VENTANA POLÍTICA
Por: Guillermo Montelón Nava
En el reciente jueves por la madrugada, la cámara de diputados aprobó el presupuesto de egresos de la federación, luego de una maratónica sesión en la que la mayoría de morena con sus incondicionales aliados, se impuso, no sin antes recibir de la oposición señalamientos serios de su incongruencia, sumisión e insensatez, así como insultos y hasta intentos de liarse a golpes por la cerrazón, pues la aprobación se da sin modificarle una coma a la propuesta de presupuesto.
El resultado, es que en el ejercicio fiscal del próximo año tendremos no solo mayor endeudamiento, sino recortes a casi todos los sectores, pero con golpes durísimos a temas como el de la salud, la educación y la seguridad, con graves efectos y daños para la población, especialmente los más pobres. Por lo pronto más de 60 millones de mexicanos se verán afectados con servicios de salud, que no solo se estancarán, sino que seguirán en retroceso por más que la presidente Claudia insista en que habrá recursos suficientes para la salud, la educación y la seguridad. La realidad es que su palabrería demagógica no tiene sustento; es recurrir al discurso mentiroso que termina por quedar al descubierto cuando los usuarios acuden a los hospitales y clínicas y se enfrentan con que no hay medicamentos, no hay insumos, no hay citas prontas para consulta y menos para una operación.
La causa de este desastre generado por Morena tiene su origen en el crecimiento desproporcionado del gasto que se tuvo durante este año, sobre todo al destinar cientos de miles de millones de pesos a rubros improductivos, caprichos y a políticas clientelistas que solo tienen fines electoreros.
Por eso en esta ocasión, el gobierno de la deformación se ve obligado a ajustar el gasto público que pasará de 9.22 billones en el 2024 a 9. 30 billones en el 2025, o sea una reducción del -3.3 por ciento en términos reales, lo que afectará en la provisión de bienes y servicios para la población, pues el gasto programable se reducirá en 7.3 por ciento con un impacto grave en lo que se refiere a la inversión en infraestructura con un recorte del 12.7 por ciento, pues baja de los 932.4 mil millones a 848.7 mil millones de pesos.
Y es que el exceso de gasto de este año agravado con un desmedido endeudamiento, ocasionará que al servicio de la deuda, es decir al pago de intereses, se incremente en un 8.5 por ciento al pasar de 1.23 billones a 1.39 billones en el 2025, representando el 14.9 por ciento del gasto total.
Y el problema no está solamente en el gasto desmedido desordenado y sin visión productiva, sino que se basa en un supuesto crecimiento de la economía que sería del 2 al 3 por ciento, cuando las estimaciones serias de los especialistas, le dan cuando mucho un 1.5 por ciento, eso sin considerar el escenario de desconfianza y de incertidumbre que la 4T ha generado con la desaparición de la división de poderes y de los diversos organismos autónomos que se traduce en un debilitamiento institucional y del propio orden constitucional.
Según el Instituto Mexicano para la Competitividad, el gobierno no solo debe reordenar su gasto destinándolo a temas prioritarios y los que ayuden al crecimiento de la economía, sino que también debe considerar la urgencia de impulsar una reforma fiscal.
Y es que mientras se siga con esta con este régimen populista que solo busca mantenerse en el poder a toda costa, sin acudir a los principios básicos de la administración como es un adecuado diagnóstico, para sustentar una adecuada planeación y programación de acciones, no tomarán la determinación de promover una reforma fiscal que permita incrementar de manera sustancial los ingresos, al tiempo que se implementen medidas que consoliden el sistema fiscal, pues resulta vital que no haya déficit para evitar el desequilibrio entre los ingresos y el gasto.
Desde luego no solo se trata de abandonar las posturas populistas y autoritarias, sino de presentar un proyecto de crecimiento económico que comience por restablecer el orden constitucional, garantizar la certeza jurídica, el estado de derecho, así como la promoción y atracción de inversiones que generen empleos, que a su vez promuevan e impulsen la productividad, así como el cuidar el intercambio comercial que más convenga al país.
Si siguen destinando cientos de miles de millones de pesos a obras improductivas o al rescate de empresas paraestatales como PEMEX, lo único estaremos padeciendo es un deterioro en los servicios fundamentales como la salud y la educación, así como el agravamiento de la inseguridad, la violencia con efectos tan lamentables como el crecimiento de los índices de pobreza, subdesarrollo y seguiremos en ese camino que nos llevará a ser otro Venezuela, Cuba o Nicaragua. La pregunta es: ¿lo permitiremos los mexicanos?
*Las opiniones expresadas en este texto de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles CN COLIMANOTICIAS.