Crónica de una inundación anunciada…

0

La Panga

Por: Mayahuel Hurtado Ortiz

Sabemos que vivimos en el estado de Colima en una zona sísmica, de hecho gran parte del territorio está en esa circunstancia; sabemos además que el estar en cercanía de un volcán de fuego genera ciertos riesgos a la población, pues nadie puede evitar una erupción, es por esa razón que el Coloso de fuego de Colima está monitoreado las 24 horas los 365 días del año. También sabemos que en temporada de huracanes inició el primero de junio y concluirá hasta el 30 de noviembre, en ése inter hay lluvias moderadas, fuertes, muy fuertes, trombas, tormentas eléctricas, ondas, depresiones o tormentas tropicales y huracanes. 

Y que en ocasiones la madre naturaleza nos va a recordar que con ella no se juega, pero cuando a esto le añades el no hacer todo lo posible para evitar que la ciudadanía se ponga en riesgo, cuando pecas de ingenuidad o de exceso de confianza ante un fenómeno meteorológico, entonces las condiciones cambian y de ser un desastre natural  en el que se deben activar protocolos emergentes, puede convertirse en omisión de responsabilidades, por eso amable lector, lectora lo invito a que me acompañe a leer esta Crónica de una inundación anunciada.

Cuando se asume la responsabilidad de gobernar un municipio, se debe estar aceptando las condiciones en las que se recibe, porque precisamente para eso se llega al poder, para realizar cambios en donde se priorice al ciudadano, que es la razón de ser de todo gobierno, un Ayuntamiento trabaja para administrar los recursos y ofrecer los servicios a la ciudadanía que garantizan una habitabilidad y calidad de vida, en ese sentido y considerando las situaciones geográficas y meteorológicas de Manzanillo, ningún edil puede estar confiado a que nada pasará, al contrario, debe prepararse para anteceder acciones de un posible desastre natural y actuar de manera emergente si la situación rebasa los límites y esto pone en riesgo a la ciudadanía.Debe existir entonces una área encargada de monitorear las 24 horas esas situaciones y hasta donde los ciudadanos conocemos, es Protección Civil Municipal la encargada de dar seguimiento a los fenómenos climáticos para actuar de inmediato, así como de avisar oportunamente a quien lleva las riendas del municipio de Manzanillo y a otras instancias a nivel estatal, de que una onda tropical, se convirtió en una lluvia muy fuerte que está inundando diferentes puntos de la ciudad y poner de inmediato un plan que evite a toda costa poner en riesgo a los pobladores.

En ese sentido se requiere que las patrullas de la policía municipal se conviertan en algo más que taxis, es decir, que ayuden a las decenas de automovilistas que se quedaron varados porque el agua invadió los motores en marcha de sus vehículos y los dejó sin funcionar, que se coordine con las grúas así como lo hace en los operativos y presten servicios gratuitos de arrastre, más si los vehículos están cercanos a canales y arroyos que por el exceso de agua se vieron rebasados.

Durante los festejos patrios, Manzanillo se inundaba ante el azote de la onda tropical 35, nos dejó la gran lección de que no debemos confiarnos en que la lluvia va a parar, porque la naturaleza no puede ser controlada, puede monitorearse una lluvia, estar al pendiente de los reportes ciudadanos y suspender cualquier actividad para poner en marcha un plan de acción y evitar que la ciudadanía se exponga. El Valle de las Garzas fue una de las zonas más afectadas, pero también de las más olvidadas, el día de la inundación había gente desesperada por ver cómo el agua, lodo, piedras inundaban sus viviendas, gente que se lesionó  y estuvo en riesgo intentando rescatar sus vehículos de ser arrastrados por la corriente, ciudadanos que vieron como el lodo sepultó sus viviendas y en unos minutos arrasó con todo cuanto se encontró a su paso.

Somos afortunados porque hay que creer en los milagros de Dios, que a pesar de la furia de la naturaleza, la ciudadanía dio una demostración de seguir protocolos de seguridad para resguardar su vida. Pude ser testigo de como mis vecinos estuvieron en riesgo, de como uno de ellos pudo caer al canal y ser arrastrado por la corriente intentando mover su vehículo, y de como la gran cantidad de tierra que dejaron frente a las casas de Barrio IV cuando fueron a limpiar los canales, fue la misma que sepultó las viviendas. Desde antes la naturaleza nos dio un aviso, durante la Tormenta Tropical Hernán, dejaron tierra quitada de los canales frente a varias casas de la ultima calle de Barrio IV, y en esa ocasión el agua inundó tres viviendas. Semanas después limpiaron canales y se acumuló más material, que lo dejaron a borde de canal frente a las viviendas afectadas y que hoy continúa ahí, ¿Qué va a pasar si vuelve a llover igual de fuerte? ¿Dónde están las brigadas de limpieza con equipo especial para limpiar casas? Porque las brigadas que yo vi, eran de los vecinos que se han organizado durante estos días y han estado apoyando a quienes resultaron afectados.

En otras ciudades de México, cuando sucede esto, trabajan día y noche para restablecer los servicios y retirar todo aquello que represente un riesgo inminente para la población. ¿Cuándo van a retirar el lodo de las calles y los cerros de tierra que a 5 días de la desgracia continúan ahí? ¿Cuándo van a explicar que originó esa inundación? ¿Cuándo arreglarán los canales y arroyos para que tengan mayor capacidad? ¿Cuándo se revisará el encausamiento de agua pluvial de Manzanillo? ¿Quién regula el trabajo de extracción de tierra y minerales de los cerros que eran los resistidores del agua? ¿Cómo garantizar que terminaremos la temporada de huracanes sin estas devastadoras experiencias?

Los ciudadanos piden respuestas, pero que los argumentos no estén basados en el trillado recuento del pasado, en echar culpas hacia otros lados,  quieren respuestas y acciones concretas del presente que garanticen su futuro. Y es que les guste o no, el ciudadano es las razón principal de la existencia de los gobiernos, de la política misma, es por ellos que se trabaja, el ciudadano es el elemento más valioso de la sociedad.