PARACAÍDAS

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El dengue y sus dos víctimas

Por: Rogelio Guedea

Desde que tengo recuerdos el dengue ha sido para la sociedad colimense una pesadilla. Algo que, en una época del año, llegaba como llega el otoño o la primavera, y nada podíamos hacer para evitarlo. Lo malo de esto es que, además, con un poco de mala suerte, te podías contagiar y morir. En el inconsciente colectivo es como una maldición inevitable que cada año asola a toda la población y que, como la muerte, no respeta edad, sexo o condición social. Tarde me di cuenta que esto no es así. Que el dengue es algo que puede eliminarse o, por lo menos, debilitarse al grado de que no cause ninguna víctima mortal, como las padecidas por dos colimenses este mes, María Esther Mendoza, de 50 años, y Rubén Alejandro Valtierra, de 36, lo que me parece muy lamentable. Hasta julio pasado se habían registrado oficialmente 665 casos de dengue en Colima, 184 de los cuales fueron del tipo hemorrágico,
una cifra significativa si pensamos en que, por lo menos, 184 personas estuvieron en mayor riesgo de morir por esta causa. No creo, por tanto, que sea un problema menor de salud pública en Colima. Tal vez porque así lo hemos pensado es por lo que ha sido imposible erradicarlo. Además de las medidas implementadas por la
Secretaría de Salud del Gobierno del Estado, como el rociado extraordinario e intensivo que se realiza en Manzanillo derivado de las 8 mil ovitrampas que existen en el estado y que indican crecimiento significativo del huevecillo del dengue, ésta instancia de gobierno debería enfocarse en un aspecto del que siempre hemos adolecido en nuestro país: la prevención.  No implementar medidas cuando ya está el problema, sino mucho antes de que aparezca. Así
como ahora se ha sumado la Universidad de Colima a la campaña de descacharrización, así también se deberían sumar otras instituciones y organismos estatales para, en un trabajo conjunto, organizar una gran campaña el próximo año de limpieza de lotes baldíos, contenedores, coches olvidados en la vía pública, etcétera.
Además, debería sancionarse duramente a aquellos ciudadanos que no mantengan limpias sus azoteas y el resto de sus espacios privados de convivencia. Porque, no debemos olvidarlo, si el dengue nos afecta a todos, todos, en una u otra medida, somos entonces responsables de combatirlo.

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