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LA IMPUNIDAD FOMENTA LA CORRUPCIÓN

VOTAR por el PAN, PRD, etc., en lugar del PRI

para acabar con la CORRUPCIÓN,

es como TOMAR PEPSI en lugar de COCA-COLA,

para acabar con la DIABETES.

Por: Noé Guerra Pimentel

“El presupuesto debe equilibrarse, el tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios debe ser moderada y controlada y la ayuda a otros países debe eliminarse, para que Roma no vaya a la banca rota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado.” Vigente reflexión que se atribuye al Cónsul y más grande orador del imperio romano, Marco Tulio Cicerón, que vivió del 106 al 43 a.C., misma que nos habla de la histórica y permanente proclividad de algunos que aprovechándose de su condición de poder y atenidos a la impunidad, lo ejercen de manera torcida y sin escrúpulos para favorecer a cómplices e incondicionales, beneficiándose con el erario, como los últimos casos que de diez años para acá podemos ejemplificar, exgobernantes que no son los únicos ni fueron los primeros y en los que la mención partidista es proporcional al nivel de representación:

Amalia García Medina del PRD en Zacatecas donde el desfalco que dejó fue encubierto por su sucesor; Narciso Agúndez (PRD) exgobernador de Baja California, quien se robó 56 millones de pesos, Luis Armando Reynoso Femat (PAN) de Aguascalientes, que fue procesado por un desvío de más de cien millones, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández (PRI) Tamaulipas, quienes al menos desviaron 700 millones, Pablo Salazar Mendiguchía (PRD) Chiapas, que se birló mil 400 millones; de Tabasco, Andrés Granier (PRI), quien tiene comprobado un desvío por mil 900 millones, Juan Sabines Guerrero (PRD-PT), que dejó a los chiapanecos temblando en la banca rota; Sergio Estrada Cajigal (PAN), el del “helicóptero del amor”, que no respondió por más de mil millones; el de Colima, Mario Anguiano Moreno (PRI) a quien se le acusa un desfalco por 2 mil millones, igual (se me hace poco) que Roberto Borge (PRI) de Quintana Roo; Rodrigo Medina de Nuevo León con más de 3 mil millones y medio por transparentar, el ya en proceso Guillermo Padrés (PAN) de quien se asegura pudo desaparecer más de 9 mil millones del erario sonorense, Héctor Ortiz Ortiz (PAN) de Tlaxcala, quien aparte de nepote también resultó bueno para lo que no es suyo, Humberto Moreira (PRI) de Coahuila acusado del desvío de más de 37 mil millones de pesos, Graco Ramírez (PRD), de Morelos, quien está en capilla por el uso de dinero que no es suyo, hasta Javier Duarte (PRI) de Veracruz quien hasta hoy encabeza el top con más de 50 mil millones de pesos.

Pero no todo termina ahí, aparte de los aludidos, teníamos que en marzo de este año, en la víspera del  arranque de la contienda electoral de donde surgirían sus sucesores, los 12 gobiernos estatales en los que se renovará el Poder Ejecutivo heredarán saldos negativo en cuentas por justificar, según los informes de las cuentas públicas que reporta la Auditoría Superior de la Federación (ASF). El reporte sobre los manejos financieros en los cuatro años que hasta ahora se han revisado de sus cuentas (faltarían sus últimos dos) no tienen similares dimensiones, y aquí hablamos de: Oaxaca de Gabino Cué y el PRD donde no cantan mal con sus saldos por aclarar, como tampoco Mario López Valdez (Malova) del PAN en Sinaloa, Aguascalientes con el del PRI, Carlos Lozano; Jorge Herrera del PRI en Durango, en Hidalgo con Francisco Olvera (PRI), Cesar Duarte del PRI en Chihuahua, Rafael Moreno Valle (PAN) en Puebla y, otra vez, Tamaulipas con su gobernador saliente Egidio Torre Cantú del PRI, todos con faltantes y desvíos multimillonarios afectando principalmente las áreas de salud, educación, desarrollo urbano y el social.

Y como dice el dicho: “Ni son todos los que están, ni están todos los que son”, y no me refiero solo a quienes los medios de información nos han presentado, no, aquí se indicia a todos, incluidos los que tras bambalinas desde siempre y diferentes ámbitos y niveles de Gobierno han visto y asumen al servicio público como la manera más fácil y segura de hacerse hasta de lo que no y que por supuesto resulta no ser suyo, abusando de la confianza y del poder que con el voto o trasmano se les dio y aquí no se trata de cómo o de dónde, ni de quién o quienes roban más, al fin en todos los casos es eso: robo y por tanto todos son ladrones, viles ratas que vistan de manga larga o corta, botas y tejana, corbata y traje o de levita y sotana, por igual son ratas que toman lo ajeno.

Pero ¿Por qué tanta corrupción entre quienes se supone debieran combatirla? Alguien dijo: “En todos lados hay corruptos, otro contestó: sí, pero no en todos lados hay tanta impunidad como acá”, y yo estoy de acuerdo con éste, si algo nos daña como sociedad es el descarado nivel de impunidad con que el Estado o sistema político mexicano (que incluye no solo al gobierno como tal, sino también a todos los grupos de poder fáctico –partidistas, empresariales, sindicales, clerecía, narcos- que de alguna u otra forma, directa o indirectamente se benefician encubriendo, facilitando, etc.) se maneja en esa amplia red de complicidades en la que prevalecen la desmedida avaricia y la simulación. Los ejemplos sobran, el último será (y aquí lo publiqué hará tres años) la exoneración de “la maestra” a quien después de su defenestración, luego de haber sido detenida violando el debido proceso, la dejarán libre, como ocurrirá con Padrés Elías y pasó con otros. Ese es el problema y a ver hasta cuándo.