La reforma que viene: Escuelas Normales

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Por: Jonás Larios Deniz*

Hace poco más de dos años, la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente presentó una estrategia de tutoría con la finalidad de “fortalecer las capacidades, conocimientos y competencias del personal docente y técnico docente de nuevo ingreso al Servicio Profesional Docente; para lo cual, durante dos años o ciclos escolares (2013-2014 y 2015-2016) dicho personal estaría asesorado permanentemente de un tutor que sería designado por la autoridad educativa. A su vez el tutor, sería seleccionado bajo un cuidadoso proceso para lograr captar a los docentes y técnicos docentes de mayor experiencia y compromiso con las tareas magisteriales y convertirse en modelo a seguir por el profesor o técnico docente noveles” (http://descargas.secolima.gob.mx/fortalecimiento/MARCO%20GENERAL_optimizado.pdf). Lo anterior, se explica ampliamente en el documento Marco General para la organización y funcionamiento de la Tutoría en Educación Básica Docentes y Técnicos Docentes de nuevo ingreso. En mi opinión, la orientación y guía debió ser acompañada por una profunda reflexión del papel que deben tener los docentes de educación básica como intelectuales y académicos, y es que el ámbito técnico (tan importante) se cumple con la implementación de la ruta de trabajo establecida. No se incorporó tal reflexión y se limitó a las funciones técnicas pedagógicas que marcaba el procedimiento. Fue un momento crucial (no aprovechado) para estimular la profesionalización y el perfeccionamiento del profesorado novel frente a la Reforma educativa, buscando la comprensión de sus ejes, ventajas, dificultades y elementos que serían entendidos como amenazas, pero que serán torales en la definición de la docencia como profesión que se renueva en el siglo XXI. Los procesos de contratación para las generaciones venideras de maestras y maestros de educación básica serán aún más exigentes; volteemos la mirada a los esquemas actuales de contratación de profesores de tiempo completo en las universidades públicas (y privadas) del país; el doctorado es ya un requisito obligatorio en la mayoría de ellas. Considero entonces que, la estrategia de tutoría tendrá que modificarse y convertirse en un instrumento de apropiación de las funciones docentes más allá del aula que derive en la construcción de una identidad de académicos (as) que dialogan con otros académicos (as) de los ámbitos nacional e internacional. Todo esto ocurrirá si y sólo si los normalistas (estudiantes, docentes, investigadores, técnicos, todas y todos), trabajan en la construcción de escenarios que pongan el trabajo académico como el motor central de los procesos de formación del magisterio. El gremio magisterial deberá transformarse, sumando a su vocación sindicalista, la científica y generadora de cultura. Las marchas y los paros laborales seguirán siendo herramientas fundamentales para la lucha sindical, pero tendrán que construirse otras que permitan el empoderamiento del magisterio como grupo de académicos (as), intelectuales y científicos (as). La etapa decisiva en la “nueva” formación de las maestras y maestros es la de inserción al trabajo.  De acuerdo con Imbernón,  “se pueden distinguir dos subetapas o fases: la de «umbral o antesala» (1-6 meses de docencia) y la de «madurez y crecimiento» (7 meses en adelante, hasta los 3 años, que algunos extienden hasta los 5). Se trata de una etapa de «socialización» en la que el profesor debutante debe integrarse como miembro activo y participante del colectivo profesional” (Imbernón, 1994 citado en http://www.rieoei.org/oeivirt/rie19a02.htm). La reforma que sigue es la de las Escuelas Normales, tan necesaria e importante, que el magisterio tendría que abanderarla. Me gusta pensar que la reforma a las Escuelas Normales será más que una reforma: una metamorfosis.

 

* Profesor-investigador de la Universidad de Colima