Segunda Cruzada Nacional de Alfabetización

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Por: Jonás Larios Deniz*

En 1944, el presidente de la República Manuel Ávila Camacho emprendió la Primera Campaña Nacional de Alfabetización en nuestro país, en ese entonces el 48% de los habitantes era analfabetas, un total de 9´475,075 personas; la estrategia tuvo como instrumento pedagógico fundamental la cartilla de alfabetización 1944-1946 que derivó de la Ley de Emergencia (Escalante, 2013, pp. 155-162 en Revista Mexicana de Historia de la Educación). Cabe señalar que aunque la campaña se estimó con una duración de dos años, fueron necesarias casi tres décadas para abatir el rezago educativo en cuestión. Se consideraban analfabetas quienes no sabían leer ni escribir, o bien, que sabían leer pero no escribir.

El 21 de agosto pasado, la Secretaría de Educación Pública anunció una segunda cruzada alfabetizadora, que se denominó Campaña Nacional de Alfabetización y Abatimiento del Rezago Educativo para el período 2014-2018. En esta ocasión la meta es enseñar a leer y escribir a 2.2 millones de personas. La cruzada plantea también que 2 millones de personas terminen la primaria y 3 millones concluyan la secundaria. Así fue informado por el Secretario de Educación Pública Emilio Chuayffet Chemor. Se advierte que el esfuerzo tendrá que ser de todas las instituciones educativas, en todos los niveles del sistema educativo mexicano.

La noticia es relevante y vale la pena que se tome con seriedad por todos los que nos dedicamos a la educación porque representa la posibilidad de enfrentar el rezago educativo acumulado en las últimas tres décadas en grupos con alto nivel de vulnerabilidad, además exige la articulación de recursos y energías de todas y todos los que participamos del proyecto educativo nacional. Será obligatoria la crítica a la cruzada, pero no sin haber emprendido el trabajo que a cada quien nos corresponda. Vendrán las mofas para las autoridades educativas a nivel federal y local porque no tienen grado de doctor, porque no alcanzan el nivel de intelectuales, por algún rasgo personal o familiar del presente o del pasado, por sus aspiraciones políticas o cualquier otra situación que los usuarios de las redes sociales, e incluso algunos comunicadores, plantearán como suficiente para denostar la aspiración sexenal en materia educativa. Es posible que, incluso, se les llame analfabetas, haciendo uso del concepto central de la campaña.

Es necesario que aportemos a la causa. Quienes tienen familia, vecinos y amigos que no sepan leer y escribir, o que no hayan concluido primaria o secundaria deben adoptar la cruzada como una acción de justicia necesaria para crecer como nación. Debemos animarlos, darles permiso en los trabajos, cuidarles los hijos mientras acuden a clase, llevarlos al centro educativo, ayudarles con la tarea. Sobre todo hacerles saber que su rezago educativo no tiene por qué ser un fracaso de por vida. Ahora bien, los que emprenderemos la labor alfabetizadora debemos tener claro que no es un trabajo del Presidente de la República o de los Secretarios de Educación federal y estatal. Es una tarea de todas y todos. El cumplimiento de estas metas requiere nuestra formación pedagógica. Exige además patriotismo para construir una nación más fuerte, con 7.2 millones de mexicanas y mexicanos rescatados del rezago educativo. ¡No más guerras! ¡Emprendamos la segunda cruzada alfabetizadora!

 

* Profesor-investigador de la Universidad de Colima