TONALTEPETL

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Por: Gustavo López Solórzano

In extrema necessitate omnia sunt communia. “en casos de extrema necesidad todas las cosas son comunes” santo Tomás de Aquino.

Hoy es el Día Nacional de Protección Civil, en memoria de los caídos en el terremoto del 85 y las consecuencias derivadas de ello.

Mi madre nos contaba que cuando se presentó el ciclón del 59 ella estaba embarazada; por necesidades propias de casa tuvo que salir al mercado y tenía que irse agarrando de las ventanas y puertas a su paso, pues las rachas de  viento amenazaban con tirarla, además de que el paraguas era más un estorbo que ayuda, pues el viento lo volteaba hacia atrás y citaba que había caído tanta agua como nunca en su vida.

En el año de 1985 conocí al maestro Juan Michel Figueroa, después conviví con algunos miembros de su familia, con quienes  hasta la fecha conservamos una sincera amistad. Él fue presidente de Minatitlán (1959-1961) cuando el ciclón Linda, azotó a nuestro estado el 27 de octubre de 1959 y afectó severamente al municipio que el gobernaba en ese entonces; viviendo con ello, una experiencia humanamente devastadora que marcó su vida para siempre.

El Prof. Juan Michel desempeñaba a sus 29 años una de las más altas responsabilidades que un ciudadano puede tener en su municipio, según me platicó en una entrevista radiofónica que le realice allá por 1988 en la desaparecida XEBCO. En ese entonces él era padre de dos niños Cesar de 5, Arnoldo de 3 y una niña, Guille de 1 año; docente de profesión alternaba sus compromisos personales con la difícil tarea de ser alcalde en sus primeros diez meses.

“Ante los estruendos del aguacero, me levanté para abrir el portón y darme cuenta como estaba el tiempo, inmediatamente me di cuenta de la crecentada, el agua era amarilla, me dije, esta agua es del cerro, quise cerrar el portón y no podía por la fuerza del viento” así recuerda el Prof. Michel Figueroa su primer encuentro con el meteoro en ese fatídico día. En la amena charla que tuvimos el Prof. Juan Michel recuerda que fueron más de trescientos los muertos, “levantamos 160 actas de defunción por razones de herencia, pero en realidad fueron los que te comento”.

“La tierra lloraba sangre”, recuerda el Prof. Michel, “el lodo tenía un metro de altura y los animales que la corriente había arrastrado quedaron atrapados en ella, mucha gente también” por momentos guardaba silencio remontándose a los hechos ocurridos y a lo difícil que fue para el tomar decisiones en las circunstancias vividas. “la gente tenía hambre, por la noche salimos a buscar gallinas que estaban entre los árboles, para repartirlas posteriormente entre todas las personas, si alguien encontraba un puerco iban y me informaban para que yo decidiera; entonces les decía, mátenlo y repártanse todo, yo mandaba un policía para que se respetara la orden”.

En nuestra conversación, más de una vez los ojos del Prof. Juan asomaban lagrimas contenidas, “Una mañana me llamó el Mayor que estaba al frente de la partida militar; ahí le hablan presidente, cuando acudí al llamado me di cuenta que era una persona de nombre Tomás, había ido a reclamarme un puerco que ya había sido repartido y quería que yo se lo pagara, entonces le dije, oye Tomás, ¿ya recibiste cobijas, ropa, asistencia médica? Me contestó que sí, ¿aun así quieres cobrarme?   Mira, In extrema necessitate omnia sunt communia. “en casos de extrema necesidad todas las cosas son comunes” con esas palabras desistió de su intención”.

Hoy el Prof. Juan Michel Figueroa, vive disfrutando su jubilación con su esposa, 11 hijos, 33 nietos, y se prepara para celebrar el aniversario luctuoso número 54 de aquel lamentable suceso cuyo recuerdo perdura en su memoria como si fuera el primer día, y que el narra en su libro “Crónica de un Ciclón Anunciado” mismo que publicó con el apoyo del Gobernador Silverio Cavazos en febrero del  2007, “sembró muerte y destrucción el arroyo los copales, cientos de nuestros y heridos, casa y animales”. Es cuánto.