Tribuna Pública

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    La gente en el país se encuentra desolada. Fenómenos climatológicos que dejan sin hogar a millares de familias, administraciones que amparan, protegen y se coluden con funcionarios cuyo único mérito ha sido emplear sus instituciones para fines que nada tienen que ver con las obligaciones a las que están destinadas, hombres y mujeres que en haras de ascender no dudan en hacer de sus compadres algo más que eso, desempleo, leyes que no se aplican, desfalco de las arcas públicas; costureras, abarrotistas, cantantes y hasta comunicadores y rancheros que ahora resultan socios de consorcios hoteleros, que poseen líneas de camiones en diferentes partes de la republica, dueños de carros y camionetas de gran lujo, que disponen de flotillas completas de taxis o camiones urbanos según sea el caso, amantes poseedoras de grandes mansiones que sus salarios jamás construirían, ejidatarios despojados de sus propiedades sin más amparo que el de su voz que se eleva reclamando la injusticia de que han sido objeto, profesionistas desempleados y obligados por la necesidad a practicar oficios que nada tienen que ver con el esfuerzo aplicado en las aulas, amas de casa que ahora se encuentran con que tampoco pueden ya acceder a los productos de canasta básica enfrentando la tragedia de un padre de familia quien se quedo de la noche a la mañana sin empleo en virtud del nuevo gobierno al que apoyo volanteando, desvelándose, malcomido y malvestido también.
    Manipulación del sentimiento popular vía rifas y sorteos cuyo trasfondo final fue el enriquecimiento personal de unos cuantos y que terminan llamando a chamanes para encubrir sus yerros.

    Barrios, colonias, comunidades a las que hacen falta servicios públicos básicos. Un campo para el que ya no ajusta el dinero para seguir produciendo. Cientos de hectáreas abandonadas porque jóvenes y viejos están decididos a buscar otras alternativas de crecimiento, sean estas legales o no. Instituciones inoperantes, desacreditadas hasta más no poder y autoridades en las que nadie cree, sobretodo luego del desempleo al que se está sometiendo a la sociedad. Porque identificación partidista en quienes las encabezan es obvio que no la hay. Se les conoce a la mayoría.

    Luego entonces, el decir “los que ganaron se quedan” es un engaño que no cabe salvo en la boca de los cínicos y desvergonzados quienes no dudan en reptar para mantener un estatus de vida mínimo, aunque éste solo signifique vergüenza para las generaciones que les preceden.

    ¿Que México está saliendo de la crisis? ¿Qué se están generando fuentes de trabajo? ¿Que ahora si, con el PRI triunfador los problemas se resuelven? ¿Que se está acabando con la delincuencia? Que hay más eficiencia en las instituciones nacionales y del estado? Que los sueldos de los mexicanos son buenos? ¿Que se regula ahora si con éxito los índices de precios? ¿Que los sindicatos defienden los derechos de sus agremiados? ¿Qué se le está ganando al narcotráfico?¿Qué aun con las atrocidades sociales que vemos diariamente se le debe dar un voto de confianza a los gobiernos que recién comienzan? ¿El PAN es el culpable de todo? ¿El PRI? ¿El PRD? ¿El Partido del Trabajo? ¿El Partido Nueva Alianza? ¿A quien culpamos de la crisis, los ciudadanos? ¿Le echamos la culpa a los muertos? después de todo ellos no se defienden..¿A los extraterrestres? Porque finalmente ni quien los vea ¿verdad? O mejor aún, ¿Seguimos culpando a Salinas?¿O se lo atribuimos al asesinato de Colosio? ¿Y si responsabilizamos de lo que nos pasa al calentamiento global? Después de todo ¿quien entiende que es eso, verdad? ¿A los narcos? ¿A la autoridad que ya no es?

    Incluso podríamos atribuirle lo que ocurre al mismo desempleado. Seguro no faltara algún obtuso que opine “él ya sabía, que no se queje” porque esa es una expresión clásica entre cierto tipo de ciudadanos.

