El 27 de mayo, los vecinos de Lomas Verdes vivieron una tarde de panico. Tres hombres fueron detenidos. Los tres, tenían la cabeza cubierta con sus propias playeras. Caminaron más de 20 metros hasta llegar a una patrulla que los llevó a las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia del Estado, para “ser interrogados”, dijo el procurador, Arturo Díaz Rivera, y además para “saber qué están haciendo aquí (…) y de dónde son”, como parte del discurso oficial de que estos hechos no los hacen los colimenses.
El tiempo pasaba, los curiosos se hacían más, y aunque retirados del lugar y a veces cerca, nadie les dijo que no podían estar ahí. Todos con la mirada en el 132 de la calle Agustín Yáñez, algo pasaba ahí.