ADULANDO AL FUTBOL

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¡APAREAMIENTO NO SELECTIVO!…
Por: Jorge Martínez
Cuantas veces en el futbol la realidad no es lo que parece y aquellos que dicen ser fieles, devotos e incondicionales con su equipo en las buenas y en las malas, sacan el cobre apenas tienen la oportunidad. Cuántos confunden el amor con el aprecio, el cariño con la afinidad y la pasión con una simple calentura… ¿cuánta distancia hay del odio al amor?
No siempre el aficionado tiene la razón, así como tampoco siempre tiene la culpa el técnico y los jugadores; Y a pesar de que uno u otro tenga fallas o desaciertos, debiera siempre coexistir y preservar la lealtad: Sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios morales, a los compromisos establecidos o hacia alguien.
Lo anterior alude a lo sucedido el sábado pasado en el estadio Azteca cuando los “fingidos fieles” azulcrema, se volcaron a favor de un figurín y le voltearon bandera al “equipo de sus amores”, denotando penosamente o atinadamente (de acuerdo al punto de vista), la fragilidad de una afición dentro de un histórico inmueble, donde en teoría el rival tiene que orinarse de susto y no defecarse de gusto.
Haber sucumbido por primera vez en su historia en el estadio Azteca 4-0,  provocó una fractura amorosa de los aficionados hacia  el equipo, una especie de infidelidad, pues a pesar de la existencia de un marcador similar que data del 1 de marzo del 2007, cuando el Libertad de Paraguay de igual manera los venció en calidad de humillación 1 a 4 en la Copa Libertadores de América, jamás el público amarillo se entregó a un amante-rival como lo hizo el sábado anterior.
Era de esperarse una prolífica, copiosa y abundante entrada en el Coloso de Santa Úrsula, no por los Gallos, sino por el “Guajolote” que se despachó con dos goles y dicho con todo respeto para Ronaldo de Assis Moreira, pues quién iba a perderse la oportunidad de ver aunque sea unos instantes al ariete que la FIFA destacó como el mejor del mundo junto, después de recibir el premio al Jugador Mundial del máximo organismo en 2004 y 2005.
Los aficionados al futbol sin importar la latitud y los colores, no tienen ningún mérito cuando animan, incitan, inducen, estimulan, excitan, reavivan, exhortan y confortan a su club (equipo), solo cuando se encuentran arriba en el marcador, pues se les podría catalogar de “villamelones” o “malinchistas”.
En teoría, una buena hinchada debe poseer carácter, rudeza y descortesía, pero a la vez generosidad, paciencia y perseverancia, máxime ante un mal resultado, pues es justo cuando se les necesita; todo lo anterior sin importar su estado de ánimo, humor, temperamento y estado etílico, la misión es apoyar fielmente a los suyos sin considerar las condiciones del resultado, mucho menos del rival.
Tal vez podríamos estar hablando de un “nuevo malinchismo”, donde la marcada preferencia de lo extranjero sobre lo nacional empieza a fortificarse gracias a nuestra miseria cultural, falta de valores cívicos y éticos, además de nuestra incapacidad para generar juicios propios como aficionado leal.
Todo esto nos lleva a otro fenómeno llamado: “seguidores de red social”, los cuales son quisquillosos, suelen confortarse en su confusión, carecen de un referente sólido y real sobre el aprecio a un escudo, club o institución, suelen ser ficticios y del momento.
En el futbol cuando las raíces respecto al amor sobre un equipo se miden por centímetros y no por kilómetros, estamos hablando de un “apareamiento no selectivo”. ¡Ojo! Lo que sientes hoy por tu equipo, puede no ser amor, pues eso de que el amor crece con el tiempo, puede ser una vil mentira ya que el que traiciona, a la traición se vuelve aficionado.
¡Sin que nos gane el sentimiento, hasta la próxima!
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