La otra Navidad… la de Gulibardo

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Edgardo Zamora|COLIMANOTICIAS

Colima, Col.- A lo largo de las calles de las zonas centro y tiendas departamentales de todas las ciudades se abarrotan de compradores furtivos, una escena común previa a la celebración de la Navidad.

Hombres, mujeres, jóvenes y niños caminan felices con regalos, comida, piñatas y una gran cantidad de artículos, para tener una fiesta como si fuera la última.

Pero si miramos, fijamente hay otros seres estorbando el andar de la gente, algunos de estos personajes están sentados en las banquetas, algunos en silla de ruedas, otros sucios y con una mirada perdida en la lejanía por ser, simplemente, un día cualquiera para ellos.

No es difícil encontrarlos, ni tampoco hacerlos expresar ese sentimiento que los ahoga y que quieren sacar de dentro de su ser, pero que nadie los escucha, sólo y en algunas ocasiones, les dan una moneda y los dejan ahí, en el olvido.

El centro de la capital colimense es el escenario, sólo hay que detenerse un momento y escuchar el ruido de una vieja armónica arrítmica, el autor es un hombre de edad avanzada llamado Gulibardo Morales Hernández, descalzo, en silla de ruedas y con una mano deteniendo el instrumento musical y en la otra un vaso blanco de unicel.

Él vive en la calle, pide limosna, antes utilizaba muletas, pero desde hace días se quebró su pierna y quedó postrado en la silla de ruedas.

“Para mi todos los días son de felicidad, de Navidad –dice- porque no tengo (una casa) dónde vivir, vivo en la calle, vivo de las personas que me dan un peso”.

Le cuestionó sin sensatez “¿Cómo pasará la Navidad?”, y su respuesta con voz entrecortada es otra pregunta, pero más cruda:

“¿Qué quiere que le diga, a ver dígame?”

Gulibardo dice vivir de la gente, por ella viste y come, por lo que su Navidad es la calle y las personas que le dan un peso, ya que es su prójimo que le otorgan sustento para seguir adelante en el camino de la vida y mantenerse.

Su vida no ha sido fácil, ya que depende de las personas.

“Lo único que yo pido es por ellos porque viviendo ellos, vivo yo; porque yo solo no puedo vivir en esta vida”.

Cuando alguien le da o le niega una moneda él le pide a Dios que lo bendiga, ya que de las personas viste y come.

El hombre se encuentra esperanzado en lograr esta Navidad algunas monedas para comprar zapatos o huaraches, y si no es posible en Año Nuevo.

“Para mí, el Año Nuevo y mi felicidad es vivir un día más, ver el amanecer”, expresa mientras algunas personas le dan una moneda y otros lo ignoran.

Se encuentra fuera de una tienda de ropa donde la alta música promocional ahoga el sonido de la vieja armónica, igual como Gulibardo se pierde y ahoga en un mar de gente.

Esta es sólo una historia que no es difícil encontrar en la otra faceta de la Navidad, la de los pobres, la de aquellos de la calle que continúan sin detenerse en una batalla constante de la vida.