¿Dónde están los estudiantes?

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Por: Francisco Pérez Medina

La pregunta inevitable, ante el resultado de la encuesta para la medición del impacto covid19 realizada por el INEGI, es la que se titula en esta columna ¿dónde están los estudiantes? Y no solo ésta, sino ¿qué están haciendo?, ¿quiénes son?, ¿dónde se agudiza la situación?, ¿qué nivel educativo es el que mayor impacto tiene?, ¿por qué dejaron la escuela y qué consecuencias habrá en un corto, mediano y largo plazo?, ¿qué sucederá en nuestro país, secuela del alarmante dato sobre la cantidad de alumnos que no pudieron continuar sus estudios?, ¿qué hará el gobierno actual y los que los sustituirán para solucionar el analfabetismo postcovid?

El dato global es que 5.2 millones de alumnos que estaban inscritos en el ciclo anterior a la pandemia, ya no lo hicieron para el actual (2020-2021) desde preescolar hasta el nivel superior. El factor determinante, no fue exclusivo de la falta de recursos económicos (2.9 millones, el 66%) -ya de por sí preocupante- sino que fue consecuencia de la pandemia (2.3, con un 44%) que agrava de manera alarmante la situación (INEGI, comunicado de prensa NÚM 185/21).

Es decir, casi la mitad de quienes abandonaron sus estudios, lo hicieron por el inesperado Covid 19. No fue posible prever ni anticipar este escenario. Las autoridades educativas que, centralizaron las decisiones, lo hicieron implementando el programa aprende en casa, en sus distintas fases como respuesta a la contingencia, y esta semana aparecieron los datos fríos y duros que muestran la realidad a la que hay que enfrentarse y atender sin evadir la responsabilidad.

No hay, en esta ocasión, gobiernos pasados a quienes culpar; no hay políticos a quienes se les quiera endosar las consecuencias. Es a este gobierno a quien la historia juzgará por la manera en que atendió la contingencia. Es preciso decir, en defensa de éste, que enfrentaron una situación externa sin posibilidades de prever; sin embargo, lo que sí les corresponde es enfrentarlo con toda su capacidad y profesionalismo, pues, para eso fueron electos.

No hay culpa ni responsabilidad alguna en los docentes, quienes han incrementado su carga laboral asumiendo los costos extras que implica el uso o adquisición de equipos tecnológicos, destinando una mayor cantidad de horas en planear, calificar, tener la sesión y, sobre todo, estar al pendiente de sus alumnos. Ni tampoco la hay en éstos que, de igual manera, han tenido que adquirir equipos de cómputo, teléfonos inteligentes o tablets, servicio de internet, compartir una televisión con sus hermanos; ni menos de los padres y madres de familia, quienes han tenido que invertir, no sólo lo económico, sino en tiempo para intentar acompañar a sus hijos en este difícil trayecto.

Hubo, entre los factores que más deben preocupar, tanto a autoridades como a la sociedad,  que el 26.6% de quienes abandonaron sus estudios lo hicieron por considerar que “no aprenden con las clases a distancia”. Este argumento, es la alarmante calificación que le brindan al programa que se implementó y que será analizado, discutido, debatido y juzgado por la historia. La pregunta al inicio de esta reflexión, obliga a diseñar un programa emergente para atender a todos quienes consideraron la opción y a quienes no tuvieron alternativa de abandonar la valiosa escuela.

Salida

1.- Comienza, dentro de días, un periodo programado de asueto en la semana Santa y Pascua. Usted estimado lector, cuídese y cuide a sus seres queridos para evitar un tercer brote de este virus que no ha dejado de ser un verdadero peligro.

2.- Los precios de la gasolina, se encuentra en franco aumento. El presidente ya dijo que “son temporales”. Pues claro, tan son temporales, que los factores que modifican su precio son en función de la oferta y la demanda. El problema es que, una de sus principales promesas, fue justamente que no aumentarían. El problema no es que lo haya dicho, sino que le hayan creído.

3.- Entramos a la tercera semana de las campañas para elegir a quien gobernará durante los próximos 6 años. Analizar las historias de vida, resultados en los cargos públicos que han tenido, los valores y la ética que practican, es indispensable para tomar una decisión fundamentada. No cometer el error de votar por quien promete imposibles, ayudará a, luego, no arrepentirse.