TAREA PÚBLICA
Por: Carlos Orozco Galeana.
Las dos últimas semanas se multiplicaron las informaciones con suficientes elementos técnicos para clarificar las fallas que causaron el desplome de un tramo de la línea 12 del metro, un evento catastrófico que arroja datos sobre ciertas particularidades en su construcción y que, de momento, no ubica a sus responsables, salvo que de momento se ha dado la renuncia de su directora Florencia Serranía.
Ha pasado más de 40 días de esa tragedia y la justicia, como siempre, anda a paso de tortuga. Tardará en aparecer en su plenitud, seguro. Se evidencia que hay un manto protector hacia ciertos personajes a los que se cuida porque forman parte de la estructura de poder que estará en operación allá por 2023 y 2024 para decidir la continuidad de la 4T o, si cuaja algún liderazgo de la oposición, para decirle adiós al régimen morenista.
Lo que ha sido evidenciado por los ciudadanos que viven alrededor o muy cerca del puente caído, es que con anticipación se habría avisado a las autoridades que ciertas trabes se habían separado y se había advertido de un posible colapso. Pero nadie, ni las autoridades del metro ni los de más arriba, ni las empresas constructoras que se llevaron millonadas de pesos (Grupo Carso), se percataron que los avisos del público eran cosa seria y no actuaron, como no lo hicieron tampoco en el asunto del colegio Rebsamen, de triste memoria.
Al presentar el primer reporte de tres que entregarán investigadores de una empresa noruega experta en análisis estructural de puentes, se anotaron deficiencias en el proceso constructivo, como falta de pernos Nelson en trabes, diferentes tipos de concreto usados, soldaduras no concluidas o mal ejecutadas, entre otras. El área de una de las vigas de acero colapsadas, sólo tenía tres pernos cuando por diseño debía tener doce. Ese dictamen preliminar de la empresa DNV sobre las causas del colapso, apunta a una falla de la estructura asociada a deficiencias del proceso constructivo. Aún más, 32 por ciento de los 11 kilómetros de ruta aérea presenta defectos que se deben atender con equipo especializado
En tanto, las autoridades de la ciudad de México se han topado con deudos de los fallecidos que desean llegar hasta las últimas consecuencias y han despreciado una indemnización de 650 mil pesos que anteriormente era de 45 mil y han acudido a cortes de Nueva York para busca indemnizaciones de acuerdo al poder económico de las empresas constructoras a las que si algo les sobra es dinero. La demanda principal en un tribunal estadounidense es precisamente contra un consorcio formado por ICA y la empresa Alstom y Carso de Carlos Slim, uno de los empresarios distinguidos de la 4T quien ya se ha apresurado a comprometerse a reparar la Línea 12 en todos sus tramos ante la petición presidencial. Los deudos, por su parte, van por todas las canicas, por un pago resarcitorio en dólares y por un castigo contra los responsables. Lo primero posiblemente lo logren.
Pero la refriega, que forma parte de la sucesión, ya comenzó y los presuntos responsables de las muertes por la afectación de la línea 12 se culpan unos a otros y nadie admite la mínima responsabilidad. Todos los posibles implicados alegan haber estado al pendiente de todo, sin fallo alguno. Temo que al final, como suele suceder en nuestro país, los responsables de alguna falta grave cuando se está al frente de instituciones públicas, serán los que estén situados en la escala más baja de responsabilidad, y en el caso de la línea 12, podrían ser los que “preparaban la mezcla” para la unión de elementos.
El accidente sacó a relucir, independientemente de lo que digan los peritajes y dictámenes que emitirán investigadores del extranjero, que hubo corrupción en la edificación de esa Línea desde un principio, cuya terminación urgía para que se le acreditara el logro al entonces regente Marcelo Ebrad. Seguro que también habría responsabilidad para los gobernantes de la ciudad que debían estar atentos a los mantenimientos respectivos, así como a los sucesivos directores del Metro desde el 2011 hasta la fecha.
O sea, ese proyecto estuvo ideado, construido y supuestamente supervisado por funcionarios provenientes de una misma corriente ideológica de izquierda, no hay para donde voltear y decir que fueron los “conservadores”, la minoría rapaz ( bueno, ahí está Slim, que puede hablar a su nombre).
Y es que hay una cultura muy propia de los políticos mexicanos, la de inaugurar obras para lucirse así sean inconclusas y finalmente inoperantes. Les vale muchas veces, incluso, que los supuestos beneficios jamás lleguen a los ciudadanos tal como se plantea en los planes respectivos. Ejemplos de este tipo fueron varios hospitales que, durante el peñismo, quedaron inconclusos. Pura corrupción ahí se encontró el presidente Amlo.
Si se quiere proteger la imagen de la 4T, de cara a futuras elecciones, es preferible hablar con la verdad acerca de las causas reales del desplome de la Línea 12 y encontrar y / o juzgar a responsables para que paguen por sus errores y por el homicidio de 26 personas y casi 100 heridos, algunos con daños irreversibles.
Es importante que se vaya al fondo de ese asunto, que no resulte una “verdad histórica” prefabricada, como la de Ayotzinapa, donde se juzgue a quien no se debe y no se toque a quienes sí tienen responsabilidades por sus actos erróneos/criminales.