PANDEMIA Y CONVULSIÓN EDUCATIVA

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

No es un gran aporte comentar que  la crisis del covid ha sacudido las estructuras sociales, económicas, políticas y culturales en el mundo, pero hay que tenerlo presente. En todas partes, hay lamentos por pérdidas  incalculables, sobre todo en vidas humanas y empleos. Incluso las economías más poderosas han sufrido un fuerte impacto, tan grave que es muy superior al registrado tras la Segunda Guerra Mundial. 

En su edición  del pasado 5 de agosto, El Noticiero difundió información sobre la afectación que está sufriendo la educación. La ONU dijo que  están siendo dañados 160 países  y más de un mil millones de estudiantes en el mundo se quedarán sin estudiar, lo que habla de una “catástrofe” sin precedentes,  o de carácter “silenciosa”,  como definió a la educación mexicana Gilberto Guevara allá por los años 80.   

Organismos de talla mundial como la  OMS, la OCDE o el FMI hacen cuentas tristes. Los registros obtenidos no pueden ser más desastrosos, pues significan un fiasco ante la crisis sanitaria porque ningún país estaba preparado para una pandemia de las proporciones que estamos viviendo. En muchos países, sus dirigentes están hechos bolas, como decimos comúnmente cuando no podemos salir de un laberinto, pero se prevé una luz al final del túnel en un tiempo récord para contar a fines de año o en los primeros meses del 2021 con una vacuna que evite más muertes por covid.

Muchas inteligencias en el sector público  tienen que ponerse en operación para incursionar en un tiempo nuevo marcado por la obligación de extremar cuidados en los ambientes laborales y familiares. El gobierno tiene el liderazgo.  Cualquier error en la toma de decisiones públicas puede convertirse en factor   de lamentación por no haber hecho lo correcto a pesar de las recomendaciones oficiales que invocan a la responsabilidad colectiva, al  auto cuidado.

Presenciamos tiras y aflojas constantes entre representantes de dos poderes, el federal y el estatal, que han llevado sus diferencias al terreno de proponer la renuncia del mando que tiene a su cargo la estrategia contra la pandemia, lo que se antoja  menos que imposible pues no se cambia caballo a mitad de río.  Además, los mandatarios tienen que ver la viga en el ojo propio y no solo en el ajeno. Una renuncia como la que se pide – la de HLG, – sería, de concederse, la confesión de que las cosas se han hecho muy mal.   Ha sucedido al contrario: el malo de la película para los gobernadores, el doctor López Gatell ha asumido el control de otros dos organismos de la estructura sanitaria ( para bien o para mal, o para quien sabe qué cosa ). Menuda respuesta es esta de López Obrador. Como para que ya se queden en paz los gobernadores en sus diferencias contra el epidemiólogo.     

Pero vamos a otro punto, a la otra mitad del tema de hoy. Decía que  la sacudida del covid a la educación ha sido atroz. A estas alturas nadie podría sacar cuentas y dar resultados acerca del impacto sufrido al sistema educativo y a la enseñanza en general.

Los educandos de primaria y secundaria han tenido que ingeniárselas para sacar adelante el semestre usando plataformas tecnológicas. No será lo mismo que recibir clases con maestro, pero si ha sido útil para sacar adelante el período escolar. Un 67 por ciento de encuestados confirma en un estudio que prefiere la enseñanza escolarizada.

En el ámbito privado el impacto es notable también. Las universidades  prevén una reducción de su matrícula de entre 10 y hasta 30 por ciento para el próximo ciclo escolar a causa de la pandemia de covid-19. Inclusive, entre un 10 y 15 por ciento de las instituciones de educación superior privadas en el país están en riesgo de no soportar la crisis y podrían  cerrar sus puertas, han estimado rectores de varias universidades. Aseguran que la crisis tendrá un efecto en las aspiracionesy posibilidades de algunos jóvenes para seguir estudiando  en las instituciones de educación  superior privadas o para iniciar su formación en éstas.

Un dato más: A nivel nacional, la matrícula de universidades privadas representa casi 40 por ciento de la matrícula de la educación superior. La implicación en porcentaje es muy alta. Si de este 40 por ciento, un 10 por ciento o un 20 o un 30 por ciento no puede continuar sus estudios en una universidad privada, muchos buscarán la alternativa de la educación pública; empero,  la oferta pública también es limitada por los espacios que ofrecen estas universidades.

Hoy en día, lo que más importa es tener preparación, tener una educación como tal; a la juventud mexicana le hace mucha falta la educación, junto con los valores, y que tenga que cortarse esa posibilidad por  no tener un sustento económico o porque las familias ya no  puedan apoyar  a los jóvenes,  se estaría hablando de un colapso que tendrá repercusión en las siguientes generaciones. Estaríamos hablando de una verdadera convulsión educativa de efectos impredecibles, como dice la ONU.