TRABAJO INFANTIL

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    Con el impulso a la educación, poco a poco el trabajo infantil fue disminuyendo, pero nunca acabó y hasta nuestros días vemos a niños y adolescentes en las calles, entregando folletos, vendiendo chicles, rosas, periódicos, etc.

    El pasado mes de marzo se realizó en la ciudad de México el IV Encuentro Internacional contra el Trabajo Infantil, donde se dio a conocer que en América Latina existen 14 millones de niños entre 5 y 17 años que trabajan, pero lo más grave es que 9 millones 400 mil infantes ponen en peligro su integridad física al realizar labores arriesgadas.

    La situación económica que se vive en el mundo pone de manifiesto que millones de infantes se ven obligados a trabajar y desgraciadamente, llegan a ser víctimas de explotación laboral, sexual y hasta son reclutados por el crimen organizado.

    En Colima como en todos los estados de la república se pueden observar a niños en los semáforos limpiado parabrisas, entregando información o vendiendo dulces o flores.

    Los niños jornaleros en los campos de cultivo de Tecomán, Armería o Cuauhtémoc son muy comunes encontrarlos, hasta como sociedad nos hemos acostumbrado a esa situación, aunque en muchas ocasiones justifiquemos que son infantes de migrantes oaxaqueños, guerrerenses o michoacanos, pero el problema lo tenemos en nuestro estado y eso es lo importante y como sociedad y gobierno debemos combatir.

    Con el reconocimiento del Gobierno de México de que en nuestro país existe EL HAMBRE, no terminará el problema del trabajo infantil, pero es un primer paso hacia la solución de la desigualdad social, que lleva a los infantes a realizar labores en la calle, el campo y hasta en lugares peligrosos para ellos, como bares, cantinas y fabricas donde se manipulan solventes químicos dañinos para la salud de toda persona.

    Hacen falta leyes que castiguen con severidad a quien contrate o utilice a niños para realizar labores de cualquier tipo, desde las domésticas, pasando por las campesinas y hasta el involucramiento con grupos organizados criminales.

    Ante esta realidad no debemos cerrar los ojos y denunciar cualquier actividad laboral infantil, donde casi siempre el explotador es un familiar del menor, pero que no justifica esta acción que pone indefenso al niño en la calle.