*Este sábado sepultaron en Pomaro Michoacán al migrante Antonio Zambrano, asesinado por policías de Pasco Washington *familiares y amigos exigieron al gobierno de EU que esclarezca su muerte.
Luis Rosales Chávez|COLIMANOTICIAS|enviado especial
Pomaro, Michoacán.- Un grupo de personas, entre hombres, mujeres y niños danzan al ritmo de un trio de cuerdas alrededor del féretro del cuerpo del migrante Antonio Zambrano Montes, asesinado el mes pasado en Pasco Washington por policías de ese condado, con ello se preparan para la misa de cuerpo presente y posteriormente partir al panteón municipal.
En el auditorio comunal se improvisa para celebrar la homilía ante decenas de personas que arriban de rancherías cercanas, entre ellas de La Parotita, pueblo que vio crecer a Antonio Zambrano y de donde salió hace días a buscar un bienestar para su familia, el cual se vio truncado por las balas de los uniformados del condado de Pasco.
El párroco Maximino Erape, párroco de la iglesia de San Pedro de Pomaro se encarga de oficiar la misma y en donde pide a los padres y hermanos de Antonio Zambrano resignación ante el dolor de haber perdido a este ser humano.
Culmina la misa y entre hermanos y familiares cargan el pesado ataúd e inician su recorrido por la calle principal de Pomaro hasta el Panteón municipal, ubicado a la orilla del pueblo. Medios nacionales a internacionales cubren el recorrido del féretro hasta su última morada.
El trio entona canciones que suenan en la zona, las cuales en ocasiones se pierden ante los llantos de los familiares que acompañan a su ser querido a descansar a su tumba.
En el panteón, la señora Agapita Montes pide ver por ultimo a su hijo y el llanto de dolor cimbra a los presentes pues aun con el dolor de su alma mira el cuerpo de su hijo diciéndole que así no lo quería ver llegar a su tierra “él quería venir ayudarnos” exclama la mujer quien es consolada por sus demás hijos.
Un sol que cae a plomo deja ver el descubierto los rostros de las personas de esta comunidad indígena que entre llantos gritaron a coro “queremos justicia, queremos justicia”, mientras que cuatro hombres poco a poco dejan caer el pesado ataúd a la tumba, mientras que agua bendita y algunas flores son arrojadas al féretro del michoacano Antonio Zambrano que hace diez años salió de este lugar con la ilusión de sacar de la pobreza a sus padres y a sus hermanos y hoy solo quedó el recuerdo de ese sueño americano.