    A los mexicanos en su conjunto, les convendría meditar si vale la pena seguir siendo el sostén de instituciones que no sirven de nada salvo para que unos cuantos engrosen sus bolsillos.
    ¿Qué pasaría si un día, los mexicanos deciden no ir a trabajar a los gobiernos de sus estados? ¿Qué pasaría con las secretarías creadas como traje a la medida de los servidores públicos que no lo son? Los amanuenses consuetudinarios dirían en primer punto que esto le generaría un ahorro a la administración pues no se pagaría dichos sueldos por el concepto de inasistencia al centro de trabajo, por supuesto. Pero…¿Quien haría los oficios? ¿Quién barrería las calles? ¿Quién le llevaría café al jefe? ¿Quien haría el trámite de una licencia? ¿Quién recibiría las llamadas para el personal? ¿Quién lo haría para el jefe? ¿Quien se encargaría de hacer la agenda del patrón? ¿Quién podaría los árboles? Quien le daría mantenimiento a las dependencias? ¿Quién llevaría de compras a la esposa? Quien llevaría los niños al colegio? ¿Quién los traería de vuelta? Los titulares no, por supuesto.

    Los despidos masivos como estrategia generadora de ahorro para las administraciones -si es que obedece a una estrategia-se encuentra mal enfocada. Si de eso se trata, mejor reducir o eliminar las compensaciones de los funcionarios y servidores públicos, que es vox populi son elevadas. No quiere decir esto que se reduzca sus salarios, no. Porque evidentemente esto es inadmisible según la ley –quienes saben de esto no lo ignoran-; debería buscarse mecanismos que faciliten la desaparición de los renglones de gastos de representación, las partidas para camionetas de lujo y celulares privados. Los seguros de vida que paga el Estado para cada uno de ellos y sus familias, las famosas dietas por comisión en el caso de los diputados.

    Los viáticos millonarios que se ejerce en el caso de los secretarios de gabinete o de Estado, la seguridad privada que se contrata para cada uno de ellos. Y ya que estamos en esto, le pongo un ejemplo de cómo se manejan los presupuestos –a nivel nacional, para no agraviar a los locales-mire usted: Un trabajador promedio ganaría en una administración estatal entre 8 mil y diez mil pesos mensuales, mientras que un legislador federal llega a percibir una “dieta” mensual de 77,745 pesos, a eso hay que sumarle 45,786 pesos de Asistencia Legislativa y 28,772 pesos para la Atención Ciudadana, que en total 152,303 pesos mensuales, de acuerdo con información de la Cámara de Diputados.

    Un Senador de la República gana 126,800 pesos mensuales y recibe otro tipo de aportes económicos si es presidente del Senado, o si coordina a un partido político o si preside comisión; si usted traslada esta circunstancia a Colima entendería entonces porque el apasionado encono de una dirigente por seguir al frente de su partido; sabría entonces que su intención por perpetuarse en la dirigencia estatal no obedece a su afiebrada militancia, ni mucho menos a la excelsitud con la que manejó los procesos electorales pasados donde más bien campeo la medianía, la mediocridad y la poca iniciativa amén del discurso reiterativo, soso y poco alentador.

    Seguimos, el Presidente de la República tiene un sueldo base de 40,766 pesos, aunado a una Compensación Garantizada de 167,804 pesos, da un total de 208,647, salario al que aplican algunos descuentos, por lo que las percepciones netas al mes del Jefe del Ejecutivo federal son de 146,830 pesos, establece la Presidencia de la República. Un Secretario de Estado gana casi igual que el Presidente de la República, tiene una remuneración mensual neta de 144,441 pesos, casi dos mil pesos menos que el Primer Mandatario.
    El Jefe de Gobierno del Distrito Federal, gana un salario mensual neto de 76,068 pesos, de acuerdo con el área de Transparencia de la administración de Marcelo Ebrard Casaubón. El gobernador del estado de México tiene una remuneración mensual de 147,739 pesos, según se establece en la página de Transparencia del gobierno mexiquense, encabezado por el mandatario Enrique Peña Nieto. ¿No significaría un ahorro mas importante eliminar dichas partidas que la eliminación de las plazas de la gente que trabaja en las administraciones?

