JAPÓN, LA OTRA HISTORIA (El gobierno de la 4T tiene que hacer un esfuerzo gigantesco para cambiar la educación y acabar con rezagos).

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana.

Dicen que las comparaciones son odiosas porque no es redituable ni sano hacerlo por razones y circunstancias que pueden influir en esa observación. Pero, al final, sí resultan útiles y suelen ofrecer elementos para hacer análisis sobre una realidad específica.

Los últimos años, vivimos tiempos de competencia feroz entre las naciones en el terreno económico. Los sistemas políticos, salvo la irrupción de las izquierdas en América Latina en un ambiente de dominio capitalista al cien por ciento, reportan cierta estabilidad, excepto en Cuba donde la gente muere casi de hambre. Quienes se asustaban porque con los regímenes de ese signo se acababa el mundo, ya se dieron cuenta que sí hay algunos cambios y que estos no amenazan seriamente el modelo neoliberal de acumulación capitalista. Si a la gente de un país determinado no le gustan los gobiernos de izquierda, se las ingeniará para cambiarlos por otros de ideología distinta.

En 2019, el papa Francisco dijo a estudiantes en un encuentro en Milán que en las sociedades hay miedos ancestrales que no han sido superados por el desarrollo tecnológico, que se han creado nuevas barreras para la autopreservación, de forma que deja de existir el mundo y únicamente existe “mi mundo”, hasta el punto que muchos dejan de ser reconocidos como seres humanos con una dignidad     inalienable y pasan a ser solo ellos (los poderosos).

En la creación de tales barreras,  tiene que ver la educación en países desarrollados, orientados al progreso del alto rendimiento industrial, científico o comercial; lo humano entra en un segundo capítulo, como algo adyacente, que no produce rendimiento visibles. El sociólogo polaco Zygmunt Bauman, en uno de sus variados análisis, concluía que hay una enorme cantidad de gente que quiere el cambio, que tiene ideas de cómo hacer el mundo mejor no sólo para ellos sino también para los demás, más hospitalario. Pero en la sociedad contemporánea, en la que somos más libres que nunca antes, a la vez somos también más impotentes que en ningún otro momento de la historia. “Todos sufrimos ahora más que en cualquier otro momento la falta absoluta de agentes, de instituciones colectivas capaces de actuar efectivamente”.

Es así que haciendo esas reflexiones, me encuentro con la siguiente información en días pasados: una nación con un territorio inferior como Japón, pero con una alta dimensión poblacional, se atreve a dar un paso adelante y mejorar su ya retocado y eficaz  sistema educativo que preparará a sus niños para ser “ciudadanos del mundo”, no solo ciudadanos japoneses.

Japón prueba un revolucionario plan piloto llamado “Cambio Valiente”, basado en los programas educativos Erasmus, Grundtvig, Monnet, Ashoka y Comenius. Es un cambio conceptual. Los alumnos entenderán y aceptarán diferentes culturas y sus horizontes serán globales, no nacionales. El programa, de 12 años, está basado en los conceptos de cero materias de relleno, cero tareas y solo tiene cinco materias que son Aritmética de Negocios, operaciones básicas y uso de calculadoras financieras”, Lectura (Empiezan leyendo una hoja diaria del libro que cada niño escoja y terminan leyendo un libro por semana).Civismo, entendido como el respeto total a las leyes, el valor civil, la ética, el respeto a las normas de convivencia, y a la tolerancia, el altruismo y el respeto a la ecología y medio ambiente. Computación, que contiene dominio sobre internet y programas como office, redes sociales y negocios on-line. Y en Idiomas, enseñarán 4 ó 5 Alfabetos, Culturas, Religiones, entre japonesa, latina, inglesa, alemana, china, árabe; con visitas socializadoras de intercambio a familias de cada país durante el verano.

¿Cuál será la resultante de este programa? Responden sus promotores con certeza absoluta:

Los jóvenes a los 18 años hablarán 4 idiomas, conocerán 4 culturas, 4 alfabetos, serán expertos en uso de sus computadoras y celulares como herramientas de trabajo, leerán 52 libros cada año, respetarán la ley, la ecología y la convivencia, manejarán la aritmética de negocios y finanzas al dedillo.

¿ Serán competitivos los alumnos mexicanos frente a sujetos con esa educación y mentalidad japonesa? En primer término, digo que tenemos un programa educativo rezagado e incompleto, dañado aún más por la pandemia, que alejó a los niños y jóvenes de las escuelas. A muchos los tiene atrapados las tablets y celulares. De hecho, hubo resistencia notable a asistir a clases presenciales cuando la pandemia había aflojado algo. Igual los profesores. Nos hemos atrasado mínimo 20 años en relación a países desarrollados de la Ocde. Y para colmo, nuestros alumnos leen pero no comprenden lo que leen y mal escriben y esto puede comprobarse hasta en el nivel profesional. Difícilmente, podrían ser investigadores o científicos en su edad adulta. Tienen pésima ortografía, no leen libros, no saben hacer sumas de quebrados, son expertos en “copiar” durante los exámenes y burlar las normas a los ojos de padres y educadores. Y para las frases de doble sentido, ni quien les gane.

Vaya realidad escolar, dolorosa por donde se le vea. El gobierno de la 4T, tiene que hacer buena labor educativa para recuperar lo rezagado. No hay mucho tiempo por delante, salvo que la mayoría ciudadana elija un gobierno de signo similar al actual en el 2024, en cuyo tiempo podría darse un cambio, en donde el profesor sea el eje de donde parta todo proceso renovador, en donde los recursos educativos no se desvíen por parte de gobernantes para fines distintos y en el que se ataquen las disparidades entre los centros urbanos y los rurales. Simplemente, con tales cambios, podría aspirarse a definir nuevos modelos y darle consistencia a un desarrollo igualitario. ¿Si es pasión que se me borre? Veremos y diremos . . .