Defensa de la autonomía

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Por: Amador Contreras Torres

Ante las graves agresiones contra la autonomía universitaria, buscando desestabilizar la marcha ascendente de la máxima casa de estudios del estado, mediante un minoritario grupo faccioso, agobiado por el maximalismo y el pensamiento único, con una falsa huelga de hambre, financiada a trasmano, por la ultraderecha y la ultraizquierda – lo que queda de ella, en el PRD y en MORENA- cobra especial relevancia el formidable cierre de filas en torno al rector José Eduardo Hernández Nava, del Consejo Universitario en pleno, en sesión extraordinaria, de toda la comunidad académica, de la dirigencia del Sutuc, que encabeza Luis Enrique Zamorano, los liderazgos de la FEC, de la FEUC, de la ACU, Asociación Colimense de Universitarias, de los directores de escuelas, facultades, centros de investigación y de todas las dependencias universitarias; en suma, todos unidos, en torno al rector, el líder nato de la universidad, conforme el mandato de la Ley Orgánica de la Casa de enseñanza superior, el máximo proyecto educativo de los colimenses, que hoy sufre una enésima embestida por parte de las fuerzas reaccionarias y radicales –los dos extremos de la geometría política- que buscan, ilusamente, afectar su buena marcha y quehacer al servicio de la forja de los cuadros que necesita Colima y la nación para su desarrollo.

Esta nueva embestida contra la universidad, procede de los radicales, que coinciden en sus fanatismo para atacar a una casa de estudios que se distingue por la nobleza de sus fines, para cumplir sus funciones sustantivas de docencia, investigación y extensión universitaria, y para formar a la juventud estudiosa del estado; un proyecto incluyente al servicio del pueblo de Colima, tal como lo visualizó el estadista Lázaro Cárdenas del Río al auspiciar su fundación en 1940.

La autonomía universitaria es un derecho constitucional, implica libertad de cátedra, la autogestión financiera, la posibilidad de generar sus propios planes y programas de estudio, de autogobierno interno y toma de decisiones, así como también lo es la responsabilidad de un manejo transparente y responsable de los recursos, en el contexto de las disposiciones constitucionales en materia de contabilidad y gasto financiero para los entes públicos, estableciendo metas evaluables, con un comportamiento institucional que le han merecido a la casa de estudios colimense un lugar de vanguardia en el concierto nacional de la educación superior.

En este sentido, La autonomía se sustenta en el trabajo de los universitarios, y es una facultad que el Estado mexicano y la sociedad, les transfirió para que cumpla sus elevados fines en beneficio de la sociedad. Se desprende que es competencia exclusiva de la comunidad académica que la integra, el llevar a cabo la gestión de sus recursos, y de establecer el rumbo que deberá tomar su institución. Esto aplica a cualquier casa de educación superior. La autonomía, significa pues, libertad de cátedra, libertad para generar planes y programas de estudio desde el nivel medio superior, superior y postgrado; es también libertad de investigación sobre cualquier tema científico, buscando siempre la generación de nuevos saberes, pugnando por el conocimiento de frontera que propicie el desarrollo social y con estrechos vasos comunicantes con el mundo de la academia.

En efecto, desde el mediodía de los años ochentas del siglo pasado, con el proyecto del entonces rector, Humberto Silva Ochoa (q.e.p.d.), y con todo el apoyo de la SEP federal, -en ese entonces, bajo la guía del estadista Jesús Reyes Heroles- y del Conacyt, la Universidad de Colima inició un vasto proceso de largo aliento para detonar la indagación científica de alto nivel, con un proceso de consolidación y mirada al futuro de los sucesivos rectores, – Fernando Moreno, Carlos Salazar, Miguel Aguayo, Ramón Cedillo y Eduardo Hernández- que han vigorizado la ciencia con un fuerte sentido institucional, con la mira de fortalecer un proceso de descentralización del quehacer científico que tanto necesita la república, para forjar los nuevos cuadros científicos, e impulsar un proyecto nacional soberano e independiente en la materia, así como en otros rubros de la agenda nacional.

En esta perspectiva, queda claro que la universidad pública representa al Estado mexicano en la responsabilidad de enseñar, misma que el Gobierno transfirió a los universitarios, aunado a su autonomía, y son ellos quienes han adquirido el compromiso de administrar los recursos que la sociedad les otorga para ese propósito. Es importante considerar que sí bien es cierto que autonomía no es un concepto de extraterritorialidad, si es menester precisar, que las decisiones de la universidad competen exclusivamente a los universitarios por mandato de ley, por decisión de una garantía constitucional; no es una concesión graciosa otorgada para un grupo social, es una garantía que otorga el Estado mexicano a través de su ley orgánica y que implica si bien derechos y prerrogativas, también la gran obligación de proporcionar educación de excelencia y la de realizar una correcta gestión de los recursos asignados para tan nobles propósitos.

Así las cosas, en la hora presente ensombrecida por condiciones complejas y críticas, queda claro, que los radicales desoyeron el llamado del rector y del gobernador al diálogo y a la construcción de acuerdos; al agredir a funcionarios cercanos al rector, en el centro de la ciudad, los huelguistas mandaron el mensaje que lo que menos quieren es dialogar y su fin perverso es desestabilizar a la máxima casa de estudios, lo cual no será permitido por el cierre de filas del Consejo Universitario en torno al rector.

