulico. Antes había que rifársela. No tan fácil te daban una máquina. Gracias a Dios nos ha gustado ser entrometidos”, expresó Miranda Ávalos en la cima de una montaña, a la cual le está quitando pedazos de piedra y tierra para abrir la brecha a El Naranjo.

    “Para abrir caminos por las abruptas barrancas y montañas de la Sierra Tarahumara -asentó don Efrén Miranda- como la de Puerto Bichi a El Naranjo, que llevan un kilómetro con 800 metros avanzados en 4 meses -falta la mitad-, se han hecho siete retrocesos sobre las pendientes para nivelar la carretera en la cuesta. No tiene fin picando cerros de piedra. Se va barrenando para hacer la voladera y meter el tractor, trabajando en terreno muy pendiente sobre la barranca, con el apoyo de tres compresores y dos pistolas -taladros- para barrenar la piedra y utilizar explosivos”, explicó.

    El “viejo zorro” de los caminos serranos, don Sonrics, llegó a Guachochi en 2002, para aventarse la carretera de Cumbres al río Wérachi en un tiempo de 3 años y cuatro meses, abriendo 30 kilómetros, aproximadamente, entre pendientes y voladeros de las barrancas subtropicales, donde trazó una carretera que se atisba serpenteada hasta llegar al río Wérachi; una rúa de terracería con futuro turístico, motivo por el cual se iniciaron trabajos de pavimentación en la localidad de Agua Blanca, indicó a su vez el director de Obras Públicas del Municipio, Antonio Hernández.

    También Miranda Ávalos trabajó durante dos años abriendo la carretera de 13 kilómetros de El Cebollín -montaña- a Guacayvo -subtropical- del ejido de Samachike, entre 2008 y 2009, con lo cual los pobladores, ahora subirán y venderán sus frutas tropicales a las comunidades de la montaña. Lo mismo harán los serranos de El Naranjo cuando se termine la carretera que están abriendo, para comunicarlos con Guachochi”, dijo don Efrén Miranda.

    Campamento, alimentación y compañerismo en medio de la Sierra

    Los nueve trabajadores, incluida una cocinera, tienen un campamento a la orilla de la carretera Guachochi-Wérachi, en la frontera de las zonas montañosa y subtropical, cerca del Puerto Bichi. Ahí pernoctan, comen, descansan y se entretienen jugando al volibol o leyendo novelas y periódicos. Reciben las sagradas tres comidas al día que les prepara Neyma Palma Ramírez, cocinera oficial que inicia labores a las 5 de la mañana, para que el desayuno esté listo a las 6 de la mañana; a la 1:00 pm, prepara la comida y a las 7 de la tarde, tiene listo la cena o a la hora que lleguen.

    Tras indicar doña Neyma Palma, rodeada de trastes, mesas, sillas, estufa de leña y diversos utensilios de cocina, que no tenemos comida para vender, pero a los transeúntes que pasan por la carretera y piden agua o comida les brinda sin cobrarles. Prepara tortillas -remekes de harina y maíz que siempre tienen hechas-, frijoles, carne dos veces por semana, huevos variado con carnes frías, hasta con machaca y todos los diversos sabrosos guisos entre semana, sin faltar nunca el Nescafé, que a cualquier persona que llega a visitarlos, le franquean, como se observó el pasado domingo 17 por la mañana, luego de entrevistar a don Efrén Miranda, cuya alegría y narraciones de sus aventuras recuerda doña Neyma Palma.

    http://www.oem.com.mx/elheraldodechihuahua/notas/n1491473.htm