MIENTRAS, HABLEMOS DEL CAFÉ

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Por: Noé Guerra Pimentel

La palabra “café” proviene del término turco kahve, a su vez, procedente del árabe, qahwa, a través del italiano. ​ El término árabe sería una abreviación de la expresión qahhwat al-bun o planta de café. Un posible origen de la palabra se encontraría en el Reino de Kaffa en Etiopía, de donde procedería la planta del café; su nombre allí es bunn o bunna. La historia del café se remonta al siglo XIII, aunque el origen del café sigue sin esclarecerse científicamente, se cree, aunque eso es lo que dice la tradición, que los ancestros etíopes del actual pueblo Oromo fueron los primeros en descubrir y reconocer el efecto energizante de los granos de la planta del café; ​ sin embargo, insisto, no hay evidencia que diga en qué parte de África crecía o qué nativos lo habrían usado como estimulante o incluso conocieran su existencia antes del siglo XVII, apenas en el 1600 de nuestra era.

Si bien tampoco hay datos definitivos sobre la introducción del café en el ahora México, nuestro país desde 1821, existen algunos datos dispersos. Se sabe que en 1796, a finales del siglo XVIII, Antonio Gómez, trajo de Cuba a la región de Córdoba, actual estado de Veracruz, los primeros cafetos que hubo en lo que era aquel virreinato hispano, y que el 16 de mayo de 1808 llego a Coatepec, Veracruz, café procedente de la Habana, Cuba, según describió Mariano Contreras en “Historia del cultivo del cafeto en el ex cantón de Coatepec, Veracruz”, en ese tiempo de cultivo de esta planta debía tener ya varios años de presencia y arraigo en nuestro territorio, pues se encontraba extendido también en otras zonas novohispanas.

Por ejemplo, en marzo de 1809 Jaime Salvet solicitó ser eximido del pago de derechos reales y diezmos sobre el café que produjera en sus haciendas de San Diego de Barreto y de “nuestra señora del Rosario xochimalcas”, de la jurisdicción de Cuernavaca, hoy estado de Morelos. (En mayo del siguiente año, 1810, Salvet tenía en viveros cerca de 350 mil plantas próximas de trasplantarse.) En respuesta, el cabildo eclesiástico metropolitano de México se opuso a ceder a dicha petición, porque en el partido de Ahualulco del obispado de Oaxaca se sembraba y se cosechaba café desde 1800, mismo por el que se cobraba y pagaban derechos a manera de diezmo bajo el control monopólico de la iglesia católica virreinal.

También en el pueblo de Acayucan, de la misma jurisdicción eclesiástica, pero perteneciente a la intendencia de Veracruz, se recogía café desde 1808, por el cual Pedro Moscoso pagaba diezmo, igualmente se mencionaba que ya se cultivaba el cafeto en Xalapa y en la costa de Veracruz. En la parte occidental del país, el general Mariano Michelena introdujo a la entonces intendencia de Valladolid, actual estado de Michoacán, semillas de café procedentes del huerto de Moka, Arabia, en 1828, material vegetativo del que provinieron los cafetos cultivados en la hacienda del mismo general, en Ario de Rosales y desde ahí se propagó el cultivo a Uruapan y a otras zonas; quizás incluso a la Villa de Colima por conducto del señor Ignacio Ochoa que lo distribuyó para su explotación en inmigrantes europeos como Arnold Vogel que lo cultivó con éxito en su finca de San Antonio, apunta Ponce de León.

Por lo que toca a su explotación, de acuerdo con datos publicados por Miguel Lerdo de Tejada -hermano de Sebastián, el sucesor de Juárez en la presidencia-, sobre el comercio de México, por el huerto de Veracruz salieron 272 quintales en 1802; 493 en 1803 y 336 en 1805. Casi 86 años después de la introducción del cafeto, en 1882, México, ya como república y en pleno porfiriato, pasó a formar parte de los países exportadores de café con envíos importantes al mercado internacional, de entonces a la fecha con sus altas y bajas ha continuado la exportación. Hacia 1888 se produjo un súbito desarrollo de la caficultura regional a causa de que la exportación de la grana bajó repentinamente al aparecer las anilinas químicas y al invadir la broca a los extendidos cultivos de café en Brasil. Estos hechos estimularon en México la producción del café, lo que motivó que muchos sembraran.

Igual que antes a Colima y otros lugares del país, la relativa tranquilidad de la última década del siglo XIX, y las facilidades otorgadas por los gobiernos para la colonización de tierras comunales durante el porfiriato, influyeron para que alrededor de 1890 llegaran a Chiapas europeos para dedicarse al cultivo del café. Al Soconusco, por ejemplo, llegaron alemanes, españoles e ingleses de Guatemala, los que consolidaron y expandieron el cultivo en aquella región más que en otras. Con esta base, en 1900 pudo exportarse casi 6 veces más que 18 años antes. Más tarde la exportación se estancó. Pero en 1928 se elevó y en 1949 registró un alza importante. No obstante, el aumento masivo de la producción en Brasil y en otros países como Colombia, Costa Rica y el Salvador, en la década de los años 50s del siglo pasado, causó la caída del precio, lo que obligó a muchos a dejar este cultivo.

Notas tomadas de: Romero, Matías. “¡Cultivo del café en la costa meridional de Chiapas!”, 1875. Ponce de León M. Miguel. “Cultivo del café en Colima”, 1874. Herrera, Rafael. “Cultivo del café en Córdova”, 1875. Hernández, Camilo. “Cultivo del café en Coatepec”, en 1875. García Abarca, Pablo. “Cultivo del Café en Michoacán”,1875.