En torno a la autonomía, es oportuno tener presente que la Unam fue el proyecto definido por el insigne educador Justo Sierra en la alborada del siglo XX. En palabras del rector Narro Robles, “el proyecto definido por Justo Sierra creó una institución fundamental para que México se modernizara, para que el México de antes de la Revolución transitara al de hoy. Por ello, creo que con justeza se puede afirmar que la nación no sería la misma sin su universidad, como igualmente se puede sostener que ésta tampoco sería la misma si no hubiera estado tan estrechamente vinculada a la sociedad, de la que es parte, a sus necesidades y anhelos. El vínculo de la Unam con el país es la mejor muestra de la razón que Justo Sierra tenía al pensar que México necesitaba una institución liberadora, capaz de darle emancipación mental; una institución que le diera sustento a su modernización y progreso material… la aportación más visible de la Unam al desarrollo del país es la preparación de millones de jóvenes que han podido estudiar y egresar de sus aulas. La Unam ha abierto las puertas del conocimiento a jóvenes de todos los estratos sociales, muchos de los cuales han sido los primeros en sus familias en ingresar a la educación superior”. 1

En Colima, la Universidad de Colima es uno de los motores del desarrollo del estado; ha sido la gran casa generosa que ha permitido la movilidad social y que los hijos de las familias modestas -como es mi caso- podamos tener la oportunidad del acceso a la educación superior; es una casa de estudios que reivindica la educación superior y es fiel a su origen popular y cardenista. Concilia excelencia académica con pertinencia social: Hoy, tenemos una casa de estudios sumamente compleja, abierta al mundo, sin fronteras, que armoniza globalidad y localidad y que es vanguardia de la educación superior. Los afanes en materia de ciencia, son parte de un enérgico esfuerzo por descentralizar el quehacer científico y por forjar nuevos hombres y mujeres de ciencia desde la provincia.

En la Universidad de Colima, se defienden con ímpetu las grandes causas de la educación pública; se preserva y se defiende la autonomía ante las asechanzas del exterior y los ataques de los nuevos bárbaros germanos, que utilizan la estridencia en lugar del diálogo, la agresión en lugar de la razón, la violencia en lugar de la inteligencia.

La autonomía es la capacidad de autogobierno y la libertad de cátedra. La autonomía con transparencia y rendición de cuentas ante el pueblo y la soberanía popular que encarna en el poder legislativo. Es propicio recordar que en 1972 se produce un movimiento estudiantil liderado por la FEC -Arturo Aguilera, Arnoldo Ochoa, Fernando Moreno, Jesús Zepeda, Humberto Silva, Juan José Farías, entre otros– que culminó con la paridad en el Consejo Universitario-. Desde entonces, se garantiza que la vitalidad de la juventud esté presente en la definición y en el rumbo de la casa de estudios.

En México, en condiciones complejas para el financiamiento de la educación, no se está cumpliendo con los estándares recomendados por la Unesco, en el sentido de destinar el 8 por ciento del PIB para la educación superior y el 1 por ciento para investigación científica. Por ende, se incumple con la Ley General de Educación que recomienda y coincide con esos parámetros. En lugar de eso, como lo ha expresado el rector de la Unam, José Narro Robles “se destina apenas el 0.70 para la educación superior y el 0.40 para la investigación. El progreso no será posible mientras sólo 3 de cada 10 jóvenes mexicanos estudien en las instituciones de educación superior. No será viable si no se multiplica al menos por 10, el número de patentes concedidas a connacionales”. 2

En alguna ocasión, conversando con el director de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Colima, Gabriel Gómez Azpeitia, me decía que “que es importante la autonomía, porque nosotros somos la masa crítica de una nación que permite conocer aciertos y desviaciones, permite una visión de largo plazo para el país…la autonomía hay que defenderla todos los días, hasta con la vida si es necesario”. 3

Este viernes, el Consejo Universitario, máximo órgano de Gobierno de la Universidad de Colima, “dictaminó ratificar la facultad que tiene el rector José Eduardo Hernández Nava, para preservar la autonomía universitaria, respetándola y haciéndola respetar con todos los recursos morales, históricos y legales que estén a su alcance”. 4

Todo el pasado resuena en el espacio universitario, así como en cada uno de sus claustros. Todo el saber académico, se reproduce y potencia en cada nueva universidad, en cada centro de enseñanza. Las luces primigenias, de toda universidad parten desde Bolonia, Cambridge y Salamanca. Las universidades son hoy, escuelas para la democracia; en sus aulas, se escucha, se diserta, se examina el pasado, pero también se atisba el porvenir y se explora el conocimiento de frontera.

La Universidad de Colima sigue siendo la gran casa grande de todos los colimenses, el proyecto histórico que ha sido construido por muchas generaciones y ahora, con el liderazgo rectoral, se tiene la mirada al futuro para consolidar la excelencia académica con responsabilidad social, pero, sin olvidar la lealtad a su origen popular, su origen cardenista para que se forjen en sus aulas y laboratorios los hijos del pueblo de Colima, para coadyuvar a construir un México más fuerte, justo, democrático e incluyente.

A los radicales de la ultraderecha y la ultraizquierda, a los que patrocinan a trasmano, en la oscuridad de la noche, de forma tendenciosa y cobarde, esta nueva agresión contra la Universidad de Colima, les decimos que sus intentos están destinados al fracaso y que se topan con una comunidad vigorosa y actuante dispuesta a defender a la casa de estudios. En resumen, no pasarán.

 

 

  1. Narro Robles, José. (2010), palabras del rector de la Unam, ante el Congreso de la Unión, con motivo de los 100 años de la Unam, p.3.
  2. Op. Cit.
  3. Gómez Azpeitia, Gabriel, entrevista con Amador Contreras Torres. El Comentario. Viernes 9 de octubre de 2009, p. 7.
  4. Infoecos Colima. Ecos de la Costa, sábado 31 de mayo de 2014, p. 8.