Por el récord: speed-sailing en Namibia

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*En la Skeleton Coast, los windsurfers y kiteboarders más rápidos del mundo tratan de batir récords.

Josh Sampiero|Red Bull

Existen muchas versiones sobre el origen del nombre de la Skeleton Coast. Algunos dicen que la zona debe su nombre a los esqueletos de ballenas muertas que solían poblar las playas. Otros comentan que se trata de los huesos que se podían encontrar en los restos de barcos naufragados, que también hay muchos. Para añadir morbo a las historias, lo que en su día fue una rica zona minera diamantera sólo acoge hoy pueblos fantasma abandonados al polvo, el viento y la arena.

“Estamos 16 horas de Capetown,” nos comenta la windsurfer de Red Bull, Lena Erdil. “Es un lugar muy austero. En las afueras de la pequeña ciudad de Luderitz, hay montones de sitios que ni siquiera te permiten explorar. ¡Supuestamente las colinas esconden diamantes a toneladas!

Pero no son diamantes lo que buscan todos estos windsurfers y kitesurfers. Lo que quieren es otro tipo de joya, una que puede que sea mucho más difícil de obtener. Todos esperan batir los récords del mundo de velocidad. Y este es el lugar idóneo para intentarlo.

Vientos fuertes provenientes del desierto soplan de forma ininterrumpida allí donde los navegantes de velocidad han cavado un embalse lo suficientemente cercano al mar como para poder llenarlo de agua. La superficie del agua, increíblemente llana y suave permite que tanto windsurfers como kitesurfers puedan mantener el control necesario para alcanzar velocidades récord con sus tablas y gracias a vientos de entre 25 y 50 nudos (49-90 km/h). ¿El récord mundial actual? El del francés Antoine Albeau, que alcanzó los 52 nudos (96 km/h).

“Hay montones de variables en el windsurf que entran en juego para poder ir más rápido,” explica Erdil. “Tienes la vela, que se puede aparejar de formas muy diferentes dependiendo del viento y del rider. Se puede aparejar más o menos tensa dependiendo de lo que quieras. La tabla también puede variar de tamaño y de forma. Para acabar, pero también muy importante, están las quillas, que también son de formas y tamaños muy diferentes. Hay que tener el equipo ideal para las condiciones del momento pero, por encima de todo, ¡te hará falta ese viento mágico que te haga cruzar todo el canal!”

Erdil, que hace windsurf desde la temprana edad de 10 años y que compite en el tour profesional de windsurf, ya cuenta con un récord nacional de velocidad de Turquía, con 45,74 nudos (85 km/h). Lo que busca ahora es ir 0,9 nudos más rápido, menos de una décima de nudo por hora. Esa es la diferencia que separa a la windsurfer turca, Lena Erdil, de la británica Zara Davis, actual poseedora del récord mundial.

A pesar de una semana de vientos ligeros a finales de octubre, la navegante turca tiene buenas esperanzas: “Una vez que tienes el equipo bien preparado, todo es cuestión de esperar a que llegue el viento idóneo. ¡Pero por el momento no he tenido ese tipo de viento!”

Erdil es una de los varios atletas que se esmera por batir el récord mundial durante la Luderitz Speed Week.