TONALTEPETL

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Por: Gustavo López Solórzano

Ambas mujeres estaban embarazadas y a punto de parir, desde su sentir personal, por eso acudieron al servicio médico del Seguro Social en nuestra ciudad. Acorde a sus necesidades e indicaciones recibidas, de manera previa cada una de ellas acudía a sus citas para chequeo y con ello, prepararse para la gran fecha. En sus hogares, de manera respectiva, sus conyugues apoyaban comedidamente en lo necesario para evitar posibles contratiempos o alguna situación mayor que pusiera en peligro la vida de sus parejas o su descendencia.

El Ing. Arturo Salazar Ramírez, era un trabajador comprometido y excelente compañero que laboraba para el departamento de Parcelas Escolares de la Secretaría de Educación, y con quien los futuros papás de esta historia tenían una relación; uno era cuñado de él y el otro su compañero de trabajo. Naturalmente entre los futuros padres no existía relación alguna, no se conocían ni de manera personal mucho menos de oídas, eran dos desconocidos totalmente.

Recién había pasado el día de los Santos Reyes y ambas mujeres sentían que ya estaba próximo a sucederse el milagro de la vida en ellas. En el nuevo amanecer, la señora Martha arrancó la hoja del calendario que anunciaba el día 8 de enero, desde el día anterior había preparado su pañalera porque su sabiduría interior le anunciaba el momento. Por su parte, la señora Socorro había hecho lo propio y con ansiedad natural esperaba el momento. El rompimiento de la fuente anuncio la urgencia, el momento había llegado.

Después del chequeo correspondiente, ambas mujeres se paseaban en la sala de espera del Seguro Social acompañadas de sus esposos, que, en la maravillosa coincidencia que los había reunido ahí, platicaban y compartían algunas anécdotas que los llevaron a un punto que después sería clave para un desenlace feliz, la señora Socorro era hermana del Ing. Arturo y la señora Martha y su esposo, eran sus compañeros de trabajo.

Días después del parto, ambas mujeres descansaban en su casas cuando descubrieron algo que heló su sangre, para fortuna de ambas, el brazalete que les colocan a los recién nacidos con los datos de la madre permanecía intacto en las muñecas de los bebés. Naturalmente ya las madres estaban encariñadas con sus pequeños hijos y las familias de ambas involucradas afectivamente. Diversos detalles adornaban las cunas y a la hora del baño surgió el descubrimiento, los niños habían sido cambiados.

El Ing. Arturo Salazar, recibió con una sonrisa amistosa al angustiado compañero que llegó a buscarlo para encontrar una solución a lo sucedido. La señora Socorro, hermana del Ing. Ya se había dado cuenta y en compañía de su esposo esperaban a su verdadero hijo, las parejas se encontraron pero ninguna madre quería soltar a su hijo postizo, temerosas por fin, se mostraron a sus respectivos retoños y de inmediato el amor maternal hizo el resto. Hoy ambos niños son exitosos profesionistas, y para sus padres la historia es tan solo un vago recuerdo, un hecho que pudo tener un final distinto.

ABUELITAS:

La vida nos mueve de distintas maneras, nos lleva por distintos caminos. Muchas veces pensamos con razón; que no siempre es justa, pero aquí nos tocó vivir. Desde este espacio expreso mi fraternal acompañamiento para mi amigo y compañero Juan Manuel, por la ausencia física de su esposa la Profa. Lorena Margarita y su hija Karla Cecilia. Qué más puedo decir ante tanto dolor. Es cuánto.