    Un Consejero electoral es decir, uno de los altos funcionarios del Instituto Federal Electoral (IFE), gana mensualmente 179,051 pesos, de acuerdo con el portal de Transparencia del IFE. ¿Y que han hecho? Decisiones mal tomadas en materia política nacional, malversación de fondos según se publicó en su oportunidad en medios de comunicación nacionales y locales. ¿Qué han contribuido al enriquecimiento de la democracia? Pues nada más que digan con qué, pues se ha publicado que es una de las instituciones de las que el ciudadano desconfía en gran medida. Los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), según el acuerdo referente a las percepciones y prestaciones de los servidores públicos del Poder Judicial para este año perciben alrededor de 347,400 pesos mensuales cada uno.

    Y yo me pregunto: ¿De qué nos sirve gastar tanto dinero en los funcionarios de nuestro sistema si el país se encuentra igualmente en crisis? ¿Por qué permitimos que nuestros verdugos sigan hostigándonos, si nos demuestran con cada decisión que toman, su ineptitud? ¿Por qué los mexicanos nos dejamos saquear tan descaradamente? ¿Por qué pagar a quien no hace su trabajo? ¿Por qué continuar con un régimen de partidos que evidencia cada vez que hay elecciones, que no corresponde ya a la realidad de sus representados? ¿Por que los mexicanos nos dejamos engañar por quienes luego nos desemplean y dejan desamparadas a nuestras familias?  ¿Por qué solapamos esto? ¿De qué nos sirve a los mexicanos que nuestras autoridades egresen de escuelas como Oxford, Harvard o Esex? ¿De qué nos sirve que sean “los ideólogos”? ¿Los economistas? Con eso conservamos el empleo? No, claro que no.

    ¿Mejora el país? La respuesta es no. Mejoran nuestras percepciones económicas? La repuesta vuelve a ser no. Tenemos oportunidades de crecer económicamente hablando? No. ¿Mejora nuestro nivel educativo? No, otra vez. ¿Se acaba la corrupción? Transparencia Internacional demostró nuevamente que no. ¿Los valores morales han sido fortificados? Claro que no. ¿Han disminuido los índices de pobreza y explotación en el país? La Organización de Estados Americanos, OEA, dice tajantemente que no. ¿En nuestros campos los patrones han dejado de explotar a los menores? No, es nuevamente la respuesta. ¿Ha disminuido la delincuencia? No. ¿Nuestros menores ya no se prostituyen? No. ¿Entonces? ¿Los indigentes han desparecido de nuestras calles? No. ¿Entonces?

    Ni siquiera me atrevo a pedir a mis conciudadanos que sigan confiando en sus instituciones. Me apena acudir a ellos y apelar a su ideología para que siga adelante el partido que ahora los deja en el desempleo. No podría, bajo ninguna circunstancia, apelar a la unidad social, individual, entorno del candidato que luego de haber sido apoyado se muestra desagradecido con sus colaboradores, No, no podría. Siendo así, ¿a que apelaría entre los mexicanos para que estos contribuyan al engrandecimiento nacional?

    Hay tantos problemas en nuestro entorno inmediato que el pretender sugerir estrategias o proyectos para resolver lo que ocurre a los mexicanos me parece fatuo. Este monstruo en que se haya convertido el sistema nacional nos devoró hace tiempo  y ahora, cualquier intento por destruirlo se antoja suicida.

    Tal vez, en algún momento convendría iniciar su saneamiento enfocando esfuerzos para apoyar a la gente que se encuentra a nuestro alrededor antes que emplear campañas mediáticas para que los pocos recursos que se tiene en los hogares sirvan para dizque mejorar las condiciones de desgracia de otras partes del mundo. Dejar de ser “farol de la calle y obscuridad de su casa” como luego reza el refranero popular.