Escuela distante

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Por: Francisco Pérez Medina

Este año 2020, marcará para siempre a la humanidad al modificar la manera convencional en los estilos de vida, los hábitos y costumbres que fueron transformados de forma repentina por un factor externo al que no esperábamos ni pudimos anticipar. Así, de un día para otro, estuvimos encerrados en casa, evitando saludar de mano, menos de beso, y dejar, para aquellos más cercanos, de abrazarnos y dar unas palmadas en la espalda; fuimos notando las consecuencias que serán las que nunca podremos borrar: la ausencia de seres queridos de personas lejanas, luego, de conocidos y, lamentablemente, de seres queridos.

El impacto colateral, y del que se escribirá e investigará para comprenderlo en la posteridad, es el de la educación. A nivel mundial, todos tuvieron que dejar de asistir de manera presencial a sus centros educativos, y cada país fue diseñando un plan de contingencia para evitar reducir los niveles de desempeño y evitar el contagio. No existía un plan perfecto que pudiera ser implementado ante lo inesperado, tal vez, donde mayor avance se tenía, en la educación a distancia, era en algunas universidades; pero ni éstas lograron realizarlo con la rapidez ni capacidad instalada que el factor sorpresa trajo. Y si esto sucedía con quienes llevaban camino andado, en el nivel básico, las cosas han ido sucediendo en un ritmo que aún no ha logrado consolidarse. 

La escuela a distancia tiene un enorme reto para las autoridades, maestros y para los alumnos, quienes tienen que adaptarse rápidamente, comprender, además, las distintas realidades de nuestro país y de cada familia, donde, la cantidad de integrantes, la conectividad, los recursos tecnológicos y situaciones económicas serán definitivas para no incrementar la desigualdad social que prevalece en nuestro país. La situación educativa, debe ser considerada apremiante para no frenar el desarrollo del país; sin embargo, no se debe perder de vista otro elemento que comienza a hacer estragos: la socialización. Es medular que, los cambios estructurales que están sucediendo en este ciclo escolar atípico, consideren el aspecto interno de quienes son el principal activo: las personas. El desarrollo social, ha sido trastornado, se encuentra endeble ante los cambios que el encierro implica, y como tal, debe realizarse toda adecuación necesaria para evitar un quiebre que perjudique para siempre nuestra sociedad.

Prácticamente todos hemos experimentado enojo, frustración, tristeza, insomnio, aislamiento, depresión, tal vez delirios, impaciencia, un cúmulo de emociones que debemos canalizar y no siempre lo hacemos de la mejor manera, y si no existe un factor interno o externo que lo canalice, la explosión puede ser peligrosa.

Así estimado lector, no sólo debemos atender el cuidado para evitar contagiarnos de Covid19, también estamos obligados a estar atentos y aprender a manejar nuestras emociones, ése contagio tiene su alta peligrosidad. Tal vez todos pensemos, anhelemos y valoremos con nostalgia a nuestra escuela, ésa distante que espera nuestro regreso y cumpla con su razón de existir. En mi caso, así es.

Salida

1.- El debate presidencial de nuestro vecino del norte, dejó claro que la polarización es un fenómeno que afecta hasta el más democrático de los países.