MANZANILLO: ASALTO AL PRESUPUESTO

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

El sábado pasado  me sorprendió la noticia de que el Cabildo manzanillense se aprobó a sí mismo por mayoría, como le hacen los diputados cuando quieren incrementar sus ganancias a espaldas de la justicia distributiva, un aumento de gran cuantía en sueldo y “beneficios”. La cantidad asciende, difundió Diario El Noticiero, a 150 mil pesos mensuales para cada “prócer”.

Sin pizca de misericordia, que no sabe  lo que es, se atrevió a dar ese paso en falso que lastima mucho a la comunidad. Regidores del Pri, Pan, Verde, Independiente y dos de Morena no batallaron mucho para ponerse de acuerdo en elevar la sangría a un Ayuntamiento que dispone de casi nada para invertir en  obra pública. Me parece que esta medida puede tener efectos desastrosos para Morena en el 2021 no obstante que la alcaldesa votó contra ese incremento. La gente no olvida agravios en estos tiempos.

Y vaya que ese aumento desconsiderado es un agravio significativo. Mientras que la política del presidente de la república es de austeridad, con sus buenos y no tan piadosos efectos en algunas áreas sensibles de la Administración pública, en Manzanillo no les importa sus pregones ni sus compromisos con los mexicanos que demandan de los servidores públicos honestidad, congruencia y resultados positivos.

Y en otro trámite, el Cabildo acordó  disminuir los sueldos de funcionarios al nivel de  lo que ganaban en la administración anterior y desapareció dependencias distribuyendo en las que si funcionan los recursos asignados de ellas. Los ahorros que se logren con esta medida, se anularán por el incremento a regidores. Eso por un lado y, por el otro, al disminuir sueldos es probable que baje el sentido de responsabilidad en el cumplimiento de tareas y algunos buenos funcionarios busquen otros horizontes.

Es evidente que los ciudadanos sienten molestia al ver cómo un grupito de representantes se reparte lo poco que hay. De por sí, el trabajo de regidor es propiamente eventual y deficiente por la ausencia de compromiso y perfiles inadecuados para las labores que realizan. Tan es así que requieren asesores y asistentes en tareas que no debieran entrañan grandes dificultades si se tuviese una formación profesional mínima. La ignorancia sale muy cara.

Esa voracidad presupuestal no tiene parangón en la historia de los ayuntamientos. Esos regidores presupuestívoros no llegaron a sus cargos a servir sino a servirse, a practicar engañifas para hacer creer a sus conciudadanos que le aportan algo positivo a la comunidad que en mala hora representan. Es evidente que los ciudadanos porteños se volvieron a  equivocar rotundamente al haber elegido a gente voraz y poco útil.  

Y vaya usted a saber las argucias que elaboran cuando discuten los asuntos municipales con tan pocas luces. Imagino que las cosas en ese Ayuntamiento andan despacio, porque suele ocurrir que los regidores trafiquen influencias, acomoden tiempos a su antojo para resolver asuntos  y hasta reciban moches  por fuera de particulares vinculados a la naturaleza de los asuntos que se votan  al interior de los cabildos.

Los ayuntamientos, en horas cruciales, hasta se convierten en un mercado de voluntades. Todo pasa por el intercambio de favores. Me das, presidente,  te doy presidente. Y a final de cada año algunos regidores, los más lángaros,   exigen no solo el  aguinaldo de ley sino bonos navideños extra y otras prebendas. Y no se diga al fin de cada trienio. Se sienten merecedores de reconocimientos especiales como si lo que hicieron  en lo laboral fuera lo más digno. Y extienden la mano a ver si pescan algo más que un “bono de marcha”, que de por si es ilegal.

Los ciudadanos están desprotegidos ante la codicia de esos supuestos servidores llamados regidores.  Don José Múgica, el expresidente uruguayo, recomendó correr de la política a  quienes les gustara la plata y sobre todo que la buscaran en las instituciones. Eso es lo que hay que hacer en Manzanillo. Pero será para la otra, para el 2021…