*Cada año se recuerda el día en que la virgen de la Candelaria salvó a los tecomenses del maremoto.
Luis Rosales Chávez|COLIMANOTICIAS
Tecomán, Col.- Fue un 22 de junio de 1932, eran las 7 de la mañana cuando un fuerte maremoto amenazó con desbastar a este municipio, pero la presencia misma de Simonita, una mujer oriunda del municipio, se percató que dentro de las violentas olas había una mujer vestida de blanco calmando las aguas, ella asustada se va al pueblo y entra el templo y lo primero que ve a la Virgen de La Candelaria completamente empapada de agua, ese día se hizo el milagro; la virgen había salvado al municipio del maremoto.
Así nace la tradicional peregrinación de Tecomán a Pascuales, la cual se realiza el sábado del término del novenario a la Virgen de la Candelaria, y según el cronista religioso Teófilo Cervantes Pizano la peregrinación va creciendo año con año.
Este sábado, según estimaciones de los organizadores, la peregrinación a Pascuales pudo haber alcanzado a los 15 mil feligreses, quienes desde las 6 de la mañana empezaron su peregrinar desde el Templo de Santo Santiago hasta la playa de Pascuales donde el padre, J. Refugio Ramírez Dávila ofreció una misa.
La Danza apache y la banda de Guerra “la polilla” encabezaban la peregrinación donde familias completas, minusválidos, personas de la tercera edad y de otros municipios participaron en la tradicional peregrinación que duró alrededor de 7 horas.
Al termino de la eucaristía, la virgen, la salvadora fue paseada por la playa donde un grupo de 30 hombres se rolaban con orgullo su tiempo para cargarla.
Algunas personas hacían largas filas hincados en la arena para espera que la impresionante imagen de las virgen pasara encima de ellos, era el momento de la procesión para pedir algo, algunos pidieron por tener trabajo, otros porque haya más seguridad y algunos porque mejore la situación del campo, todas con la misma fe.
El sol que pegaba con aplomo y la alta temperatura no evitó que miles de tecomenses dieran gracias de nueva cuenta por haberlos salvado de aquel maremoto, concluyendo la procesión con la fe renovada de todos los feligreses para el siguiente año continuar venerando a la señora del mar, a la virgen de La candelaria.