Se sacude México, la hermandad resurge…

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La Panga

Por: Mayahuel Hurtado Ortiz

Siempre los fantasmas del pasado han empañado la historia de nuestro país, los eventos que de manera atroz arrebatan vidas, están escritos con letras rojas en nuestra memoria. Nadie olvida a los acaecidos en una manifestación estudiantil como fue la que se originó en 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas y la del Casco de Santo Tomás ocurrida el jueves de Corpus Cristi en 1971.

De igual forma nadie olvida a las miles de víctimas y millones de damnificados que los desastres naturales han dejado en nuestro país a lo largo de la historia. Ciclones tropicales, tornados, tsunamis, trombas, erupciones volcánicas y sismos han dejado gran devastación a lo largo de muchos años, siendo incuantificables los daños causados.

En esta ocasión abundaremos de un tema que ha cimbrado una y otra vez a la sociedad, me refiero a los Terremotos, pero vamos a la historia, a las crónicas que revelan en diferentes magnitudes la furia de la naturaleza y es que para muestra un botón, siendo México una nutrida bitácora de sismos que desde 1985 a la fecha se cuentan por miles los que han ocurrido en el país, y es que existen registros en el Sismológico Nacional de actividad telúrica constante desde la madrugada del 19 de septiembre de 2017, pues a las 00:18 horas en el suroeste de Pijijiapan Chiapas la tierra comenzó a sacudirse con un sismo de menor intensidad pues solo alcanzó en el sismógrafo los 3.4 grados y antes del terremoto que registró 7.1 grados en la escala Richter y que devastara a la Ciudad de México, Puebla, Morelos, Estado de México, Guerrero y Tlaxcala por lo menos se registraron 121 sismos que van desde los 3.2, 3.4, 3.5, 3.6, 3.7, 3.8, 3.9, 4.0, 4.1, 4.2, 4.3, 4.5, 5.0, hasta llegar a 7.1 grados en Axochiapan Morelos, con epicentros en diferentes zonas de Chiapas y Oaxaca en la gran mayoría, sin embargo también en otras regiones de los estados de Chihuahua, Michoacán, San Luis Potosí, y en el estado de Colima se dejó sentir en Armería y Manzanillo. Posteriormente Puebla se sacudió y 155 sismos registrados hasta las 9:37 horas de la mañana según el reporte del monitoreo.

Quedan algunas reflexiones para los expertos en los comportamientos de la naturaleza ¿Qué está pasando en Chiapas y en Oaxaca que es donde se concentra cerca del 85% del la actividad telúrica del país?

El 7 de septiembre a las 23:58 horas se registró un sismo con una magnitud de 8.1 grados en la escala de Richter, el movimiento telúrico fue provocado por una fractura de placas y tuvo su epicentro en el golfo de Tehuantepec, 137 kilómetros al suroeste de Pijijiapan Chiapas, cabe mencionar que es el terremoto más fuerte registrado en la historia de nuestro país desde 1932, los reportes hablan de 100 muertos, siendo Oaxaca la zona más afectada con 74 muertes.

Pero esto no terminó ahí, el 19 de septiembre de 2017 a las 13:14 horas y 40 segundos se registró un sismo más devastador. En la entrevista realizada por Televisa al director del CENAPRED nos detalla ¿Por qué fue más devastador el sismo ocurrido el 19 de septiembre?

“El sismo del martes de magnitud 7.1 que afectó a más de seis entidades del país provocó derrumbes y al menos 226 muertos. Aunque tuvo una magnitud menor al temblor del 7 de septiembre, que fue de 8.1, sus daños y la sensación fueron mayores.
En entrevista con Noticieros Televisa, el director del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), Carlos Valdés, explicó que fueron dos factores los que causaron más afectaciones: la cercanía del epicentro con la Ciudad de México y su intensidad.

“El sismo del 19 de septiembre tiene características de ser un sismo cercano. Su epicentro (límites de Morelos y Puebla) fue a 120 kilómetros cercano a la Ciudad de México. Su duración fue corta pero su intensidad fue muy grande. La intensidad provocó esos colapsos”, detalló.
La cercanía del epicentro también evitó que sonara la alarma preventiva. Ésta sonó ya con el sismo en curso. Valdés añadió que otra de las causas de la caída de edificios tanto en la Ciudad de México como en Morelos y Puebla fue el movimiento oscilatorio.
“La cercanía con el epicentro hace que la intensidad fuera mucho mayor. La parte inicial en este sismo fue de elementos de trepidación, que pensaríamos que es un elemento crítico. Sin embargo, el movimiento lateral (oscilatorio) es el que puede provocar este tipo de colapsos”, dijo.
El titular del Cenapred aseguró que los movimientos oscilatorios son más peligrosos que los trepidatorios. “Los movimientos laterales son más importantes para las estructuras. Las estructuras pueden resistir más a la carga que a las fuerzas verticales. Un edificio lo podemos rellenar con mucho pesos y aguantará, pero si lo empujamos cinco centímetros, comenzaremos a fracturar”, precisó.
Valdés reiteró que no es posible predecir un sismo y que, ante la alarma sísmica y cualquier vibración o movimiento percibido deben replegarse. “Lo que necesitamos hacer son los protocolos. Debemos estar ya conscientes de que si suena la alerta, actuamos de inmediato. Si sentimos una vibración fuerte, intensa, nos replegamos, nos colocamos en los lugares que hemos determinado y donde hemos llevado a cabo simulacros”, afirmó.

Hasta ahí la entrevista amable lector, lectora, lo que nos lleva a reflexionar que la madre naturaleza está rebasada de nuestros excesos, desde hace por lo menos 32 años, he leído y visto en TV infinidad de reportajes que hablaban del cuidado del planeta, del calentamiento global y su desenlace fatal para los seres vivos. Hoy confirmo con el comportamiento de la naturaleza que tenían razón. De la desgracia resurge en nuestro México esa hermandad que nos caracteriza, pues ante la desgracia miles de voluntarios se han aglutinado en las zonas devastadas por los sismos para ayudar con las labores de rescate, mientras que otros miles recaudan ayuda humanitaria, que millones de mexicanos depositan en diferentes Centros de Acopio de las múltiples asociaciones e instituciones en el país. Es el tiempo de sumar esfuerzos para ayudar a quienes lo perdieron todo y México es tan grande, que como en otros episodios de nuestro pasado, cuando la naturaleza nos ha azotado, saldremos adelante. Un réquiem para los acaecidos.

“In Mexicayoyeliztli Aik Ixpolioux” La mexicanidad jamás perecerá.