Por: Gustavo L. Solórzano
Cada vez que la tierra manifiesta su poder, nos hace recordar nuestra fragilidad. Ni títulos, ni propiedades, ni cargos y menos el dinero, son factor para hacernos invulnerables a la reacción de la naturaleza. Si bien es cierto, según los expertos, tiembla todos los días, afortunadamente la mayoría de movimientos terrestres son imperceptibles, por lo leve de los mismos. Sin embargo, cuando la tierra se expresa de manera distinta, nos dobla hasta la conciencia. Ante ello, es necesario que hagamos un esfuerzo como sociedad, y tener un plan de emergencia familiar, ante cualquier contingencia. Ya que, sobre ese tema, Colima tiene para dar y prestar.
Conforme se mueven las piezas en el ajedrez político, algunos ciudadanos manifiestan, en el uso de su libre albedrío, toda la pobreza que habita en su interior. Como ya lo he señalado, las redes sociales se convirtieron en un arma de dos filos. Por un lado, son un foro útil para ayudar a personas que se ven afectadas por situaciones diversas y por el otro, se convirtieron en el basurero de las mas bajas pasiones. Solo basta tener una maquina y en muchas ocasiones un perfil falso, para liberar el negro potencial que refleja nuestra modesta idiosincrasia.
Naturalmente, repito, en la protección del anonimato de grupos formados en las propias redes sociales. Lamentable, porque además de mostrar el verdadero rostro, quienes ofenden al “aire”, en muchas ocasiones pierden las relaciones y las buenas amistades. Cosa que poco importa ante los embates del ego, pues para ellos, lo único importante es imponer su criterio, mediante argumentos dolosos y resentidos, que jamás dirían estando frente a frente con la autoridad. Obviamente, lo anterior vulnera la paz y la tranquilidad, rompe con la armonía y como dice Jorgito, “a esas personas las conocen como la glorieta, todos le sacamos la vuelta”.
El chistoso, el alegativo, el sabelotodo, el influyente, el convenenciero, el resentido, el de apellido de abolengo, y un largo renglón de etcéteras, adornan la lista. Ciudadanos todos, mexicanos y en este caso, colimotes, que viven peleados consigo mismos. Personas valiosas que pierden el rumbo y que quizás ante la ilusión de obtener un puesto, o por lo menos entrar en la próxima nómina, enarbolan banderas desde la pérdida de estribos. Y desde luego que todo ello es válido, finalmente vivimos en un México libre, en donde la censura a la libertad de expresión no existe. Un Colima en donde todos nos conocemos y nadie puede tapar el sol con un dedo. Un estado bien comunicado, próspero y en donde a pesar de las circunstancias, se vive bien.
Por eso pienso, si con el mismo afán que criticamos, buscáramos el bien, otro gallo nos cantaría. Es necesario abonar diariamente a la concordia ciudadana, hacer a un lado intereses personales y pensar en un beneficio común. Sí, me queda claro que no es algo sencillo y que seguramente para muchos parecerá utópico. Mas no irrealizable; x día una persona subió un mensaje a uno de los grupos en los que participo, decía que quedaba prohibido perder amistades por la política y pleno de buenos deseos, cosa que me sorprendió gratamente, viniendo de una dama. Lo lamentable viene al final, pues luego de tan buena propuesta, en una expresión de baja comicidad, termina mentándole la madre al presidente. Concluyo, ¿Así es como quieren gobernar los de otros partidos? ¿Serán sus propuestas la diatriba, la descalificación, la intolerancia y la censura?
ABUELITAS:
No más basura digital, seamos gente de nuestro tiempo. Es cuánto.
*Las opiniones expresadas en este texto de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles CN COLIMANOTICIAS.