Perder a un padre

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Por: Jonás Larios Deniz*

La semana pasada fue una semana difícil para la comunidad escolar de una escuela secundaria del estado de Colima. Dos niñas, estudiantes a punto de egresar, perdieron a sus padres. No mencionaré sus nombres, solo puedo decir que fueron pérdidas dolorosas. El primero está vivo y prófugo de la justicia; el segundo murió de una complicación por la diabetes que padecía. El primero de los padres, participante del Comité pro-graduación de padres de familia, huyó el martes 7 de julio, señalado por el Comité antes mencionado de llevarse más de ciento cincuenta mil pesos, gran parte de lo que habían reunido durante casi dos años. El segundo falleció en la madrugada del jueves y sepultado la mañana del viernes en la población de Santiago, municipio de Manzanillo. No resulta lógico, a primera vista, comparar ambos sucesos, pues son de diferente naturaleza; sin embargo, ocurrieron en la misma semana y a una misma generación de adolescentes. Además, tienen en común el aprendizaje que estos acontecimientos dan a estudiantes tan jóvenes, fueron las últimas pruebas que tuvieron que presentar en el ciclo escolar 2014-2015. El colectivo escolar emprendió una cruzada de solidaridad para todas y todos. Desafortunadamente, dicha cruzada no alcanzó a la estudiante, cuyo padre sustrajo dinero, porque toda la familia está desaparecida. Los sentimientos son encontrados, las recomendaciones son muchas y variadas: en el primer caso buscar el castigo penal, tomar prevenciones en el manejo de dineros entre particulares, fomentar valores en la familia, etc. En el segundo caso: comer saludable, hacer ejercicio y en general, prevenir esta y otras enfermedades crónico-degenerativas con creciente incidencia en nuestro país (http://www.pwc.com/mx/es/industrias/articulos-salud/incremento-enfermedades-cronicas-2013.jhtml). Desde mi opinión, expreso dos reflexiones: 1. Quizá la chica que ahora vive con la marca de la deshonestidad sobre su padre, esté intranquila y triste porque se encuentra en un dilema moral (o muchos) que con tan corta edad será difícil resolver. Tal vez la joven que perdió a su padre para siempre vivirá con tranquilidad, porque no tendrá vergüenza y no estará lastimada su dignidad, ni la de su familia. 2. Será necesario que ambas niñas sean acompañadas en sus procesos de duelo. ¿Quiénes deberían hacerlo? Definitivamente, las madres, la familia en general y, muy importante, las instituciones ocupadas del bienestar de las familias colimenses. Me refiero a los sistemas municipal y estatal del Desarrollo Integral de la Familia (DIF), a la Procuraduría General de Justicia del estado de Colima (PGJ), al Consejo Estatal para la Prevención y Atención a la Violencia Intrafamiliar (CEPAVI), al Centro de Justicia para las Mujeres (CJM), Centro de Apoyo a la Mujer (CAM), al equipo de psicólogos de la Secretaría de Educación y a los particulares interesados en formar redes de apoyo para mujeres viudas o cónyuges de maridos disfuncionales. La solidaridad mostrada por el colectivo de la escuela secundaria en cuestión tendrá que reproducirse a gran escala en el estado para enfrentar el desamparo de familias tan jóvenes, que tienen como cabeza y nuevas jefas a mujeres que sin apoyo les espera desesperación y tristeza. Perder a un padre es perder la brújula, independientemente de la forma en que se pierda. La semana pasada fue una semana difícil.

 

*Profesor-investigador de la Universidad de Colima