La difícil vida de los desplazados por la guerra en Michoacán

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Luis Rosales Chávez|COLIMANOTICIAS

Tecomán, Col.- La petición de ocultar sus nombres y no revelar la localización exacta de su vivienda, es la muestra de desesperación y miedo de esta familia de 5 integrantes provenientes de Aguabuena, Apatzingán; que huyó de su hogar ante la escalada de violencia que se vive en Michoacán, y que ahora están asentados en Tecomán.

Éstas personas son las otras víctimas de esta guerra: aquellas no mueren a manos del crimen organizado, sino que sufren la tortura y la penuria de ser desplazados con miedo de sus lugares de origen y apartados de sus seres queridos en refugios temporales llenos de pobreza y carencias.

En esta familia, conformada por los dos padres, dos hijos y la esposa de uno de estos, la madre es quien explica el motivo de su éxodo: “por la inseguridad y el miedo de que ya no puede vivir uno tranquilo allá”. Hacía dos meses que llegaron a Nuevo Caxitlán, Tecomán.

Cerca de dos meses permanecieron ocultos por el miedo y la desesperación. Dos meses permanecieron sin pedir ni recibir ayuda. Ningún integrante de esta familia había decidido buscar ayuda hasta ahora, donde hoy el DIF municipal de Tecomán les proporcionó despensas y cobertores.

Dos meses permanecieron sin trabajo, añorando los días en Aguabuena, Apatzingán; donde la señora vendía cena los viernes y sábados, y menudo los domingos. Donde sus hijos trabajaban en el corte de limón y como ayudantes de albañiles. Hace apenas un par de días que comenzaron a rehacer su vida trabajando en el corte de pepino.

Su vida es pobre y difícil: su casa, sin pintura ni enjarre alguno, fue prestada por un primo de su esposo, en la cual viven sin lujo ni servicio alguno. Sus necesidades las hacen en una huerta cercana. Pero, aún con todo esto, se reconfortan con positivismo: “vivimos con carencias, pero seguros”.

La ayuda comienza a llegar, mientras que la presidenta de la junta municipal de Nuevo Caxitlán, Martha Luzema Martínez Hernández, ha estado al pendiente de esta familia tras enterarse de su situación. El diputado local Noé Pinto de los Santos se comprometió a regalarles un tambo de plástico para que acaparen agua.

Sin embargo no olvidan la vida que abandonaron en Michoacán. Esperan regresar a sus tierras una vez que se tranquilicen las cosas, además de que desean reunirse con más familias que están en la misma situación y que huyeron a una población cercana a Tomatlán, Jalisco.

Ante la pregunta de si dejaron familiares en Apatzingán, el incipiente llanto de la señora lo confirma. Extrañan sus tierras. Tienen la esperanza y la fe de que sus familiares vengan a verlos, “lo que Dios diga” es como manifiestan la desesperación e impotencia de estar separados de sus seres queridos por una guerra en proceso.