TAREA PÚBLICA

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PURIFICAR LA POLITICA (El diálogo, bálsamo contra la intolerancia y la indiferencia).

CARLOS OROZCO GALEANA

Uno de los componentes centrales de la democracia es el diálogo, mediante el cual suelen resolverse los problemas más penetrantes de una sociedad. Permite construir y agrandar posibilidades de entendimiento entre grupos o personajes que piensan distinto y tienen intereses contrapuestos.

En las democracias europeas, es una delicia ver cómo se dialoga a fondo y en términos virtuosos. Tienen siglos haciendo eso, y por ello han avanzado en los rubros que debe atender un gobierno. Sus políticos han aprendido a negociar y ceder según sea el caso y las formaciones políticas que no logran sus fines no son llamadas derrotadas ni “traidoras a la patria”. Quien piensa distinto a los del poder, no es ninguneado ni perseguido por quienes lo tienen.

En México pasa al revés: quienes disienten de los regímenes de turno, son juzgados y señalados como “vendepatrias”, reaccionarios, conservadores, neoliberales. Claro, hay disensos que están lejos de ser un argumento de generosidad o solidaridad que busque la mejoría de los más necesitados. Pero lo que prevalece al final es la descalificación mutua entre los que tienen el poder y los que aspiran a conseguirlo.

En nuestro terruño, que es el que nos importa más, estamos hastiados de vivir en medio de una política de callejón, malsana, de desconfianza, de todos contra todos porque la justicia no se manifiesta y los malandrines se salen con la suya. La simulación y la mentira en el espacio público son como un método infalible para confundir; las componendas entre facciones en lo “oscurito” son el pan de cada día. Salen incluso con aberraciones como esta : las mayorías mandan y las minorías deben obedecer.

Transcurrió la elección de 2021 y no se avizora una época mejor porque el submundo democrático no permite salir de la mediocridad. Se cuidan ante todo las parcelas de poder, chicas o grandes. En cada político (a) hay un

tribunal. El “bueno” es cada uno y, los malos, los de enfrente. Que cambien los demás, yo (nosotros) estoy bien.

En esas circunstancias, la Secretaría de Gobernación inició aquí rondas de diálogo con los partidos políticos, comenzando con el Pri. El propósito inmediato es averiguar “ como está la gobernabilidad democrática en todos los ámbitos” y “buscar coincidencias para sumar esfuerzos y encontrar soluciones ” en diversos ámbitos de interés (derechos humanos, educación, salud, y otros más ).

Arnoldo Ochoa, presidente del tricolor, dijo en esa Mesa que entre los temas está el de seguridad, y se pronunció porque haya coordinación entre instituciones para que la responsabilidad contra la delincuencia organizada o del fuero común sea compartida. En un segundo punto, AOG afirmó que el Pri mantendrá su interés en la modificación del Pacto fiscal que determina para las entidades participaciones injustas que no están en concordancia con lo que generan económicamente.

En términos generales, pues, es un buen esfuerzo de la Secretaría de Gobernación alentar la participación de los partidos políticos y de otros actores de peso en la conformación de un ambiente más favorable para la gobernabilidad. Ojalá resulte útil a la larga.

Tenemos que aspirar, en nuestro pequeño estado, a un ambiente benévolo de donde surja y se afiance la tolerancia, la pluralidad y el entendimiento entre todas las fuerzas políticas. Los dirigentes de los partidos son políticos profesionales y tienen que dar ejemplo de ecuanimidad. Deben tener convicciones firmes, conocer aspectos doctrinarios para que los ejerzan en sus actividades y se guíen por sus principios, sin traicionarlos.

Esos comportamientos fortalecerían el nivel de discusión pública y permitirían desahogar y resolver los asuntos por más complejos que sean, como los presupuestales o los financieros. La misma gobernadora encontrará en esos arreglos el ambiente propicio para aplicar la agenda que marca el desarrollo y el crecimiento económico, la mejoría en salud, la ampliación en educación, el respeto a los derechos humanos, el mejoramiento de la seguridad quizás.

El diálogo, insisto, es muy útil porque se relaciona con la existencia del otro, de la contraparte, y provoca la posibilidad de construir acuerdos basados en supuestos comunes. Por lo tanto, y de acuerdo con algunos estudiosos, “la actividad política está en un espacio público en donde los ciudadanos pueden encontrarse, intercambiar opiniones y confrontar sus diferentes puntos de vista, buscando una solución consensual a sus problemas colectivos”( INE, CUADERNOS). Desde esta óptica, la política representa el espacio de la presencia común, en donde pueden surgir, articularse y ser analizadas cuestiones de interés público desde diferentes perspectivas.

Si se quiere asegurar la convivencia civilizada basada en el respeto y la escucha mutuos, debe desecharse el monólogo y la indiferencia, entendidas ambas actitudes como la negación de uno u otros actores y, en casos extremos, como una negación recíproca. No debemos olvidar que estos comportamientos se encuentran en la base de todas las intolerancias.

La iniciativa de la Secretaría de Gobernación de dialogar con los partidos constituye esencialmente una valiosa oportunidad para darle claridad y funcionalidad a la política. Ojalá veamos pronto resultados positivos de ese ejercicio. Que no quede ese intento de que seamos civilizados en un fracaso más.