DAN ATENCIÓN PSICOLÓGICA A AFECTADOS POR EL SUCESO DEL CAMPUS COQUIMATLÁN

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    Esta intervención es desplegada por la Facultad de Psicología desde hace cinco años en casos de desastre y de alarma y se aplicó antes en momentos como el brote de epidemia de Influenza A H1N1, el de conjuntivitis y, recientemente, en el infausto suceso que tuvo como desenlace la muerte de la alumna Andrea Rodríguez García.

    Al hablar en entrevista de las particularidades de esta atención, la investigadora de esa facultad y responsable de las BIPS, Silvia Sigales Ruiz señaló que “resulta muy necesario dar los primeros auxilios psicológicos enseguida del evento, porque a través de esos apoyos podemos traer a la realidad a las personas enfrentadas a una situación poco habitual, para que así no pierden sus marcos de referencia”.

    Explicó también que cuando el individuo vive una situación anormal, no contemplada en su agenda de día o en su itinerario de actividades programadas, puede surgir lo que conocemos como una desconexión de la realidad, por tanto es vital dar los primeros auxilios psicológicos, para que esta experiencia no desencadene un trastorno o síndrome postraumático, que podría alterar su vida cotidiana, entorno familiar, social o incluso laboral.

    La atención a este primer grupo de universitarios, en las instalaciones de Coquimatlán, detalló Sigales Ruiz, consistió primero en señalar algunos síntomas normales que podrían experimentar en un lapso no mayor de tres o cuatro meses, como son crisis de pánico, choques emocionales, inhibiciones o reacciones de postración. Agregó que los testigos presenciales pueden tener flash-back (pequeñas remembranzas de las escenas) o incluso sentir como si el evento se estuviera suscitando de nuevo.

    Una de sus apreciaciones es que algunos de los jóvenes y maestros reaccionaron dentro de los indicadores normales, con ira, tristeza, insomnio, pesadillas, sueño inquieto a medianoche y podrían manifestarse en los tres meses siguientes. “Son indicadores delicados, porque pueden desatar estados paranoicos importantes o fuertes temores a que pudiera repetirse una balacera”.

    “Una atención a destiempo puede llevarnos a caer en la indolencia o indiferencia como forma de protección, en mejor no lo vemos y lo afrontamos con indiferencia, y no podemos permitir este estado de insensibilidad por el problema social de violencia que tenemos”, apuntó la experta.

    Para ella, “mientras más indiferentes seamos, más preámbulo o más espacio haremos para que estas situaciones de violencia se instalen en un estado de normalidad cotidiana; el día que lo hagamos es porque la sociedad mexicana tiene un alto nivel patológico en el que finalmente está totalmente desconectado de su realidad”.

    A manera de recomendación en el cuidado psicosocial, pidió a todas las personas realizar un plan familiar para saber qué hacer en caso de secuestro, por ejemplo; también establecer códigos de comunicación que les permita saber dónde, en qué momento y con quiénes están hijos y padres, y con los amigos establecer códigos de seguridad para cuidarse unos a otros, como lo hacen las bandas que se protegen por amistad.

    Lo anterior, dijo Silvia Sigales es parte de un proyecto que se reformula en la Facultad de Psicología y próximamente se dará a conocer. Hacer estas sencillas recomendaciones de manera responsable puede evitar caer en la indolencia –prosiguió – “y creo que estos códigos pueden ser muy sencillos de establecer y llevar a cabo”.

    La participación de las BIPS en el asunto de Coquimatlán continuará con la gente que lo solicite, por lo que su coordinadora adelantó que es muy probable que en este primer mes haya reacciones diferidas y necesidad de intervenir. “El próximo miércoles seguiremos tratando a estudiantes impactados por la situación que vivieron”.