TEXTOS INÉDITOS DE KAFKA PODRÍAN DARSE A CONOCER EN LA BIBLIOTECA DE ISRAEL

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    De ejecutarse la sentencia dictaminada el pasado fin de semana por el Tribunal de Familia del Distrito de Tel Aviv, el legado que le dejó Kafka a su amigo íntimo, el escritor y compositor judío Max Brod, será pronto trasladado de manos privadas a la Biblioteca Nacional de Israel, donde estará accesible a investigadores de todo el mundo.

    Pero la ejecución puede prolongarse años si los hasta ahora propietarios del tesoro literario deciden apelar a una corte superior.

    Kafka, quien nació en Praga en 1883, publicó pocos de sus trabajos en vida pero años antes de morir entregó sus textos, cartas, apuntes y dibujos a su amigo Brod, no sin antes hacerle prometer que los quemaría a su muerte.

    Afortunadamente para los amantes de la lectura y para autores influenciados por Kafka, como Albert Camus o Jorge Luis Borges, Brod incumplió su promesa y publicó lo que rápidamente se convirtieron en obras maestras de la literatura, como El Proceso o La metamorfosis.

    Huyendo de Praga ante el avance de los nazis, Brod emigró en 1939 a La Palestina y antes de morir en 1968 entregó los manuscritos de Kafka y miles de documentos suyos y correspondencia de ambos a la que fuera su secretaria y amante, Esther Hoffe.

    En su testamento, pidió que a la muerte de Hoffe los papeles fueran a un archivo público “en Israel o en el extranjero”.

    Hoffe murió hace cinco años, a los 102 años de edad, lo que abrió una batalla legal entre las autoridades culturales israelíes y sus dos hijas, Eva Hoffe y Ruth Wiesler, quien falleció hace pocos meses.

    “Brod le entregó el legado sólo para que lo tuviera en vida, sus hijas no podían heredarlo”, explicó el profesor Hagai Ben Shamai, director académico de la Biblioteca Nacional de Israel, que considera que joyas literarias de esa relevancia “no pueden permanecer en manos privadas”.

    Para él, el hecho de que Brod trajera los documentos a Israel y que los dos amigos fueran judíos es una clara prueba de que los documentos pertenecen al público israelí y deben quedarse en el país.

    Durante el lustro de lucha por los valiosos documentos, las hermanas Hoffe contaron con el apoyo del Archivo de Literatura Alemana de la ciudad de Marbach, que en el pasado compró a Esther Hoffe varios manuscritos, entre ellos el original de la obra El proceso.